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Pinto EDAD MEDIA 15 2014 Separata

Abstract

No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su tratamiento informático, ni la transmisión por ninguna forma o por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, por fotocopia, por registro y otros métodos, ni su préstamo, alquiler o cualquier otra forma de cesión de uso del ejemplar, sin el permiso previo y por escrito de los titulares del Copyright.

ISSN: 1138-9621 EDAD MEDIA Revista de Historia 2014 Vol. 15 MANIFESTACIONES DEL IMPACTO URBANO EN LA BAJA EDAD MEDIA VALLADOLID – (ESPAÑA) EDAD MEDIA. Revista de Historia ISSN: 1138-9621 Año 2014, Volumen 15 Secretariado de Publicaciones de la Universidad de Valladolid Fundada en 1998 bajo la dirección del doctor Founded in 1998 under the editorship of Prof. D. Julio Valdeón Baruque, EDAD MEDIA. Julio Valdeón Baruque, EDAD MEDIA. Revista de Historia es una revista de Revista de Historia is a yearly journal that periodicidad anual, que contiene artículos publishes original manuscripts (arranged into originales (divididos en un dossier a monographic dossier and a miscellaneous monográfico y una sección miscelánea), section), bibliographical comments and comentarios bibliográficos, reseñas de reviews of books and doctoral theses –all of publicaciones y de tesis doctorales, todo ello which in the field of Medieval History. The referido a cuestiones de Historia Medieval. journal’s languages are Spanish, English, Los idiomas de la Revista son Español, Inglés, French, Italian and Portuguese. Francés, Italiano y Portugués. DIRECTOR: Juan Antonio Bonachía Hernando (Departamento de Historia Antigua y Medieval. Universidad de Valladolid. C.e.: bonachia@fyl.uva.es). SECRETARIO: Carlos M. Reglero de la Fuente (Departamento de Historia Antigua y Medieval. Universidad de Valladolid. C.e.: creglero@fyl.uva.es). CONSEJO DE REDACCIÓN: Beatriz Arízaga Bolumburu (Universidad de Cantabria), Mª Asunción Esteban Recio (Universidad de Valladolid), Ernesto García Fernández (Universidad del País Vasco), Juan Carlos Martín Cea (Universidad de Valladolid), Luis Martínez García (Universidad de Burgos), Pascual Martínez Sopena (Universidad de Valladolid), José María Monsalvo Antón (Universidad de Salamanca), Rafael Oliva Herrer (Universidad de Sevilla), Ana Rodríguez López (Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid), Mª Isabel del Val Valdivieso (Universidad de Valladolid), Olatz Villanueva Zubizarreta (Universidad de Valladolid). CONSEJO ASESOR: Pietro Corrao (Università di Palermo), Carlos Estepa Díez (Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid), Luis Miguel Duarte (Universidade do Porto), José Ángel García de Cortázar (Universidad de Cantabria), Mª Estela González de Fauve (Universidad de Buenos Aires), Nikolas Jaspert (Ruhr-Universität Bochum), Francisco Javier Peña Pérez (Universidad de Burgos), Teo F. Ruiz (University of California. UCLA), Josep Mª Salrach i Marés (Universitat Pompeu Fabra, Barcelona), Esteban Sarasa Sánchez (Universidad de Zaragoza), Chris Wickham (University of Oxford). REVISOR DE TEXTOS EN INGLÉS: Carlos Herrero Quirós SECRETARÍA DE REDACCIÓN: Departamento de Historia Antigua y Medieval. Facultad de Filosofía y Letras. Pza. del Campus s/n., E-47011 Valladolid (España). Tel..: +34 983 423000 (ext.: 6697). Fax: +34 983 423934. C.e.: edmedia@uva.es. 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COLABORADORES TÉCNICOS: Luis Araus Ballesteros, Germán Gamero Igea, Virginia Labrador Martín, Jorge Lebrero Cocho, Diana Pelaz Flores, Cristina Santos Ozores. No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su tratamiento informático, ni la transmisión por ninguna forma o por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, por fotocopia, por registro y otros métodos, ni su préstamo, alquiler o cualquier otra forma de cesión de uso del ejemplar, sin el permiso previo y por escrito de los titulares del Copyright. © Los Autores, Valladolid, 2014 EDICIONES UNIVERSIDAD DE VALLADOLID DISEÑO DE CUBIERTA: Juan Manuel Báez Mezquita Santiago Bellido Blanco ISSN: 1138-9621 ISBN: 978-84-8448-781-4 DEPÓSITO LEGAL: VA-863-2000 Unión Europea FORMATO: 17 X 24 CMS. PREIMPRESIÓN: EDICIONES UNIVERSIDAD DE VALLADOLID IMPRESIÓN: IMPRENTA MANOLETE. VALLADOLID Edad Media. Revista de Historia (EM) ISSN: 1138-9621 Año 2014, Volumen 15 SUMARIO Presentación ............................................................................................ 15-16 Sumario Analítico .................................................................................... 19-25 Analytic Summary .................................................................................... 27-33 DOSSIER MONOGRÁFICO: Manifestaciones del impacto urbano en la Baja Edad Media Giuliano PINTO, Tra demografia, economia e politica: la rete urbana italiana (XIII – inizio XVI secolo) .............................................................. 37-57 Adelaide Pereira Millán COSTA, O impacto urbano no discurso jurídico da baixa Idade Média em Portugal ........................................... 59-78 Antonio COLLANTES DE TERÁN SÁNCHEZ, Sevilla en el sistema urbano de la Andalucía bajomedieval .................................................... 79-96 David IGUAL LUIS, Valladolid y sus círculos económicos de relación (1475-1520) ............................................................................................. 97-114 Tomás PUÑAL FERNÁNDEZ, El comercio madrileño en el entorno territorial y urbano de la baja Edad Media ............................................ 115-133 María José LOP OTÍN, Iglesia y vida urbana. Las ciudades del arzobispado de Toledo a fines del Medievo ............................................ 135-154 EDAD MEDIA. Rev. Hist., 15 (2014), pp. 7-9 © 2014. Universidad de Valladolid 8 SUMARIO Mª Ángeles MARTÍN ROMERA, ‘Como sy fuesen vuestros vasallos’: las relaciones informales de las oligarquías urbanas y el sometimiento del territorio en la Castilla bajomedieval ........................ 155-174 Óscar LÓPEZ GÓMEZ, El impacto de las revueltas urbanas en el siglo XV. A propósito de la rebelión de 1449 en Toledo .................................. 175-191 MISCELÁNEA: Fernando ARIAS GUILLÉN, ¿Hubo una revolución militar en Castilla en la primera mitad del siglo XIV? .......................................................... 195-216 Álvaro CARVAJAL CASTRO, ‘In territorio de Carrion in ualle de Quoza: representación del espacio, identidad y conflicto político en el territorio de Carrión (siglos X-XII) ......................................................... 217-243 Máximo DIAGO HERNANDO, Intervencionismo de la alta nobleza en la vida política de las ciudades castellanas a fines de la Edad Media: los mariscales de Castilla en Soria ......................................................... 245-271 José Carlos MARTÍN-IGLESIAS, Los ‘Annales Barcinonenses’ (ca. 1311) del códice Paris, Bibliothèque Nationale de France, lat. 4671A: edición y estudio ...................................................................................... 273-293 Jaime PIQUERAS JUAN, La transmisión de los patrimonios y la libertad de testar en la sociedad medieval valenciana a través de la documentación notarial: 1381-1450 ....................................................... 295-318 RESEÑAS: Davis, J., Medieval Market Morality. Life, Law and Ethics in the English Marketplace, 1200-1500, David Carvajal de la Vega ............... 321-324 EDAD MEDIA. Rev. Hist., 15 (2014), pp. 7-9 © 2014. Universidad de Valladolid SUMARIO 9 DESWARTE, Thomas, Une Chrétienté romaine sans pape. L’Espagne et Rome (586-1085), Ana Rodríguez ....................................................... 324-326 LAFUENTE GÓMEZ, M., Dos Coronas en guerra. Aragón y Castilla (1356-1366), José Vicente Cabezuelo Pliego .......................................... 327-330 OLMOS HERGUEDAS, E., Agua, Paisaje y Ecohistoria. La comarca de Cuéllar a partir del siglo XIII, Cristina Segura Graiño ........................... 330-332 TESIS DOCTORALES: ÁLVAREZ BEZOS, Mª Sabina, Violencia contra las mujeres en la Castilla del final de la Edad Media. Documentos para el estudio de las mujeres como protagonistas de su historia ....................................... 335-337 CARVAJAL DE LA VEGA, David, Crédito privado y deuda en Castilla (1480-1521) ............................................................................................. 337-340 PERIBÁÑEZ OTERO, Jesús G., Territorio, sociedad y conflictos en el tránsito hacia la Modernidad. La Ribera del Duero burgalesa a finales de la Edad Media ......................................................................... 341-344 EDAD MEDIA. Rev. Hist., 15 (2014), pp. 7-9 © 2014. Universidad de Valladolid EDAD MEDIA. Revista de Historia (EM) ISSN: 1138-9621 Año 2014, Volumen 15 SUMMARY Presentation ............................................................................................. 15-16 Sumario Analítico .................................................................................... 19-25 Analytic Summary .................................................................................... 27-33 MONOGRAPHIC DOSSIER: Manifestations of Urban Impact in the Late Middle Ages Giuliano PINTO, Demographics, Economics and Politics: Italy’s Urban Network between the 13th and the Early 14th Centuries .............. 37-57 Adelaide Pereira Millán COSTA, The Impact of Urban Development on the Legal Discourse of Late Medieval Portugal ................................ 59-78 Antonio COLLANTES DE TERÁN SÁNCHEZ, Seville in the Urban System of Andalusia During the Late Middle Ages ................................ 79-96 David IGUAL LUIS, Valladolid and its Circles of Economic Relations (1475-1520) ............................................................................................. 97-114 Tomás PUÑAL FERNÁNDEZ, Madrid’s Trade Exchanges in the Territorial and Urban Environment of the Late Middle Ages ............... 115-133 María José LOP OTÍN, Church and Urban Life: The Cities of the Archbishopric of Toledo in the Late Middle Ages .................................. 135-154 EDAD MEDIA. Rev. Hist., 15 (2014), pp. 11-13 © 2014. Universidad de Valladolid 12 SUMMARY Mª Ángeles MARTÍN ROMERA, ‘As if they were your Vassals’: The Informal Relations of the Urban Oligarchies and the Subjugation of the Hinterland in Late Medieval Castile ................................................. 155-174 Óscar LÓPEZ GÓMEZ, The Impact of Urban Riots in the 15th Century. The 1449 Revolt in Toledo ....................................................................... 175-191 MISCELLANEA: Fernando ARIAS GUILLÉN, Castile in the First Half of the 14th Century: a Military Revolution? ............................................................. 195-216 Álvaro CARVAJAL CASTRO, ‘In territorio de Carrion in Ualle de Quoza’: Representation of Space, Identity and Political Conflict in the Territory of Carrión (10th-12th c.)....................................................... 217-243 Máximo DIAGO HERNANDO, The Interventionist Role of the Upper Nobility in Castilian Towns during the Late Middle Ages: the Marshals of Castile in Soria .................................................................... 245-271 José Carlos MARTÍN-IGLESIAS, The ‘Annales Barcinonenses’ (ca. 1311) in Codex Paris, Bibliothèque Nationale de France, lat. 4671A: Edition and Study ..................................................................................... 273-293 Jaime PIQUERAS JUAN, The Transmission of Wealth and Testamentary Freedom in Medieval Valencia as Reflected in Notarial Records: 1381-1450 ................................................................................................ 295-318 REVIEWS: DAVIS, J., Medieval Market Morality. Life, Law and Ethics in the English Marketplace, 1200-1500, David Carvajal de la Vega ............... 321-324 EDAD MEDIA. Rev. Hist., 15 (2014), pp. 11-13 © 2014. Universidad de Valladolid SUMARIO 13 DESWARTE, Thomas, Une Chrétienté romaine sans pape. L’Espagne et Rome (586-1085), Ana Rodríguez ....................................................... 324-326 LAFUENTE GÓMEZ, M., Dos Coronas en guerra. Aragón y Castilla (1356-1366), José Vicente Cabezuelo Pliego ......................................... 327-330 OLMOS HERGUEDAS, E., Agua, Paisaje y Ecohistoria. La comarca de Cuéllar a partir del siglo XIII, Cristina Segura Graiño ........................... 330-332 DOCTORAL THESES: ÁLVAREZ BEZOS, Mª Sabina, Violencia contra las mujeres en la Castilla del final de la Edad Media. Documentos para el estudio de las mujeres como protagonistas de su historia ....................................... 335-337 CARVAJAL DE LA VEGA, David, Crédito privado y deuda en Castilla (1480-1521) ............................................................................................. 337-340 PERIBÁÑEZ OTERO, Jesús G., Territorio, sociedad y conflictos en el tránsito hacia la Modernidad. La Ribera del Duero burgalesa a finales de la Edad Media ......................................................................... 341-344 EDAD MEDIA. Rev. Hist., 15 (2014), pp. 11-13 © 2014. Universidad de Valladolid TRA DEMOGRAFIA, ECONOMIA E POLITICA: LA RETE URBANA ITALIANA (XIII – INIZIO XVI SECOLO)* Demographics, Economics and Politics: Italy’s Urban Network between the 13th and the Early 14th Centuries Giuliano PINTO** Università di Firenze RESUMEN: El ensayo traza el marco del urbanismo italiano entre el momento de máxima expansión (finales del siglo XIII) y las primeras décadas del siglo XVI, pasando por la grave depresión demográfica causada por las epidemias de peste. Se ponen de relieve las profundas diferencias en la malla urbana entre el centro-norte de Italia y la parte meridional de la península; diferencias determinadas por factores geográficos, económicos y políticos. Durante el período objeto de examen se subraya la crisis del policentrismo económico típico de los siglos XII y XIII y el papel dominante desempeñado por unas pocas grandes ciudades (Milán, Venecia, Florencia, Génova), que también obtuvieron ventajas de los cambios en el marco político que se produjeron entre los siglos XIV y XV. PALABRAS CLAVE: Edad Media. Italia. Ciudad. Demografía. Economía. Política. ABSTRACT: This paper portrays Italian urbanization trends between the end of the 13th century –when the process was at its highest– and the 14th century, including the period of severe demographic depression caused by the many recurrent epidemics of the plague. It highlights the outstanding differences that existed in urban layout between Northern and Central Italy, on the one hand, and, on the other, the southern part of the Italian Peninsula: differences that were shaped by geographic, economic and political reasons. For the period * Fecha de recepción del artículo: 2013-05-20. Comunicación de evaluación al autor: 2013-07-12. Versión definitiva: 2013-07-15. Fecha de publicación: 2014-04-30. ** Doctor en Historia. Prof. Ordinario di Storia medievale. Dipartimento di Storia, archeologia, geografia, arte, spettacolo (SAGAS), Università di Firenze, via San Gallo 10, 50129 Firenze, Italia. C.e.: giuliano.pinto@unifi.it. EDAD MEDIA. Rev. Hist., 15 (2014), pp. 37-57 © 2014. Universidad de Valladolid 38 GIULIANO PINTO taken into account the author stresses the crisis of the polycentric model that characterized the economy during the 12th and 13th centuries as well as the leading role played by a few cities (Milan, Venice, Florence, Genoa) that also took advantage of the changes in the political situation between the 14th and the 15th centuries. KEYWORDS: Middle Ages. Italy. Cities. Demography. Economy. Politics. SUMARIO: 1. La grande espansione urbana (secoli XI-XIII). 2. L’impatto dello sviluppo economico. 3. Il crollo demografico, il riassetto della maglia urbana, la ripresa quattro- cinquecentesca. 4. Alcune osservazioni conclusive. 1. LA GRANDE ESPANSIONE URBANA (SECOLI XI-XIII)1 Al termine di un processo di espansione iniziato nell’XI secolo e acceleratosi nel corso del XII e nel XIII, le città dell’Italia centro-settentrionale conobbero un forte incremento della popolazione, e conseguentemente della superficie urbana, scandito dalla costruzione di cinte murarie sempre più ampie2. Si trattò di una crescita demografica che coinvolse città e campagne. Furono queste ultime, che ospitavano la maggior parte della popolazione, a conoscere per prime la fase di sviluppo; fu dalle campagne che prese avvio un imponente e continuo flusso migratorio verso le città, che contribuì alla loro crescita più di ogni altro fattore3. 1 Il saggio riprende e aggiorna parti di miei precedenti lavori: PINTO, G., «Poids démographiques et réseaux urbains en Italie entre le XIIIe et le XVe siècle», in CROUZET PAVAN, E. e LECUPPRÉ DESJARDIN, E. (eds.), Villes de Flandre et d’Italie (XIIIe-XVIe siècles). Les enseignements d’une comparaison, Turnhout, Brepols, 2008, pp. 13-27; ID., «Popolazione e popolamento dalla tarda Antichità alla fine del secolo XV», in CAVALLI, L.L. e PIAZZA, A., La Cultura Italiana, Vol I: Terra e popoli, Torino, Utet, 2009, pp. 457-493; ID., «I nuovi equilibri tra città e campagna in Italia fra XI e XII secolo», in Città e campagna nei secoli altomedievali, Settimane di studio della Fondazione Centro italiano di studi sull’alto medioevo, Spoleto, CISAM, 2009, pp. 1055-1081. 2 Cfr. i dati riportati in HUBERT, É., «La construction de la ville. Sur l’urbanisation dans l’Italie médiévale», Annales HSS, 2004, 1, pp. 109-139, a p. 119; e in PINTO, G., «I nuovi equilibri tra città e campagna», in Città e campagna nei secoli altomedievali, pp. 1063-1067. Per Venezia –che non era protetta da mura, bensì dalle acque della laguna– l’ampliamento del tessuto urbano è attestato dall'aumento progressivo del numero delle parrocchie (CROUZET-PAVAN, E., ‘Sopra le acque salse’. Espaces, pouvoir et société à Venise à la fin du Moyen Âge, Roma, Istituto storico italiano per il Medioevo, 1992, pp. 64-65, e carte 1-5). Sulle forme di ampliamento del tessuto urbano si veda MAIRE VIGUEUR, J. C., «L’essor urbain dans l’Italie médiévale: aspects et modalités de la croissance», in Europa en los umbrales de la crisis (1250-1350), XXI Semana de Estudios Medievales de Estella, Pamplona, Gobierno de Navarra, 1995, pp. 171-204, alle pp. 177-202. 3 PINTO, «I nuovi equilibri tra città e campagna», pp. 1056-1063. EDAD MEDIA. Rev. Hist., 15 (2014), pp. 37-57 © 2014. Universidad de Valladolid TRA DEMOGRAFIA, ECONOMIA E POLITICA 39 Per quanto riguarda la popolazione urbana, Maria Ginatempo e Lucia Sandri hanno condotto anni addietro una ricerca sistematica su un arco cronologico compreso tra l’inizio del XIV secolo e l’inizio del XVI, i cui risultati sono in gran parte ancora validi4. Le due studiose hanno considerato come centri urbani quelli che all’apogeo dello sviluppo medievale (fine Duecento – inizio Trecento) contavano una popolazione pari o superiore a 5.000 abitanti, valutando tale cifra come soglia dell’insediamento urbano: una soglia certo molto alta se confrontata con i criteri adottati per gli altri paesi europei5, ma che tiene conto della specificità italiana6. Ebbene all’inizio del XIV secolo la popolazione urbana italiana superava complessivamente i due milioni e mezzo di abitanti, avvicinandosi forse ai tre milioni. L’Italia risultava di gran lunga la regione più urbanizzata dell’Europa cristiana sia per la densità della maglia che per i livelli del popolamento (vedi Carta 1). Un terzo della popolazione urbana dell’intera Europa viveva probabilmente in Italia7. I centri urbani della penisola sfioravano i 200. Quattro città italiane si staccavano dalle altre. Milano, probabilmente la maggiore città dell'Occidente cristiano, superava ampiamente i 100 mila abitanti avvicinandosi forse ai 150 mila8; Venezia e Firenze toccavano o superavano di poco i 100 mila; Genova contava non meno di 60 mila anime. Seguiva poi in ordine di grandezza un gruppetto di 8-9 grandi città (Bologna, 4 GINATEMPO, M. e SANDRI, L., L’Italia delle città. Il popolamento urbano tra Medioevo e Rinascimento (secoli XIII-XVI), Firenze, Le Lettere, 1990. I dati presentati nel volume si basano su un’analisi sistematica degli studi allora disponibili, città per città. Ricerche su singole città, pubblicate dopo il 1990, hanno portato a modificare alcune stime. È il caso ad esempio di Genova (da oltre 80.000 abitanti a 55- 60.000: PETTI BALBI, G., «Genova», in Le città del Mediterraneo all’apogeo dello sviluppo medievale. Aspetti economici e sociali, Pistoia, Centro Italiano di Studi di Storia e d’Arte, 2003, pp. 365-386, a p. 374); di Ascoli (da 15-20.000 abitanti a circa 25.000: PINTO, G., Ascoli Piceno, Spoleto, CISAM, 2013, Serie Il Medioevo nelle città italiane, vol. 4, pp. 22-27); di Roma (oltre 40.000 abitanti anziché 30-40.000: HUBERT, É., «Rome au XIVe siècle. Population et espace urbain», Médiévales, 2001, 40, pp. 43-52). 5 Cfr., BARDET, J.P. e DUPÂQUIER J. (eds.), Histoire des populations de l’Europe, I. Des origines aux prémices de la révolution démographiques, Paris, Fayard, 1997. In Germania, ad esempio, alla fine del Medioevo 2/3 dei centri considerati come città accoglievano meno di 2.000 abitanti (Ibid. p. 512); anche per i Paesi bassi (Ibid. p. 189) si parte da una soglia inferiore ai 2.000 abitanti. 6 In Italia, com’è noto, lo status e la considerazione di città erano legati alla presenza della sede vescovile (ubi episcopus ibi civitas). La grande maggioranza dei centri diocesani dell’Italia centro- settentrionale, assai meno nel Mezzogiorno, aveva una popolazione pari o superiore ai 5 mila abitanti (GINATEMPO e SANDRI, L’Italia delle città, pp. 43-49); ma vi erano anche numerosi centri della stessa consistenza che non erano sede diocesana. La scelta di una soglia più bassa (2-3 mila abitanti) non solo moltiplicherebbe il numero dei centri inscrivibili nella categoria dell’urbano (e aumenterebbe pure la difficoltà di identificarli), ma vi farebbe rientrare anche insediamenti poco compatibili con il concetto di città. 7 HUBERT, «La construction de la ville». 8 RACINE, P., «Milan à la fin du XIIIe siècle: 60.000 ou 200.000 habitants?», Aevum, 1984, LVIII, pp. 246-263. EDAD MEDIA. Rev. Hist., 15 (2014), pp. 37-57 © 2014. Universidad de Valladolid 40 GIULIANO PINTO LE PRINCIPALI CITTÀ ITALIANE FRA XIII E XVI SECOLO EDAD MEDIA. Rev. Hist., 15 (2014), pp. 37-57 © 2014. Universidad de Valladolid TRA DEMOGRAFIA, ECONOMIA E POLITICA 41 Palermo, Siena, Padova, Brescia, Cremona, forse anche Verona, Pisa e Roma) che superavano o toccavano o rimanevano di poco al di sotto dei 50 mila abitanti9; altre ancora (circa una dozzina) si collocavano tra i 20 e i 40 mila10. La piramide si allargava ulteriormente scendendo verso il basso: una sessantina circa di città contava tra 10 e 20 mila abitanti; più di 110 tra 5 e 10 mila11. Si trattava di città minori per l'Italia, mentre negli altri paesi europei sarebbero state città di assoluto rilievo. Il tasso di urbanizzazione dell’Italia nel suo complesso era nell’ordine del 20- 25%12, eccezionale per l’Europa del tempo13. Nessun altro paese conosceva una tale urbanizzazione, salvo le Fiandre e il Brabante, ma si trattava di una regione piccola, ampia pressappoco come la Toscana e l’Umbria considerate insieme14. Anche per quanto riguarda i valori assoluti emerge l’eccezionalità dell’Italia: nell’Occidente cristiano solo un’altra città, Parigi, aveva una popolazione simile a quella dei tre maggiori centri italiani; le città con circa 50 mila abitanti non arrivavano, sempre considerando il resto dell’Occidente cristiano, a eguagliare il numero di quelle presenti nella penisola15. La distribuzione delle città risultava non uniforme all’interno della penisola e delle grandi isole. Intanto, di quei circa 200 centri, 116 erano situati nell’Italia centro- settentrionale (quella che viene identificata grosso modo come l’Italia dei comuni) e 9 Cfr. GINATEMPO, M., «Gerarchie demiche e sistemi urbani nell’Italia bassomedievale: una discussione», Società e storia, 1996, 72, pp. 347-383, a p. 356. Per Roma accolgo i dati di HUBERT, «Rome au XIVe siècle». 10 Napoli in primo luogo, e poi Messina, Lucca, Perugia, Pavia, Parma, Mantova, Piacenza, L’Aquila, Ancona, Fano, Ascoli (cfr. le stime offerte da GINATEMPO, «Gerarchie demiche», p. 356, a cui si aggiunge Ascoli, vedi sopra la nota 3). 11 Cfr. i dati riassuntivi in GINATEMPO e SANDRI, L’Italia delle città, Prospetto 1, p. 224. 12 Considerando una popolazione complessiva di 12-13 milioni di abitanti: cfr. PINTO, G., «Dalla tarda Antichità alla metà del XVI secolo», in DEL PANTA, L., LIVI BACCI, M., PINTO, G. e SONNINO, E. (a cura di), La popolazione italiana dal Medioevo a oggi, Roma-Bari, Laterza, 1996, pp. 15-71, alle pp. 42-43. 13 Per l’Europa dell’inizio del XIV secolo si è indicata nel 9,5%, all’incirca, la parte della popolazione che viveva in città, ma naturalmente si tratta di un dato del tutto ipotetico considerando la qualità delle fonti a disposizione (BULST, N., «L’essor (Xe-XIVe siècles)», in BARDET e DUPÂQUIER (eds.), Histoire des populations de l’Europe, pp. 168-184, a p. 176. 14 Cfr anche i dati riportati in HUBERT, É, «La construction de la ville», p. 109 e nota 2, ripresi dal noto lavoro di BAIROCH, P., BATOU, J., CHÈVRE, P., La population des villes européennes. Banques de données et analyse sommaire des résultats, 800-1850, Genève, Droz, 1988: all’inizio del XIV secolo superano la soglia del 20% di popolazione urbana solo l’Italia, le regioni corrispondenti all’attuale Belgio e la Spagna, ma bisogna tener conto che in Spagna si consideravano città anche centri di 1.000-2.000 abitanti. Cfr. le considerazioni di GINATEMPO, «Gerarchie demiche», pp. 358-359. 15 Cfr. BULST, «L’essor (Xe-XIVe siècles)», pp. 176-177, che tuttavia accoglie per Parigi la valutazione di 200.000 abitanti. EDAD MEDIA. Rev. Hist., 15 (2014), pp. 37-57 © 2014. Universidad de Valladolid 42 GIULIANO PINTO solo 84 fra Mezzogiorno e isole. Se poi prendiamo le 25 città con più di 20 mila abitanti solo quattro (Palermo, Messina, Napoli e L’Aquila) appartenevano al Regno. Tabella 1 La popolazione urbana dell’Italia all’inizio del XIV secolo (valori indicativi) Popolazione % sul totale complessiva Metropoli, oltre i 100.000 abitanti 3 380.000 13 Grandi città, 40-60.000 10 480.000 16,5 Città medie, 20-40.000 12 360.000 12,3 Città minori, 10-20.000 60 900.000 30,8 Città piccole, 5-10.000 115 800.000 27,4 Totale città 200 2.920.000 100 Se scendiamo ad esaminare il reticolo urbano, constatiamo che esso era meno denso (e con centri urbani più piccoli) nelle grandi vallate alpine, all'estremità orientale e occidentale della pianura padana, in larga parte del Mezzogiorno e nelle grandi isole (in Sardegna in particolare). Nella parte inferiore della penisola, a partire dall’Abruzzo e dalla Campagna romana, i centri urbani maggiori sorgevano sulla costa, mentre ampi spazi vuoti emergevano all'interno, lungo la dorsale appenninica. La maglia urbana, fatta di grandi e medie città, era particolarmente fitta nella Toscana centro-settentrionale, corrispondente alla valle dell’Arno e poi lungo le due principali direttrici della pianura padano-veneta. Una lunga teoria di città sorgeva sulla via Emilia, da Rimini a Bologna a Milano e poi nella fascia pedemontana alpina, dalla stessa Milano fino a Venezia, passando per Bergamo, Brescia, Verona, Vicenza, Padova. La Toscana accoglieva quattro grandi città: Firenze, Pisa, Siena, e poi, un po’ più piccola, Lucca. Vi era poi un gruppetto di centri che contavano intorno ai 15-20 mila abitanti (Pistoia, Prato, Arezzo); quindi una miriade di centri medi e minori. Al forte popolamento urbano della parte centro-settentrionale della regione, si contrapponeva il paesaggio privo quasi di centri di rilievo del litorale tirrenico a sud di Pisa. Il resto dell'Italia centrale (Marche, Umbria, Lazio settentrionale) si caratterizzava per il fitto e uniforme reticolo di città minori, tra le quali solo Perugia, Ascoli e Ancona superavano sicuramente i 20 mila abitanti16. Nell’Italia centro-settentrionale, si era formato un sistema urbano equilibrato tra le città di mare (poche, ma importanti: Venezia, Genova, Pisa) e le città dell’interno legate 16 GINATEMPO e SANDRI, L’Italia delle città, pp. 123-137; PINTO, G., «Le città umbro-marchigiane», in Le città del Mediterraneo, pp. 245-272. EDAD MEDIA. Rev. Hist., 15 (2014), pp. 37-57 © 2014. Universidad de Valladolid TRA DEMOGRAFIA, ECONOMIA E POLITICA 43 alla costa e tra loro da vie fluviali (il Po con i suoi affluenti e i canali che li collegavano, l’Adige, l’Arno) o da una rete stradale rafforzata per iniziativa dei maggiori comuni17. Nel Mezzogiorno d’Italia, al contrario, le città si situavano quasi tutte lungo la costa; poche e piccole (con l’eccezione dell’Aquila) quelle che sorgevano nell’interno. Tale sistema derivava direttamente dall’antica organizzazione territoriale romana, sulla cui base si disegnò la rete diocesana al momento della cristianizzazione dell’Impero, dalla sopravvivenza di molte città nel corso dell’alto Medioevo, dalla diversa intensità della ripresa demografica ed economica fra X e XIII secolo e infine del diverso assetto politico che assunsero proprio in quei secoli le diverse parti d’Italia18. Altre differenze tra le varie aree della penisola, e all’interno della stessa Italia comunale, riguardavano le caratteristiche dei territori che dipendevano dalle singole città. Si trattava in primo luogo degli ordini di grandezza19. Le città del Nord ebbero in genere a disposizione ampi contadi, derivati dalle rispettive diocesi, e costruirono Stati cittadini che contavano mediamente 2-3.000 kmq, raggiungendo in qualche caso (Milano e Bologna) i 4.000 kmq e più. Tutto il territorio era suddiviso tra queste città di media e grande consistenza. Nell’Italia centrale –salvo qualche eccezione, come Firenze e Perugia– le città disponevano di territori assai più piccoli, spesso inferiori ai 1.000 kmq. All’interno dello spazio diocesano di città deboli politicamente e di relativa consistenza demografica (Torino, Alba e Acqui in Piemonte; Volterra in Toscana; Città di Castello in Umbria; Camerino e Fermo nelle Marche; ecc.), erano sorti numerosi centri minori, ben popolati, che disponevano di un loro territorio dipendente, e che godevano di larghi spazi di autonomia e talvolta di una sovranità pressoché completa: era il caso di Chieri, Pinerolo, Saluzzo, ecc., in Piemonte; di Prato, San Gimignano, Colle Val d’Elsa, Montepulciano, ecc. in Toscana; di Fabriano, San Severino, Tolentino, ecc, nelle Marche; di altri ancora in Lombardia, nel Veneto, in Umbria, nel Lazio settentrionale. Si trattava di centri, che pur non potendosi definire ‘città’, 17 Cfr. SZABÒ, TH., Comuni e politica stradale in Toscana e in Italia nel Medioevo, Bologna, Clueb, 1992. 18 Cfr. PINTO, G., «Dalla tarda Antichità», pp. 17-18; VARANINI, G. M., «L’organizzazione del territorio in Italia: aspetti e problemi», in COLLODO, S. e PINTO, G. (a cura di), La società medievale, Bologna, Monduzzi, 1999, pp. 133-176, alle pp. 135-139; MALANIMA, P., «Urbanisation and the Italian economy during the last millennium», European Rewiev of Economic History, 2005, 9, pp. 97-122. 19 Cfr. CHITTOLINI, G., Città, comunità e feudi negli stati dell’Italia centro-settentrionale (secoli XIV- XVI), Milano, Unicopli, 1996, pp. 1-17; e a livello comparativo europeo ID., «Gli stati cittadini italiani», in SCHWINGES, R. C., HESSE, C. e MORAW, P. (eds.), Europa im späten Mittelalter. Politik, Gesellshaft, Kultur, München, Oldenbourg, 2006, pp. 153-165. Per alcune singole aree si veda ZORZI, A., «L’organizzazione del territorio in area fiorentina fra XII e XIV secolo», in CHITTOLINI, G. e WILLOWEIT, D. (a cura di), L’organizzazione del territorio in Italia e in Germania: secc. XIII-XIV, Bologna, Il Mulino, 1994, pp. 279-349; PINTO, «Le città umbro-marchigiane». EDAD MEDIA. Rev. Hist., 15 (2014), pp. 37-57 © 2014. Universidad de Valladolid 44 GIULIANO PINTO presentavano, in forme per altro differenziate, molti caratteri urbani: peso demografico, struttura insediativa, articolazione sociale, molteplicità delle attività economiche20. Il rapporto tra popolazione urbana e popolazione delle campagne variava sia confrontando le macroregioni italiane (Nord, Centro, Meridione e grandi isole) sia su base territoriale minore prendendo come punto di riferimento le singole città-stato. Nel primo caso sono stati ipotizzati indici di urbanizzazione compresi tra il 15% (l’Italia del nord che scontava la presenza della vasta area alpina, priva quasi del tutto di città) e il 30% (il Centro-Italia, dalla maglia urbana assai fitta)21. Quanto all’Italia meridionale, l’indice di urbanizzazione ipotizzato (25%), sorprendentemente alto, si spiega con la presenza di numerosi centri, soprattutto in Puglia e in Sicilia, che pur raggiungendo o superando di poco i 5.000 abitanti, erano in sostanza grossi borghi rurali22. In quelle regioni infatti il sistema di sfruttamento agricolo, basato in larga parte sulla monocoltura cerealicola destinata all’esportazione, poggiava sull’insediamento accentrato, popolato in larga parte da salariati agricoli e contadini dipendenti che da lì si spostavano per andare a lavorare nei campi in occasione delle principali operazioni agricole. In alcune città-stato il rapporto tra la popolazione del territorio dipendente e quella che viveva entro le mura cittadine scendeva a proporzioni assai basse e aumentavano di conseguenza gli indici di urbanizzazione. A Firenze, per esempio, che pur disponeva di un contado molto ampio, il rapporto era di circa 3 a 1(ovvero la popolazione del contado era tre volte quella cittadina); a Perugia il rapporto risultava, stando alla Libra del 1285, di circa 2 a 1; a Orvieto, secondo i dati del catasto del 1292, esso diminuiva ulteriormente: 2-1,5 a 1; a San Gimignano e a Prato, che disponevano di piccoli territori, la popolazione che viveva entro le mura superava quella che viveva all’esterno; simile probabilmente la situazione di Ancona, città di 25.000 abitanti che disponeva di un contado esiguo, popolato solo da una quindicina di castelli23. Un tale squilibrio aveva 20 Si veda CHITTOLINI, Città, comunità e feudi, pp. 85-104; ID., «Centri minori e città fra Medioevo e Rinascimento», in NENCINI, P. (a cura di), Colle di Val d’Elsa: diocesi e città tra ‘500 e ‘600, Castelfiorentino, Società storica dellaValdelsa, 1995, pp. 11-37; e in particolare per la Toscana, PINTO, G., «Nascita e sviluppo dei centri minori della Toscana (secoli XI-XIII)», in TOCCO, F. P., Ante quam essent episcopi erant civitates. I centri minori dell’Italia tardo medievale, Messina, Centro interdipartimentale di Studi Umanistici, 2010, pp. 89-107. 21 PINTO, «Dalla tarda Antichità», p. 43. MALANIMA, «Urbanisation and the Italian economy», pp. 101-103 presenta dati un po’ diversi. 22 GINATEMPO e SANDRI, L’Italia delle città, pp. 159-160, 180. 23 Per Firenze cfr. HERLIHY, D. e KLAPISCH-ZUBER, CH., Les Toscans et leurs familles. Une étude du catasto florentin de 1427, Paris, ÉHESS, 1978, pp. 172-176 (ma si vedano anche a p. 231 i dati relativi al 1427); per Ancona, Orvieto e Perugia (e le altre città umbre e marchigiane) cfr. PINTO, «Le città umbro- marchigiane», pp. 249-251 (con relativi riferimenti bibliografici); per San Gimignano e Prato si vedano gli studi di FIUMI, E., Storia economica e sociale di San Gimignano, Firenze, Olschki, 1961, p. 154; ID., EDAD MEDIA. Rev. Hist., 15 (2014), pp. 37-57 © 2014. Universidad de Valladolid TRA DEMOGRAFIA, ECONOMIA E POLITICA 45 conseguenze importanti sull’approvvigionamento dei prodotti agricoli di prima necessità. Nonostante l’allargamento dei coltivi, l’intensità dello sfruttamento agricolo e la diffusa commercializzazione delle eccedenze, non poche città erano costrette a importare le principali derrate da aree lontane (Sicilia, Puglia, Sardegna, Provenza, ecc)24. Nel sud della penisola e nelle grandi isole, i rapporti tra città e territorio erano diversi. Pur all’interno di un quadro piuttosto variegato25, le città non controllavano, economicamente e politicamente, le campagne circostanti; i loro poteri –che erano d’ordine prevalentemente amministrativo– non si estendevano in modo capillare e con pienezza di giurisdizione in aree dove era forte la presenza della feudalità. 2. L’IMPATTO DELLO SVILUPPO ECONOMICO La forte ripresa demografica dell’Italia a partire dall’inizio del secondo millennio era il risultato di un altrettanto forte sviluppo delle attività economiche, che ebbero come attori principali le città della parte centro-settentrionale della penisola. Esse funsero da polo d’attrazione per gli abitanti delle campagne più vicine. Le manifatture tessili, l’edilizia, il mondo delle botteghe artigiane attrassero manodopera poco o punto specializzata, ma dalle campagne –che avevano conosciuto esse stesse un grande sviluppo demografico e la formazione di numerosi centri medi e minori– arrivarono anche esponenti della piccola aristocrazia rurale, proprietari fondiari, piccoli e medi mercanti, rappresentanti dei ceti professionali, in particolare notai, che vedevano nelle città il luogo più idoneo per accrescere il loro peso economico e politico26. Grazie al grande sviluppo delle attività mercantili, bancarie e manifatturiere, le città italiane divennero il cuore economico dell’Occidente europeo e del Mediterraneo27. Inoltre, la Demografia, movimento urbanistico e classi sociali in Prato dall’età comunale ai tempi moderni, Firenze, Olschki, 1968, pp. 47-48, 75. 24 Per un quadro complessivo dei problemi annonari delle città italiane cfr. PINTO, G., Città e spazi economici nell’Italia comunale, Bologna, Clueb, 1996, pp. 77-96. 25 Cfr. VITOLO, G., «L’egemonia cittadina sul contado nel Mezzogiorno medievale», in VITOLO, G. (a cura di), Città e contado nel Mezzogiorno tra Medioevo ed età moderna, Salerno, Laveglia, 2005, pp. 9- 26, alle pp. 16-20. 26 Per un quadro di sintesi mi permetto di rimandare a PINTO, G., «Bourgeoisie de village et différenciations sociales dans les campagnes de l’Italie communale (XIIIe-XVe siècle)», in MENANT, F. e JESSENNE, J.P., Les élites rurales dans l’Europe médiévale et moderne. Actes des XXVIIes Journées internationales d'histoire de l'Abbaye de Flaran, Toulouse, Presses Universitaires du Mirail, 2007, pp. 91- 110. 27 Resta fondamentale il quadro complessivo tracciato da JONES, PH., «La storia economica. Dalla caduta dell’Impero romano al secolo XIV», in ROMANO, R. e VIVANTI, C. (a cura di), Storia d’Italia, Torino, Einaudi, 1974, Vol. 2 (Dalla caduta dell’Impero romano al secolo XVIII), pp. 1467-1810, in particolare alle EDAD MEDIA. Rev. Hist., 15 (2014), pp. 37-57 © 2014. Universidad de Valladolid 46 GIULIANO PINTO proiezione internazionale di numerose città (in particolare Venezia e Genova, e in misura minore Firenze) fu un fattore importante di crescita anche demografica28. Le attività mercantili, bancarie e manifatturiere, che rappresentavano il punto di forza delle città comunali italiane, caratterizzavano in modo diverso i principali centri della penisola29. Venezia e Genova ebbero una vocazione più spiccatamente mercantile e il loro orizzonte si estese a tutto il Mediterraneo sino a raggiungere il mar Nero; solo alla fine del Medioevo le due città svilupparono un’attività manifatturiera di un certo livello. Pisa, rivale di Genova durante tutto il XII secolo, perse rapidamente le sue posizioni sui mercati internazionali, eccettuate la Sicilia e la Sardegna, trasformandosi in scalo marittimo al servizio degli uomini d’affari delle città toscane dell’interno. Lucca legò il suo nome all’industria della seta più che al commercio e alla banca, che pure avevano una proiezione internazionale di rilievo. Siena, al contrario, pur ospitando una discreta attività laniera, fu essenzialmente una città di banchieri ; il commercio del denaro ne determinò la grande fortuna nel corso del XIII secolo ; la crisi della banca a cavallo fra Due e Trecento fu all’origine del suo rapido declino. Più complesso fu il ruolo economico delle due maggiori città dell’interno: Milano e Firenze. Milano, che era già in età precomunale un centro mercantile di primo piano, si distingueva alla fine del XIII secolo per la manifattura tessile (pannilana e fustagni) e per la lavorazione dei metalli e la fabbrica di armi30. Firenze rappresentò «la sintesi del rinascimento economico italiano»31. Accanto al commercio e alla banca – le compagnie fiorentine subentrarono alle compagnie senesi a partire dalla seconda metà del XIII secolo e pp. 1668-1740. Ma si veda anche CROUZET-PAVAN, É., Enfers et paradis. L’Italie de Dante et de Giotto, Paris, Albin Michel, 2001, pp. 337-383. 28 MENANT, F., L’Italie des communes (1100-1350), Paris, Belin, 2005, p. 151. La proiezione internazionale non era prerogativa solo delle grandi città; anche centri di media importanza, come Asti e Piacenza, e altri più piccoli, come Chieri, Prato, San Gimignano, ecc., videro i loro uomini d’affari proiettati nel Mediterraneo e Oltralpe, spesso associati ai mercanti delle città maggiori (cfr. in generale JONES, «La storia economica», pp. 1718-1733, e per alcuni casi relativi a piccoli centri toscani PETRALIA, G., «Sui toscani in Sicilia tra Due e Trecento: la penetrazione sociale e il radicamento nei ceti urbani», in TANGHERONI, M. (a cura di), Commercio, finanza, funzione pubblica. Stranieri in Sicilia e in Sardegna nei secoli XIII-XV, Napoli, Liguori, 1989, pp. 129-218, in particolare la Tab. C, p. 209. 29 Per un quadro complessivo delle attività mercantili e manifatturiere delle città italiane cfr. JONES, «La storia economica», pp. 1718-1740. Ma si vedano anche le relazioni, su singole città o su aree regionali, raccolte negli atti del convegno Le città del Mediterraneo. 30 Per un quadro sintetico, ma completo, dell’economia milanese del periodo inserita in un ampio contesto si veda MAINONI, P., «La fisionomia economica delle città lombarde dalla fine del Duecento alla prima metà del Trecento. Materiali per un confronto», in Le città del Mediterraneo, pp. 141-221, alle pp. 176-184. 31 JONES, «La storia economica», p. 1738. EDAD MEDIA. Rev. Hist., 15 (2014), pp. 37-57 © 2014. Universidad de Valladolid TRA DEMOGRAFIA, ECONOMIA E POLITICA 47 acquistarono una posizione dominante nell’Occidente europeo e nel Mediterraneo – la città toscana accolse la più importante manifattura laniera d’Italia32. Nel Mezzogiorno d’Italia, al contrario, le città, che pure all’inizio del secondo millennio avevano mostrato segni di forte vitalità economica33, inglobate poi nella compagine statale normanno–sveva e successivamente angioina, non ebbero –com’è noto– uno sviluppo mercantile e manifatturiero paragonabile, neppure lontanamente, a quello delle città del Centro-Nord34; questo spiega, almeno parzialmente, i livelli demografici più bassi dei centri urbani meridionali. Dal quadro che abbiamo delineato, appare evidente quanto fossero forti il policentrismo economico e la competizione a livello locale e internazionale tra le diverse città comunali. Concorrenza e competizione prevalevano sulla complementarità. Quest’ultima invece rappresentava l’essenza del rapporto, sul piano economico, tra le grandi città del Centro-Nord e il Mezzogiorno d’Italia. Le prime stavano conoscendo un eccezionale sviluppo demografico ed economico, ma con un forte deficit dei prodotti destinati all'alimentazione (cereali in primo luogo) e delle materie prime per le proprie manifatture. Prodotti e materie prime di cui, per converso, il Mezzogiorno d'Italia era ricco, o che comunque poteva produrre in abbondanza in modo da alimentare con i surplus l’esportazione: frumento, bestiame da carne, vini di pregio, olio destinato alla manifattura tessile, frutta secca e formaggi, lana, cuoio e pelli, seta grezza, ecc.; quindi pluralità di produzioni agricole e di quelle derivanti dall’allevamento. A loro volta i mercanti delle città del Centro-Nord esportavano verso i centri del Mezzogiorno, soprattutto a Napoli, pannilana di diverso valore (in parte prodotti dalle manifatture del nord, da quella fiorentina in particolare, in parte commerciati da altri centri europei: dalle città fiamminghe soprattutto), e poi drappi serici lucchesi. Tali scambi erano la conseguenza di una complementarità determinata dalla geografia e dalla diversità degli sviluppi demografici ed economici (quello sviluppo diseguale che sta alla base dello schema dell’economia-mondo proposto da Braudel 35); ma anche una complementarità che non voleva dire tout court predestinazione, ma che fu in buona parte assecondata 32 Sul primato di Firenze e più in generale sulle componenti dell’economia fiorentina cfr. GOLDTHWAITE, R. A., The Economy of Renaissance Florence, Baltimore, The Johns Hopkins University Press, 2009, pp. 23-34, 126 e sgg., e 267-282. 33 Cfr. ad esempio GALASSO, G., «Le città campane nell’alto medioevo», in ID., Mezzogiorno medievale e moderno, Torino, Einaudi, 1965, pp. 61-135, alla p. 93 e sgg. 34 Questo pur in presenza di situazioni diverse tra una regione e l’altra del Mezzogiorno: cfr., in ultimo, CROUZET-PAVAN, Enfers et paradis, pp. 342-345. Sottolinea più le somiglianze che le differenze tra città comunali e città del Mezzogiorno,VITOLO, G., Tra Napoli e Salerno. La costruzione dell’identità cittadina nel Mezzogiorno medievale, Salerno, Laveglia, 2001. 35 BRAUDEL, F., La dinamica del capitalismo, Bologna, Il Mulino, 1987, pp. 106-107. Ma si veda JONES, «La storia economica», pp. 1688 e sgg. EDAD MEDIA. Rev. Hist., 15 (2014), pp. 37-57 © 2014. Universidad de Valladolid 48 GIULIANO PINTO dalle scelte adottate nel Regno, nel senso che il mercato del Sud si adeguò alle richieste degli uomini d’affari che scendevano dal Nord, innovando nelle colture (frumento e non cereali minori; gelsicoltura), sviluppando le grandi masserie pubbliche e incrementando l’allevamento36. Tra le città del Centro-Nord la concorrenza era molto forte per quanto riguardava la manifattura tessile, presente in moltissimi centri (grandi, medi e piccoli) e spesso protetta da legislazioni ad hoc37. L’aspirazione delle varie città-stato all’autosufficienza alimentare produceva quasi dappertutto normative che controllavano e in certi casi e in alcuni periodi impedivano le esportazioni a esclusivo vantaggio dei rispettivi mercati cittadini38. A sua volta la complementarietà delle economie, quando era funzionale agli interessi delle singole città, era scarsamente influenzata da fattori d’ordine politico: basti pensare al caso di Pisa, che pur schierata con il fronte ghibellino e quindi in lotta con la maggior parte delle città toscane dell’interno (a cominciare da Firenze), non cessò mai – se non per brevi periodi – di essere lo sbocco al mare di quelle città, i cui mercanti spesso vi disponevano di fondaci stabili39. Più in generale sembra che la rete delle relazioni economiche di ampio raggio fosse condizionata solo in parte dagli eventi politici e bellici: la serie continua di guerre e guerricciole tra città vicine, che le cronache cittadine testimoniano in abbondanza, non sembra aver frenato più di tanto gli scambi commerciali e le attività produttive40. Per tutte queste ragioni è improprio parlare di sistemi urbani per l’Italia dei secoli XIII e XIV, intendendo con questo termine una serie di complementarietà diffuse di natura economica facenti riferimento a precise gerarchie. Allo stesso modo non siamo in presenza di mercati regionali ma di un insieme di attività e di specializzazioni spesso 36 DEL TREPPO, M., «Stranieri nel regno di Napoli. Le élites finanziarie e la strutturazione dello spazio economico e politico», in ROSSETTI, G. (a cura di), Dentro la città. Stranieri e realtà urbane nell’Europa dei secoli XII-XVI, Napoli, Liguori, 1989, pp. 179-233, p. 219; ma si veda anche in generale PETRALIA, G., «I Toscani nel Mezzogiorno medievale: note sulla genesi e l’evoluzione trecentesca di una relazione di lungo periodo», in GENSINI, S. (a cura di), La Toscana nel secolo XIV. Caratteri di una civiltà regionale, Pisa, Pacini, 1988, pp. 287-336; GALASSO, G., Storia del Regno di Napoli, Torino, Utet, 2006, Vol. I (Il Mezzogiorno angioino e aragonese, 1266-1494, pp. 494-517. 37 Per un quadro della manifattura tessile nell’Italia bassomedievale si veda DINI, B., «L’industria tessile italiana nel tardo Medioevo», in GENSINI, S. (a cura di), Le Italie del tardo Medioevo, Pisa, Pacini, 1990, pp. 321-359. 38 Cfr. PINTO, Città e spazi economici, pp. 93-94. 39 DAVIDSOHN, R., Storia di Firenze, Firenze, Sansoni, 1956-1968, vol. VI, pp. 828-835; e per qualche esempio relativo a Prato e ad Arezzo MELIS, F., Industria e commercio nella Toscana medievale, Firenze, Le Monnier, 1989, pp. 108 e sgg. Ma si vedano ora le ricerche di Cedric QUERTIER sul tema «Présence étrangère et milieu marchand à Pise, 1300-1406», tesi in cotutela Université de Paris 1 – Università degli studi di Firenze, tutors L. Feller e G.Pinto. 40 Cfr. GINATEMPO, «Gerarchie demiche», pp. 374-375. EDAD MEDIA. Rev. Hist., 15 (2014), pp. 37-57 © 2014. Universidad de Valladolid TRA DEMOGRAFIA, ECONOMIA E POLITICA 49 in concorrenza. Bisogna aggiungere tuttavia che per questo periodo noi conosciamo meglio gli scambi internazionali che le relazioni regionali e interregionali, ovvero i traffici sulla breve e media distanza41. Si può parlare, forse, di sistema urbano regionale, nel senso di una integrazione economica abbastanza avanzata, per Venezia e i centri urbani della Terraferma più vicini alla laguna (Treviso, Padova, Vicenza, ecc.)42. Infatti il grande mercato veneziano di Rialto non si limitava ad attirare i prodotti agricoli e i manufatti delle città della Terraferma, ma ne condizionava le economie, finalizzandole alle esportazioni verso Venezia. Lo sviluppo nei secoli XIII e XIV dell’agricoltura di Treviso e Padova fu certamente stimolato dalla domanda del mercato veneziano43. Ben diverso il caso della Toscana, dove non si può parlare in alcun modo di città legate da scambi basati sulla complementarietà delle economie e influenzati da un ordinamento gerarchico. Ad esempio le relazioni commerciali di Firenze con Lucca e Siena erano piuttosto scarse. Lucca, città ben popolata (circa 35.000 abitanti) con un territorio piccolo, in larga parte montagnoso, ma che arrivava sino al mare, aveva relazioni più strette e scambi più intensi con Genova e con le città fiamminghe44. Pistoia, città di 15.000 abitanti situata a circa 30 km da Firenze, alla fine del XIII secolo aveva sicuramente più scambi con Bologna (ma anche con i paesi d’Oltralpe) che non con la vicina città toscana45. In effetti le principali città italiane dell’apogeo medievale conobbero una espansione esterna su duplice scala. In primo luogo esse si collocavano al centro di una rete internazionale costituita dai rapporti mercantili sulle lunghe distanze. Per ciascuna delle quattro città principali (Milano, Venezia, Genova e Firenze), ma anche per città di media rilevanza (Verona, Asti, Piacenza, Pisa, Siena, Lucca, Ancona, ecc.) si potrebbe tracciare facilmente una carta delle relazioni internazionali poggianti in primo luogo 41 Fa eccezione la Toscana sulla quale si veda DE LA RONCIÈRE, C. M., Firenze e le sue campagne nel Trecento. Mercanti, produzioni, traffici, Firenze, Olschki, 2005; PINTO, G., «Produzioni e reti mercantili nelle campagne toscane dei secoli XIII e XIV», Rivista di storia dell’agricoltura, 2008, XLVIII, 1, pp. 101-119. 42 Cfr. VARANINI, G. M., «Le città della Marca trevigiana fra Duecento e Trecento. Economia e società», in Le città del Mediterraneo, pp. 111-140, alle pp. 117-118, 138-139. 43 Cfr. COLLODO, S., Società e istituzioni in area veneta. Itinerari di ricerca (secoli XII-XV), Firenze, Nardini, 1999, pp. 99 e 109-112. 44 Per Lucca CHERUBINI, G., Città comunali di Toscana, Bologna, Clueb, 2003, pp. 112-115; e più in generale TANGHERONI, M., «Il sistema economico della Toscana nel Trecento», in La Toscana nel secolo XIV, pp. 41-66, che rimarca le differenze tra i primi decenni del Trecento e la fine del secolo. 45 DINI, B., «I successi dei mercanti-banchieri», in CHERUBINI G. (a cura di), Storia di Pistoia, Firenze, Le Monnier, 1998, Vol. II (L’età del libero Comune. Dall’inizio del XII alla metà del XIV secolo), pp. 155-194, alle pp. 177-181, 185. EDAD MEDIA. Rev. Hist., 15 (2014), pp. 37-57 © 2014. Universidad de Valladolid 50 GIULIANO PINTO sulle attività mercantili e finanziarie46. Ciascuna di queste città, inoltre, si poneva al centro di un territorio, in una scala locale o regionale, sviluppando un insieme di rapporti politici ed economici. Se le relazioni politiche tra città vicine sono ben note e studiate, noi conosciamo assai meno le relazioni economiche dal momento che gli storici hanno studiato soprattutto il rapporto (classico) città-contado, ovvero le relazioni tra la città e il suo territorio, assai meno la rete degli scambi commerciali tra città e città. Confrontando il ruolo economico delle principali città italiane in rapporto al loro peso demografico, viene da osservare come i due elementi vadano in genere di pari passo nell’Italia dei Comuni, ovvero che le città più popolate erano anche quelle più importanti economicamente, quelle che si ponevano al centro di una fitta rete di scambi: così Venezia, Firenze e Milano. Con due sole eccezioni significative: Genova e Bologna. La prima, pur avendo una popolazione inferiore di circa la metà a quella di Venezia, rivaleggiava –com’è noto– con la città lagunare nell’Oriente mediterraneo, e occupava spazi di assoluto rilievo nella rete degli scambi del Mediterraneo occidentale; più in generale il suo peso economico non era molto diverso da quello delle tre città maggiori. Al contrario, il peso demografico di Bologna (50 mila abitanti circa) non dipendeva certo dal particolare sviluppo delle attività mercantili e manifatturiere, che avevano una dimensione prevalentemente locale47, ma era il risultato della presenza di una delle due maggiori università dell’Occidente europeo, che attirava masse di studenti dal resto d’Italia e da fuori48. Per Bologna si deve parlare a ragione di grande città universitaria; potremmo definirla, con un termine forse anacronistico, come un grande centro di servizi, e la sua economia come un’economia indotta. 46 Sugli spazi internazionali su cui si irradiavano le economie delle quattro principali città italiane, spazi che, sommati, definivano i confini della prima economia europea centrata sull’Italia del centro-nord si vedano le considerazioni di AYMARD, M., «La Méditerranée chrétienne et l’essor du monde moderne (XIIIe-XVIIIe siècles)», in NICOLET, C., ILBERT, R., et DEPAULE, J.C. (dirs.), Mégapoles méditerranéennes. Géographie urbaine rétrospective, Paris, Maisonneuve et Larose, 2000, pp. 104-130, alle pp. 105-111; sulla proiezione internazionale anche delle città di medio livello si veda ancora una volta JONES, «La storia economica», pp. 1718-1733. 47 Sull’economia bolognese, inserita soprattutto nel contesto romagnolo, si veda la recente sintesi di GRECI, R., «Le città emiliano-romagnole», in Le città del Mediterraneo, pp. 223-244, alle pp. 240-244. 48 PINI, A. I., «“Discere turba volens”. Studenti e vita studentesca a Bologna dalle origini dello Studio alla metà del Trecento», in BRIZZI, G. P. e PINI, A. I. (a cura di), Studenti e Università degli studenti a Bologna dal XII al XIX secolo, Bologna, Istituto per la storia dell'Università, 1988, pp. 45-136; PINI, A. I., «La presenza dello Studio nell’economia di Bologna medievale», in CAPITANI, O. (a cura di), L’Università a Bologna. Personaggi, momenti e luoghi dalle origini al XVI secolo, Milano, Silvana Editoriale, 1987, pp. 85-111. EDAD MEDIA. Rev. Hist., 15 (2014), pp. 37-57 © 2014. Universidad de Valladolid TRA DEMOGRAFIA, ECONOMIA E POLITICA 51 3. IL CROLLO DEMOGRAFICO, IL RIASSETTO DELLA MAGLIA URBANA, LA RIPRESA QUATTRO-CINQUECENTESCA Il numero dei morti provocato dalla Peste del 1348 e dalle successive ondate epidemiche fu enorme, anche se quantificabile a fatica per i limiti delle fonti di cui disponiamo. Probabilmente la prima ondata epidemica portò via tra il 25 e il 30% dell'intera popolazione italiana, con una incidenza non molto diversa da quella riscontrata in altre parti d’Europa49. Le successive epidemie abbassarono ulteriormente i livelli demici e impedirono per quasi un secolo ogni possibilità di ripresa. Le regioni che erano state risparmiate in qualche misura dalla peste del 1348 furono colpite duramente dalle epidemie successive. Il quadro dell’urbanesimo italiano mutò profondamente per effetto del crollo demografico; ma su di esso influirono anche le trasformazioni dell’economia e della geografia politica50. Fu un periodo allo stesso tempo di crisi (demografica in particolare), di trasformazioni (sul piano economico e sociale) ma anche di sviluppo (in rapporto alle istituzioni politiche e amministrative, e non solo)51. Alla metà del XV secolo la rete urbana italiana appariva molto meno fitta e consistente rispetto a un secolo e mezzo avanti. Il numero delle città da 5.000 abitanti in su si era pressoché dimezzato, riducendosi a circa un centinaio; solo tre città (Milano, Venezia e Genova) contavano più di 50 mila abitanti 52. In alcuni casi la forte diminuzione della popolazione, che aveva conseguenze importanti sulle attività economiche, sulla struttura sociale e sui rapporti con il territorio, si accompagnava al venir meno di molte caratteristiche urbane53. Tale evoluzione infine determinò nuovi rapporti demografici tra città e campagne, a vantaggio delle seconde. La crisi demografica non colpì in egual modo le varie parti d’Italia. La Toscana, dove le città avevano perduto quasi i due terzi della loro popolazione (Firenze da più di 49 COMBA, R., «Il rilevamento demografico: prima e dopo la peste nera», in La peste nera: dati di una realtà ed elementi di una interpretazione. Atti del XXX Convegno storico internazionale, Todi, 10-13 ottobre 1993, Spoleto, CISAM, 1994, pp. 155-173, alle pp. 169-170. 50 Per un’analisi puntuale e problematica di tali trasformazioni rimando a GINATEMPO, M., «Le città italiane, XIV-XV secolo», in Poderes públicos en la Europa medieval: Principados, Reinos y Coronas. XXIII Semana de estudios medievales de Estella, Pamplona, Gobierno de Navarra, 1997, pp. 149-207. 51 Fanno il punto su queste diverse trasformazioni le relazioni pubblicate negli atti del convegno Italia 1350-1450: tra crisi, trasformazione, sviluppo, Pistoia, Centro Italiano di Studi di Storia e d’Arte, 1993; ma si veda anche FRANCESCHI, F. e MOLÀ, L., «L’economia del Rinascimento: dalle teorie della crisi alla ‘preistoria del consumismo’», in FANTONI, M., Il Rinascimento italiano e l’Europa, Treviso, Colla editore, 2005, Vol. I (Storia e storiografia), pp. 185-200. 52 GINATEMPO e SANDRI, L’Italia delle città, prospetto 2, p. 226. 53 Per alcuni casi precisi (San Gimignano, Assisi, Tivoli) si veda GINATEMPO, M., «Dietro un’eclissi: considerazioni su alcune città minori dell’Italia centrale», in Italia 1350-1450, pp. 35-76. EDAD MEDIA. Rev. Hist., 15 (2014), pp. 37-57 © 2014. Universidad de Valladolid 52 GIULIANO PINTO 100 mila abitanti a circa 40 mila, Siena da 50 a 18 mila, Pisa da 40 a 10 mila, ecc.), e le altre regioni dell’Italia centrale pagarono il tributo maggiore54. Ciò era la conseguenza d’una concentrazione eccezionale della popolazione sino a tutto il XIII secolo, e quindi della formazione di un ambiente del tutto favorevole allo sviluppo delle epidemie. Inoltre, l’esiguità dello spazio rurale nel suo insieme e dei territori dipendenti dalle singole città pose forti limiti alla ripresa demografica, cosa che non si verificò invece per città come Venezia e Genova. La prima, oltre a costituire dai primi anni del XV secolo un vasto dominio di ‘terraferma’, manteneva una serie di capisaldi lungo la costa orientale dell’Adriatico e nel Mediterraneo orientale, che alimentavano l’afflusso di uomini verso la città lagunare55. Simile la situazione di Genova, che controllava sì un territorio dipendente assai più limitato, ma che disponeva di un ‘impero coloniale’ non molto diverso da quello veneziano56. Per molte città dell’Italia padana la disponibilità di ampi contadi e la vicinanza del vasto arco alpino, ‘esportatore di uomini’ facilitarono il recupero demografico57. A metà del XV secolo il peso demografico delle città italiane, pur restando in assoluto quello più forte, risultava ridimensionato in una prospettiva di comparazione europea rispetto a un secolo e mezzo prima: molti centri d’Oltralpe raggiungevano ora i livelli delle città della penisola. Alla fine del secolo, quando la ripresa demografica era iniziata da alcuni decenni, l’Occidente europeo contava 21 città con una popolazione superiore ai 50.000 abitanti; tra queste solo sette erano italiane58. La seconda metà del Quattrocento segnò un'inversione di tendenza nell'evoluzione demografica italiana dopo un secolo di calo e di stasi. Le ondate epidemiche divennero 54 GINATEMPO e SANDRI, L’Italia delle città, pp. 105-115 e 139-147. 55 Si vedano i saggi raccolti nel volume miscellaneo BECK, H.G., MANOUSSACAS, M. e PERTUSI, A. (a cura di), Venezia centro di mediazione tra Oriente e Occidente (secoli XV-XVI). Aspetti e problemi, Firenze, Olschki, 1977; e inoltre MUELLER, R. C., «Stranieri e culture straniere a Venezia. Aspetti economici e sociali», in MURARO, M. (a cura di), Componenti storico-artistiche e culturali a Venezia nei secoli XIII e XIV, Venezia, Ateneo Veneto, 1981, pp. 75-77. 56 PETTI BALBI, G., «Presenze straniere a Genova nei secoli XII-XIV: letteratura, fonti, temi di ricerca», in ROSSETTI, Dentro la città, pp. 121-135; e CASARINO, G., «Stranieri a Genova nel Quattro e Cinquecento: tipologie sociali e nazioni», ibid., pp. 137-150. 57 Sui flussi migratori dalla montagna verso le pianure e le città sottostanti si veda COMBA, R., «Emigrare nel Medioevo. Aspetti economico-sociali della mobilità geografica nei secoli XI-XVI», in COMBA, R., PICCINNI, G. e PINTO, G. (a cura di), Strutture familiari, epidemie, migrazioni nell’Italia medievale, Napoli, ESI, 1984, pp. 45-74, in particolare alle pp. 59-65. L’immigrazione di uomini dal nord- Italia interessò anche varie parti dell’Italia centrale: cfr. PINTO, G., La Toscana nel tardo Medioevo. Ambiente, economia, società rurale, Firenze, Sansoni, 1982, pp. 421-439. 58 Cfr. DUPÂQUIER, J., «Les vicissitudes du peuplement (XVe-XVIIIe siècles)», in BARDET e DUPÂQUIER (eds.), Histoire des populations de l’Europe, pp. 239-261, in particolare la fig. 39, alla p. 259. All’inizio del XIV secolo le città dell’Europa cristiana con una popolazione superiore ai 50.000 abitanti erano 10-12, e di queste 6-7 erano italiane. EDAD MEDIA. Rev. Hist., 15 (2014), pp. 37-57 © 2014. Universidad de Valladolid TRA DEMOGRAFIA, ECONOMIA E POLITICA 53 progressivamente meno virulente, minori gli effetti della guerra. L’aumento della popolazione, che si rafforzerà nel secolo successivo, fu un fenomeno generale, ma con cronologie e risultati diversi. A metà Cinquecento la popolazione italiana era ormai prossima ai livelli dell’apogeo medievale; livelli che avrebbe raggiunto e superato nella seconda metà del secolo59. La crescita risultava di gran lunga maggiore nel Mezzogiorno d‘Italia, dove si raggiunsero e si superarono i livelli dell’apogeo medievale60. Napoli, città capitale di un regno, crebbe a tal punto da diventare con circa 200 mila abitanti la maggiore città italiana e una delle principali metropoli d’Europa. Aumentò pure di molto la popolazione dei centri situati all’interno della fertile pianura campana. In Puglia conobbero una notevole crescita alcuni centri dell'interno (Lecce diventò la seconda città del Regno) e della costa jonica. Minore invece fu il dinamismo delle città della costa adriatica (Bari, Barletta, Otranto), che scontavano la crisi dei traffici con l'Oriente. Nell’Italia centrale la ripresa demografica iniziò più tardi e fu nel complesso più contenuta. A metà XVI secolo la popolazione risultava inferiore di circa un terzo a quella dell’apogeo medievale, con un’incidenza maggiore della popolazione rurale rispetto a quella urbana. Nessuna delle principali città di Toscana, Umbria e Marche aveva recuperato i livelli di due secoli prima. Roma invece, tornata ad essere la capitale a pieno titolo della Cristianità, con il conseguente forte afflusso di popolazione proveniente dai vari paesi cattolici, divenne la città più cosmopolita d’Europa. Il censimento del 1526 – effettuato alla vigilia del Sacco – attesta una popolazione di circa 60 mila abitanti61. Nell'Italia settentrionale il recupero della popolazione del primo Trecento fu quasi completo. Alcune città (Venezia, Bologna, Mantova, Ferrara) crebbero a tal punto da superare quei livelli; altre (Milano, Pavia) rimasero un po’ al di sotto. Nelle campagne, soprattutto in quelle lombarde, il popolamento trasse vantaggio dalla ripresa delle opere di bonifica e dalla canalizzazione delle acque. Questo consentì l’introduzione nei cicli colturali del prato artificiale, a vantaggio dell’allevamento bovino e della stessa agricoltura. A metà XVI secolo le gerarchie urbane risultavano modificate. Accanto alle tradizionali città del Nord (Milano, Venezia, Bologna, Genova; ma ora anche Brescia, Verona, Ferrara), una funzione di rilievo era stato assunta da Roma e dalle città 'capitali' 59 SONNINO, E., «L’età moderna (secoli XVI-XVIII)», in DEL PANTA, LIVI BACCI, PINTO e SONNINO (a cura di), La popolazione italiana, pp. 73-130, a p. 79. 60 GINATEMPO e SANDRI, L’Italia delle città, pp. 220-222. 61 ESPOSITO, A., «La popolazione romana dalla fine del secolo XIV al Sacco: caratteri e forme di una evoluzione demografica», in SONNINO, E., (a cura di), Popolazione e società a Roma dal Medioevo all’età contemporanea, Roma, Il Calamo, 1998, pp. 37-49. EDAD MEDIA. Rev. Hist., 15 (2014), pp. 37-57 © 2014. Universidad de Valladolid 54 GIULIANO PINTO del Mezzogiorno: Napoli e Palermo, e con loro Messina e Catania . Le città dell'Italia centrale, eccettuata Roma, avevano perduto molte posizioni: solo Firenze e Roma contavano più di 40 mila abitanti. Firenze, pur capitale di uno Stato regionale e ancora centro economico di rilievo europeo, contava più o meno gli stessi abitanti di molte città del Nord (Bologna, Verona, Brescia, Genova) e del Regno (Palermo e Messina), un tempo nettamente meno popolate62. 4. ALCUNE OSSERVAZIONI CONCLUSIVE Il trend demografico delle città italiane e le modificazioni che interessarono l’economia, la società e il quadro politico fra XIII e inizio XVI secolo, suggeriscono alcune considerazioni di carattere generale. Al cambiamento delle gerarchie demografiche corrispose in molti casi un cambiamento delle gerarchie economiche. Il policentrismo economico dell’apogeo medievale venne meno in seguito al declino di alcune città che erano un tempo tra le più dinamiche (Pisa e Siena, ad esempio) e di numerosi centri di media importanza (Asti, Piacenza, Pistoia, Orvieto, Perugia, ecc.). Si trattava certo di un particolarismo economico destinato a venir meno in seguito alla crescente concorrenza sui mercati internazionali e alla formazione di soggetti statali di ampie dimensioni, che ridussero la frammentazione politica e imposero rapidamente gli interessi della città dominante63. Nel declino di alcune di quelle città giocarono un ruolo importante fattori culturali, quale il distacco dei gruppi sociali dominanti dalle attività mercantili e bancarie – si direbbe il ripudio – a favore di un ménage basato sulla rendita assicurata dalla grande proprietà fondiaria64. Nel contempo le città capitali (Venezia, Milano, Firenze) attrassero non poche famiglie eminenti che arrivavano dai centri soggetti. Lo sviluppo economico nel corso del XV secolo di qualche città di media consistenza (Ancona ad esempio) e di qualche piccolo centro (Chieri, Pescia, Sansepolcro, Camerino, ecc.) sottolinea la loro capacità di cogliere le occasioni offerte dalla nuova organizzazione politica, dalla nascita di nuove relazioni di mercato, dallo sviluppo di alcune manifatture (seta, lana, carta, ecc.) che trovavano condizioni di 62 GINATEMPO e SANDRI, L’Italia delle città, Prospetto n. 3 e relativa carta. 63 Fu il caso, ad esempio, di Firenze: cfr. FRANCESCHI, F., «Istituzioni e attività economiche a Firenze: considerazioni sul governo del settore industriale (1350-1450)», in LAMIONI, C., (a cura di), Istituzioni e società in Toscana nell’età moderna, Atti delle Giornate di studio dedicate a G. Pansini, Roma, Ministero per i beni culturali e ambientali, 1994, pp. 76-117. 64 Per qualche esempio vedi PINTO, G., Toscana medievale. Paesaggi e realtà sociali, Firenze, Le Lettere, 1991, p. 48. EDAD MEDIA. Rev. Hist., 15 (2014), pp. 37-57 © 2014. Universidad de Valladolid TRA DEMOGRAFIA, ECONOMIA E POLITICA 55 favore nell’ambito di quei territori65.Tali successi, tuttavia, modificarono solo nei dettagli il quadro delle gerarchie urbane. Alla fine del Medioevo il perno dell’economia italiana continuava ad essere rappresentato dalle quattro città principali (Venezia, Milano, Genova e Firenze), che compensarono la maggiore concorrenza a livello internazionale dei centri catalani, francesi, fiamminghi, tedeschi, e successivamente olandesi e inglesi, grazie a quel processo di selezione nell’assetto urbano della Penisola, di cui si è detto66. Le quattro città italiane continuarono a svolgere un ruolo di assoluto rilievo in Europa e nel Mediterraneo soprattutto nel settore mercantile e bancario. All’interno di quelle società urbane la mentalità mercantile restò del tutto prevalente e intatto il ruolo e il prestigio del mercante. Ai fallimenti di alcuni faceva seguito il successo di altri. Il ricambio sociale, per quanto meno vivace rispetto ai secoli della ‘rivoluzione commerciale’, consentì l’affermazione di nuove famiglie nel mondo degli affari67. Il settore manifatturiero conobbe modificazioni rilevanti. La minore produzione di panni-lana, che soffrivano la concorrenza delle città straniere, fu compensata dalla forte crescita della manifattura serica68. La domanda – assai più forte rispetto ai secoli precedenti – di manufatti artistici e di lusso da parte di una clientela sia ecclesiastica che laica, favorì lo sviluppo del grande artigianato69. 65 Cfr. in rapporto, ai diversi centri, COMBA, R., Contadini, signori e mercanti nel Piemonte medievale, Roma-Bari, Laterza, 1988, pp. 125-142; BROWN, J. C., In the Shadow of Florence. Provincial Society in Renaissance Pescia, New York–Oxford, Oxford University Press, 1982; PINTO, Città e spazi economici, pp. 223-236; DI STEFANO, E., Una città mercantile. Camerino nel tardo Medioevo, Camerino, Università degli studi di Camerino, 1998; PINTO, G., «Camerino nel Quattrocento: il decollo di un’economia mercantile e manifatturiera», in DE MARCHI, A. e FALASCHI P. L. (a cura di), I da Varano e le arti, Ascoli Piceno, Maroni, 2003, pp. 53-60. 66 Cfr. EPSTEIN, S. R., «L’economia italiana nel quadro europeo», in FRANCESCHI, F., GOLDTHWAITE, R. A. e MUELLER R. C. (a cura di), Il Rinascimento italiano e l’Europa, Vicenza, Fondacione Cassamarca, Colla editore, 2007, Vol. 4 (Commercio e cultura mercantile), pp. 3-47; e KIRK, TH. A., «Le risposte italiane ai cambiamenti economici», Ibid., pp. 49-69. 67 Per Firenze alcune ricerche hanno messo in rilievo la forte ascesa di famiglie ‘nuove’ nel corso del XV secolo: cfr. MALANIMA, P., I Riccardi di Firenze. Una famiglia e un patrimonio nella Toscana dei Medici, Firenze, Olschki, 1977; TOGNETTI, S., Il Banco Cambini. Affari e mercati di una compagnia mercantile-bancaria nella Firenze del XV secolo, Firenze, Olschki, 1999; ID., Da Figline a Firenze. Ascesa economica e politica della famiglia Serristori (secoli XIV-XVI), Firenze, Opus Libri, 2003. 68 Sulla sviluppo della manifattura serica in Italia cfr. DINI, B., Saggi su una economia-mondo. Firenze e l’Italia fra Mediterraneo ed Europa (secc. XIII-XVI), Pisa, Pacini, 1995, pp. 51-85; ma si veda anche il volume La seta in Italia dal Medioevo al Seicento. Dal baco al drappo, a cura di L. MOLÀ, R. C. MUELLER, C. ZANIER, Venezia, Marsilio, 2000, in particolare i saggi di D. JACOBY, E. DEMO, F. BATTISTINI, F. FRANCESCHI. 69 GOLDTHWAITE, R. A., Ricchezza e domanda nel mercato dell'arte in Italia dal Trecento al Seicento. Cultura materiale e consumismo, Milano, Unicopli, 1996, i capitoli dedicati alla ‘domanda’. EDAD MEDIA. Rev. Hist., 15 (2014), pp. 37-57 © 2014. Universidad de Valladolid 56 GIULIANO PINTO La semplificazione del quadro politico favorì la nascita di sistemi economici basati sulla complementarità e sull’integrazione tra le diverse città e le diverse aree inserite nei nuovi Stati regionali; stimolò vocazioni particolari di singole città; favorì la formazione di mercati regionali, che andavano talvolta al di là dei confini politici70. È quel che accadde ad esempio in Toscana alla fine del Medioevo: Siena, pur restando uno Stato sovrano, entrò a far parte di una rete di relazioni economiche che avevano il loro centro in Firenze, rifornendo molte città dello Stato fiorentino di derrate alimentari (grano soprattutto) e di materie prime per le manifatture71. Nell’ambito dei rapporti tra città e campagne si accentuò ulteriormente il predominio economico delle prime sulle seconde. Vi influirono la crescita progressiva della proprietà terriera cittadina, elevata percentualmente e concentrata sulle terre più fertili72, e la forza di attrazione delle città nei confronti dei ceti medi e medio-alti delle campagne (costituiti da proprietari fondiari, piccoli e medi mercanti, notai, artigiani qualificati) che videro nelle città il luogo migliore per accrescere le proprie fortune e per contare politicamente. Così la ricchezza tese a concentrarsi sempre di più nelle città73. L’evoluzione dell’economia determinò nuove gerarchie all’interno della Penisola. Le città toscane, nel loro insieme persero d’importanza rispetto alle città del Nord Italia. E non è un caso che a usare il termine ‘crisi’ in riferimento al periodo rinascimentale (secoli XV-XVI) furono per primi alcuni storici che avevano fatto oggetto dei propri studi l’economia e la demografia delle città toscane74. Al contrario il Regno di Napoli e la Sicilia conobbero uno sviluppo significativo, pur rimanendo lontano dai livelli economici del Centro-Nord, e parteciparono in misura crescente agli scambi a livello internazionale, con un ruolo non semplicemente passivo, grazie alla politica seguita dai re aragonesi di Napoli (Alfonso e Ferrante) e grazie all’integrazione della Sicilia nel 70 EPSTEIN, S. R., «Cities, regions and the late medieval crisis: Sicily and Tuscany compared», Past and Present, 1991, 130, pp. 3-50; ID., «Town and country: economy and institutions in late medieval Italy», Economic History Review, 1993, 46, pp. 453-477; ID., «I caratteri originali. L’economia», in SALVESTRINI, F. (a cura di), L’Italia alla fine del Medioevo: i caratteri originali nel quadro europeo, Firenze, Firenze University Press, 2006, pp. 381-431, in particolare alle pp. 445-449. 71 PINTO, La Toscana nel tardo Medioevo, pp. 86-89. Ma cfr. anche MALANIMA, P., «La formazione di una regione economica: la Toscana nei secoli XIII-XV», Società e Storia, 1983, 20, pp. 229-269; EPSTEIN, R. S., «Stato territoriale ed economia regionale nella Toscana del Quattrocento», in La Toscana al tempo di Lorenzo il Magnifico. Politica. Economia. Cultura. Arte, Pisa, Pacini, 1996, Vol. III, pp. 869-890. 72 CHERUBINI, G., «La proprietà fondiaria nei secoli XV-XVI nella storiografia italiana», Società e storia, 1978, I, pp. 9-33. 73 PINTO, Città e spazi economici, pp. 33-35. 74 SAPORI, A., Studi di storia economica (secoli XIII-XIV-XV), Firenze, Sansoni, 1955-1967, Vol. III, pp. 423-456; FIUMI, E., Fioritura e decadenza dell’economia fiorentina, Firenze, Olschki, 1977, pp. 75-90. EDAD MEDIA. Rev. Hist., 15 (2014), pp. 37-57 © 2014. Universidad de Valladolid TRA DEMOGRAFIA, ECONOMIA E POLITICA 57 milieu economico della Corona d’Aragona75. Anche in questo caso le interazioni tra demografia, economia e politica giocarono un ruolo importante. 75 Sul ruolo economico di Napoli nel XV e XVI secolo cfr. GOLDTHWAITE, Ricchezza e domanda, p. 29; sull’economia siciliana nello stesso periodo si veda EPSTEIN, S. R., Potere e mercati in Sicilia. Secoli XIII-XVI, Torino, Einaudi, 1996, in particolare alle pp. 303-313, dove discute anche interpretazioni storiografiche divergenti o non collimanti. Ma si veda ora SAKELLARIOU, E., Southern Italy in the Late Middle Ages. Demographic, Institutional and Economic Change in the Kingdom of Naples, c. 1440-c. 1530, Leiden-Boston, Brill, 2012, che traccia un quadro molto (forse troppo) positivo dell’economia del Regno, su cui si rimanda a TOGNETTI, S., «L’economia del Regno di Napoli tra Quattro e Cinquecento. Riflessioni su una recente rilettura», Archivio storico italiano, 2012, CLXX, pp. 757-768. EDAD MEDIA. Rev. Hist., 15 (2014), pp. 37-57 © 2014. Universidad de Valladolid

References (23)

  1. DEL TREPPO, M., «Stranieri nel regno di Napoli. Le élites finanziarie e la strutturazione dello spazio economico e politico», in ROSSETTI, G. (a cura di), Dentro la città. Stranieri e realtà urbane nell'Europa dei secoli XII-XVI, Napoli, Liguori, 1989, pp. 179-233, p. 219; ma si veda anche in generale PETRALIA, G., «I Toscani nel Mezzogiorno medievale: note sulla genesi e l'evoluzione trecentesca di una relazione di lungo periodo», in GENSINI, S. (a cura di), La Toscana nel secolo XIV. Caratteri di una civiltà regionale, Pisa, Pacini, 1988, pp. 287-336;
  2. GALASSO, G., Storia del Regno di Napoli, Torino, Utet, 2006, Vol. I (Il Mezzogiorno angioino e aragonese, 1266-1494, pp. 494-517. 37 Per un quadro della manifattura tessile nell'Italia bassomedievale si veda DINI, B., «L'industria tessile italiana nel tardo Medioevo», in GENSINI, S. (a cura di), Le Italie del tardo Medioevo, Pisa, Pacini, 1990, pp. 321-359.
  3. Cfr. PINTO, Città e spazi economici, pp. 93-94.
  4. DAVIDSOHN, R., Storia di Firenze, Firenze, Sansoni, 1956-1968, vol. VI, pp. 828-835; e per qualche esempio relativo a Prato e ad Arezzo MELIS, F., Industria e commercio nella Toscana medievale, Firenze, Le Monnier, 1989, pp. 108 e sgg. Ma si vedano ora le ricerche di Cedric QUERTIER sul tema «Présence étrangère et milieu marchand à Pise, 1300-1406», tesi in cotutela Université de Paris 1 - Università degli studi di Firenze, tutors L. Feller e G.Pinto.
  5. Cfr. GINATEMPO, «Gerarchie demiche», pp. 374-375.
  6. COMBA, R., «Il rilevamento demografico: prima e dopo la peste nera», in La peste nera: dati di una realtà ed elementi di una interpretazione. Atti del XXX Convegno storico internazionale, Todi, 10-13 ottobre 1993, Spoleto, CISAM, 1994, pp. 155-173, alle pp. 169-170. 50 Per un'analisi puntuale e problematica di tali trasformazioni rimando a GINATEMPO, M., «Le città italiane, XIV-XV secolo», in Poderes públicos en la Europa medieval: Principados, Reinos y Coronas. XXIII Semana de estudios medievales de Estella, Pamplona, Gobierno de Navarra, 1997, pp. 149-207. 51 Fanno il punto su queste diverse trasformazioni le relazioni pubblicate negli atti del convegno Italia 1350-1450: tra crisi, trasformazione, sviluppo, Pistoia, Centro Italiano di Studi di Storia e d'Arte, 1993; ma si veda anche FRANCESCHI, F. e MOLÀ, L., «L'economia del Rinascimento: dalle teorie della crisi alla 'preistoria del consumismo'», in FANTONI, M., Il Rinascimento italiano e l'Europa, Treviso, Colla editore, 2005, Vol. I (Storia e storiografia), pp. 185-200. 52 GINATEMPO e SANDRI, L'Italia delle città, prospetto 2, p. 226. 53 Per alcuni casi precisi (San Gimignano, Assisi, Tivoli) si veda GINATEMPO, M., «Dietro un'eclissi: considerazioni su alcune città minori dell'Italia centrale», in Italia 1350-1450, pp. 35-76. 54 GINATEMPO e SANDRI, L'Italia delle città, pp. 105-115 e 139-147. 55 Si vedano i saggi raccolti nel volume miscellaneo BECK, H.G., MANOUSSACAS, M. e PERTUSI, A. (a cura di), Venezia centro di mediazione tra Oriente e Occidente (secoli XV-XVI). Aspetti e problemi, Firenze, Olschki, 1977; e inoltre MUELLER, R. C., «Stranieri e culture straniere a Venezia. Aspetti economici e sociali», in MURARO, M. (a cura di), Componenti storico-artistiche e culturali a Venezia nei secoli XIII e XIV, Venezia, Ateneo Veneto, 1981, pp. 75-77.
  7. PETTI BALBI, G., «Presenze straniere a Genova nei secoli XII-XIV: letteratura, fonti, temi di ricerca», in ROSSETTI, Dentro la città, pp. 121-135; e CASARINO, G., «Stranieri a Genova nel Quattro e Cinquecento: tipologie sociali e nazioni», ibid., pp. 137-150.
  8. Sui flussi migratori dalla montagna verso le pianure e le città sottostanti si veda COMBA, R., «Emigrare nel Medioevo. Aspetti economico-sociali della mobilità geografica nei secoli XI-XVI», in COMBA, R., PICCINNI, G. e PINTO, G. (a cura di), Strutture familiari, epidemie, migrazioni nell'Italia medievale, Napoli, ESI, 1984, pp. 45-74, in particolare alle pp. 59-65. L'immigrazione di uomini dal nord- Italia interessò anche varie parti dell'Italia centrale: cfr. PINTO, G., La Toscana nel tardo Medioevo. Ambiente, economia, società rurale, Firenze, Sansoni, 1982, pp. 421-439.
  9. Cfr. DUPÂQUIER, J., «Les vicissitudes du peuplement (XV e -XVIII e siècles)», in BARDET e DUPÂQUIER (eds.), Histoire des populations de l'Europe, pp. 239-261, in particolare la fig. 39, alla p. 259. All'inizio del XIV secolo le città dell'Europa cristiana con una popolazione superiore ai 50.000 abitanti erano 10-12, e di queste 6-7 erano italiane. 62 GINATEMPO e SANDRI, L'Italia delle città, Prospetto n. 3 e relativa carta.
  10. Fu il caso, ad esempio, di Firenze: cfr. FRANCESCHI, F., «Istituzioni e attività economiche a Firenze: considerazioni sul governo del settore industriale (1350-1450)
  11. », in LAMIONI, C., (a cura di), Istituzioni e società in Toscana nell'età moderna, Atti delle Giornate di studio dedicate a G. Pansini, Roma, Ministero per i beni culturali e ambientali, 1994, pp. 76-117. 64 Per qualche esempio vedi PINTO, G., Toscana medievale. Paesaggi e realtà sociali, Firenze, Le Lettere, 1991, p. 48.
  12. Cfr. in rapporto, ai diversi centri, COMBA, R., Contadini, signori e mercanti nel Piemonte medievale, Roma-Bari, Laterza, 1988, pp. 125-142; BROWN, J. C., In the Shadow of Florence. Provincial Society in Renaissance Pescia, New York-Oxford, Oxford University Press, 1982; PINTO, Città e spazi economici, pp. 223-236;
  13. DI STEFANO, E., Una città mercantile. Camerino nel tardo Medioevo, Camerino, Università degli studi di Camerino, 1998; PINTO, G., «Camerino nel Quattrocento: il decollo di un'economia mercantile e manifatturiera», in DE MARCHI, A. e FALASCHI P. L. (a cura di), I da Varano e le arti, Ascoli Piceno, Maroni, 2003, pp. 53-60.
  14. Cfr. EPSTEIN, S. R., «L'economia italiana nel quadro europeo», in FRANCESCHI, F., GOLDTHWAITE, R. A. e MUELLER R. C. (a cura di), Il Rinascimento italiano e l'Europa, Vicenza, Fondacione Cassamarca, Colla editore, 2007, Vol. 4 (Commercio e cultura mercantile), pp. 3-47; e KIRK, TH. A., «Le risposte italiane ai cambiamenti economici», Ibid., pp. 49-69.
  15. Per Firenze alcune ricerche hanno messo in rilievo la forte ascesa di famiglie 'nuove' nel corso del XV secolo: cfr. MALANIMA, P., I Riccardi di Firenze. Una famiglia e un patrimonio nella Toscana dei Medici, Firenze, Olschki, 1977; TOGNETTI, S., Il Banco Cambini. Affari e mercati di una compagnia mercantile-bancaria nella Firenze del XV secolo, Firenze, Olschki, 1999; ID., Da Figline a Firenze. Ascesa economica e politica della famiglia Serristori (secoli XIV-XVI), Firenze, Opus Libri, 2003. 68 Sulla sviluppo della manifattura serica in Italia cfr. DINI, B., Saggi su una economia-mondo.
  16. Firenze e l'Italia fra Mediterraneo ed Europa (secc. XIII-XVI), Pisa, Pacini, 1995, pp. 51-85; ma si veda anche il volume La seta in Italia dal Medioevo al Seicento. Dal baco al drappo, a cura di L. MOLÀ, R. C. MUELLER, C. ZANIER, Venezia, Marsilio, 2000, in particolare i saggi di D. JACOBY, E. DEMO, F. BATTISTINI, F. FRANCESCHI.
  17. GOLDTHWAITE, R. A., Ricchezza e domanda nel mercato dell'arte in Italia dal Trecento al Seicento. Cultura materiale e consumismo, Milano, Unicopli, 1996, i capitoli dedicati alla 'domanda'.
  18. EPSTEIN, S. R., «Cities, regions and the late medieval crisis: Sicily and Tuscany compared», Past and Present, 1991, 130, pp. 3-50; ID., «Town and country: economy and institutions in late medieval Italy», Economic History Review, 1993, 46, pp. 453-477; ID., «I caratteri originali. L'economia», in SALVESTRINI, F. (a cura di), L'Italia alla fine del Medioevo: i caratteri originali nel quadro europeo, Firenze, Firenze University Press, 2006, pp. 381-431, in particolare alle pp. 445-449.
  19. PINTO, La Toscana nel tardo Medioevo, pp. 86-89. Ma cfr. anche MALANIMA, P., «La formazione di una regione economica: la Toscana nei secoli XIII-XV», Società e Storia, 1983, 20, pp. 229-269; EPSTEIN, R. S., «Stato territoriale ed economia regionale nella Toscana del Quattrocento», in La Toscana al tempo di Lorenzo il Magnifico. Politica. Economia. Cultura. Arte, Pisa, Pacini, 1996, Vol. III, pp. 869-890.
  20. CHERUBINI, G., «La proprietà fondiaria nei secoli XV-XVI nella storiografia italiana», Società e storia, 1978, I, pp. 9-33.
  21. PINTO, Città e spazi economici, pp. 33-35.
  22. SAPORI, A., Studi di storia economica (secoli XIII-XIV-XV), Firenze, Sansoni, 1955-1967, Vol. III, pp. 423-456;
  23. FIUMI, E., Fioritura e decadenza dell'economia fiorentina, Firenze, Olschki, 1977, pp. 75-90. milieu economico della Corona d'Aragona 75 . Anche in questo caso le interazioni tra demografia, economia e politica giocarono un ruolo importante. 75 Sul ruolo economico di Napoli nel XV e XVI secolo cfr. GOLDTHWAITE, Ricchezza e domanda, p. 29; sull'economia siciliana nello stesso periodo si veda EPSTEIN, S. R., Potere e mercati in Sicilia. Secoli XIII-XVI, Torino, Einaudi, 1996, in particolare alle pp. 303-313, dove discute anche interpretazioni storiografiche divergenti o non collimanti. Ma si veda ora SAKELLARIOU, E., Southern Italy in the Late Middle Ages. Demographic, Institutional and Economic Change in the Kingdom of Naples, c. 1440-c. 1530, Leiden-Boston, Brill, 2012, che traccia un quadro molto (forse troppo) positivo dell'economia del Regno, su cui si rimanda a TOGNETTI, S., «L'economia del Regno di Napoli tra Quattro e Cinquecento. Riflessioni su una recente rilettura», Archivio storico italiano, 2012, CLXX, pp. 757-768.