nº9 (2000-09-01)
Las mujeres subsaharianas en el Estado español
Remei Sipi
Las ecuatoguineanas en el Estado español
La llegada de las guineanas en España se puede dividir en tres etapas bien diferenciadas, la una de la otra. 1) 1959-1966; 2) 1966-1971; 3) 1980-1990. La primera etapa es la de los objetivos realizados. Si bien alguna de las ecuatoguineanas que están en España pertenecen a esta etapa, su permanencia aquí fue en su día voluntaria, muchas estudiaron lo que se propusieron y retornaron a nuestro país. Por ello, es correcto decir que esta primera etapa es la de los objetivos cumplidos. La segunda, la llamaremos la de los objetivos truncados. Llegaron a España como las de la primera etapa para estudiar y volver al país, pero una vez aquí, la situación política de Guinea Ecuatorial cambia y las relaciones diplomáticas con España se deterioran (GUINEA ECUATORIAL MATERIA DE RESERVA). A las que llegaron becadas, se les privó de dicha beca, viéndose como las no becadas desamparadas por Guinea y por España; entraron en España con documentación española, y una vez ésta caducó, no se la renovaron; durante muchos años estuvieron indocumentadas. Mientras, otras se acogieron al Estatuto de Apátrida. A partir de aquí se puede afirmar que empieza una situación difícil para estas ecuatoguineanas. Algunas se inclinaron a formar pareja, buscaron trabajo en lo que fuese para poder terminar los estudios, y contra viento y marea, compaginaron trabajo y estudio. Trabajos no muy gratificantes, en la mayoría de los casos, trabajos reservados a las capas más bajas y al personal no cualificado (servicio doméstico, prostitución, etc.). Muchas, y particularmente las del servicio doméstico, tenían las ideas muy claras y sabían que este trabajo sería efímero y que una vez terminaran los estudios podían acceder al puesto de trabajo por el cual se estaban preparando y luchando. A este grupo pertenecen las guineanas que podemos encontrar en los hospitales, como médicos o enfermeras; en las escuelas como profesoras de EGB, BUP o FP; en algunas oficinas de la Administración pública, como funcionarias; y en los despachos de algunas empresas privadas que sobrevivieron a la crisis económica de mediados de los años setenta. De hecho, las que tuvieron la mala fortuna de encontrarse en alguna de las empresas que no sobrevivió a la crisis, hoy están realizando trabajos que no corresponden con su formación y conocimientos. En Cataluña, en la zona de Madrid, Valencia y Palma de Mallorca, podemos encontrar con facilidad enfermeras diplomadas realizando trabajos de auxiliares. Desgraciadamente muchas de mis compatriotas de esta etapa que se iniciaron en la prostitución, en la actualidad siguen en ello. Son contados los casos de las que por necesidad tuvieron que buscar la subsistencia en este campo y hoy están felizmente trabajando en otra cosa; es más, ni siquiera el dinero que ganaron les ha permitido montar algún “negocito” aquí o en su caso en Guinea. Lamentablemente con una media de cuarenta y largos años y rayando la cincuentena en muchos casos, están sin un céntimo y sin posibilidades de realizar otro tipo de trabajo, pues a diferencia de las que estaban en el servicio doméstico, se limitaron a ganar dinero y a gastarlo, la alternativa de estudiar y hacer pasajera la prostitución no tuvo lugar. La tercera etapa se inicia en la década de los ochenta, hasta hoy. Las guineanas pertenecientes a esta etapa se encuentran jurídicamente en la misma situación que cualquier africana en España. A éstas no les afecta el famoso tópico “vosotras las guineanas sois diferentes”. Sus objetivos no tienen nada que ver con las etapas anteriores. Vivieron su niñez en el régimen de Macías. Sus años de escolaridad los pasaron sin pena ni gloria y su base cultural es baja. Llegaron a España avaladas por algún pariente, tía, hermana, etc. De una base de cultura dos llegan al nivel cuatro a la difícil edad de los dieciocho o veinte años. Viven en una sociedad de consumo como es la occidental. Su niñez ha sido dura y difícil, llena de privaciones para entender y aceptar que los dieciocho o veinte años de las chicas españolas no son comparables con los suyos. Las hermanas, tías, etc., que las avalaron para venir a España, sólo disponen de medios haciendo un sacrificio, a fin de que estudien cualquier profesión que les permita, si no volver a Guinea, (pues las perpectivas de este pequeño país no son precisamente esperanzadora), sí acceder a un puesto de trabajo mejor de los que la mayoría está realizando en la actualidad. Ante este panorama y en esta sociedad en la que la mayoría de edad da unas ciertas libertades, una de las cosas que aprenden con cierta facilidad, lo aplican a rajatabla; se van de casa, pues ya son mayores de edad, buscan trabajo y a vivir. No tienen documentación en regla en la mayoría de los casos, puesto que ésta ha caducado. Ya no viven con la persona que las avaló y, en muchos casos, las relaciones con estos parientes no son buenas debido a que su salida de casa ha sido de una manera nada civilizada. Esta mala relación podríamos encontrarla en la falta de análisis de los parientes avaladores de la idiosincracia de esta nueva guineana. Debido a que no ha tenido la suficiente picardía para aprovechar la oportunidad y no salir bajo la tutela del aval hasta no conseguir algún oficio y de paso algún beneficio, los puestos de trabajo a los que puede acceder son los llamados marginales, sujetos siempre a cualquier tipo de atropello por la inseguridad jurídica en la que se encuentran. Las menos, una vez “independientes” aún con todas las dificultades encontradas, están luchando, incluso algunas han formado familia. Casi todas como en la segunda etapa, han conocido su pareja aquí y preferentemente de su grupo étnico, bubis con bubis, ndowes con ndowes, aunque la exogamia también se da. Entre el 1968 y el 1979, período del régimen de Francisco Macías Nguema, se observa un aumento considerable de estudiantes becados por el Gobierno de Guinea, en algunos casos, por religiosos españoles y, en menor número también, de forma muy aislada, de refugiadas políticas. En el caso de los guineanos el estatuto de refugiado no se aplicaba ya que la Administración española no reconocía a este colectivo como posible solicitante de refugiado. En algunas ocasiones conviene interpretar este no reconocimiento del estatuto de refugiado como una falta de conocimiento real de la situación de dictadura y opresión que existía en el país desde el régimen de Macías hasta la actualidad, con el régimen de Teodoro Obiang Nguema. A partir de 1980 y hasta la fecha al territorio español han llegado ecuatoguineanas de todas las condiciones: estudiantes, empleadas del hogar, inmigrantes por causas económicas pero sobre todo, refugiadas por motivos políticos. De estas últimas, algunas huyeron de la dictadura de Macías primero a los países vecinos (Nigeria, Camerún, etc.) y después pasaron hacia España. Otras han huido de la dictadura de Obiang directamente desde Guinea hacia la Península. Últimamente se habla de un cierto arraigamiento del colectivo de Guinea en España y que, a diferencia del resto de las africanas subsaharianas, es un grupo que, para la obtención y posesión de la nacionalidad española y debido a las relaciones históricas que les une con España, se ha esterotipado como diferente del resto de subsaharianas presentándolo como homogéneo. Se ha de tener en cuenta que en el Estado español se encuentran guineanas de diferentes etapas, que están en una situación jurídica, económica y social diferente. De esto dependerá en mayor o menor medida su integración o su diferencia respecto del resto de las subsaharianas y no por el solo hecho de ser guineana. Se ha detectado que cada vez es mayor el número de ecuatoguineanas que solicitan el estatuto de refugiado político, ya que actualmente en el país la violación de los Derechos Humanos está a la orden del día y la exclusión de las minorías es un hecho real en todos los ámbitos. Las ecuatoguineanas en España están localizadas principalmente en la zona de Madrid (Fuenlabrada, Alcorcón, Parla, Barajas, etc.), en la zona de Valencia (Valencia capital, Paterna, etc.), en Palma de Mallorca y Barcelona (Barcelona capital, Hospitalet de Llobregat, Badalona, Ripollet, el Prat de Llobregat, etc.). En general, se puede decir que se localizan en Castilla, Cataluña, Valencia, Murcia y el País Vasco (la ciudad de Vitoria) fundamentalmente. Las guineanas que residimos en España no hemos desconectado de nuestro país. En la medida de las posibilidades los lazos que mantenemos son muy estrechos, tanto a nivel individual como colectivo. Prestando ayuda a las del interior. Me remitiré a un hecho muy significativo: cada semana el aeropuerto de Barajas se convierte en un lugar de concentración de guineanas que intentan por todos los medios encontrarse con alguien que pueda llevar a Malabo un paquete de medicamentos o dinero para sus familiares o para aquellos grupos de solidaridad que han surgido a iniciativa de algunas mujeres guineanas y que se dedican a recoger medicinas y ropas y canalizarlas para ayudar a mujeres del interior.
Las gambianas
Mi primer contacto con las mujeres gambianas se produjo en el año 1991. Hasta entonces mi relación con las mujeres de este colectivo era superficial, conocía algunas de las líderes, Adama, Mama, Fatima Secka, pero sin pasar del mero saludo cordiaL El 26 de octubre de 1991, visité Calella (Barcelona), a fin de iniciar el trabajo de campo con las gambianas. Mi contacto fue Joan, un amigo sacerdote que conocí en Figueras en el año 1969; congeniamos rápidamente porque era una persona muy abierta, tenía una mundología envidiable; había vivido en Francia y conocía algo a los africanos. Joan fue uno de mis primeros amigos europeos; años después fue destinado a Calella, no perdimos el contacto, nos vemos de tarde en tarde, nos llamamos cada vez que es necesario; por ello cuando quise iniciar mi trabajo sólo tuve que hacer la llamada de rigor y pedir a mi amigo que me pusiera en contacto con gambianas si ello estaba a su alcance. Naturalmente fue una tarea fácil, Joan me invitó a comer y me presentó a unas estudiantes de antropología que en sus ratos libres visitan y ayudan a algunas mujeres africanas de esta localidad costera, a alfabetizar, explicar cómo tienen que hacer la compra, etc. Mis dos acompañantes al verme allí con Joan después de las presentaciones estaban muy cortadas; se encontraban con una africana “diferente”. Lo noto siempre, les expliqué mi proyecto, se sorprendieron y lo que me dijeron fue: es muy difícil entrar en el mundo de estas mujeres, sus maridos no lo permiten; no obstante, como nosotras habitualmente las visitamos los sábados y ellos ya saben que vamos a ayudarlas, no nos ponen impedimentos. Visitamos lo que yo creía en un principio era la casa de una africana. Estaba bastante retirada del centro urbano; el acceso a la vivienda que era en un segundo piso, ofrecía un aspecto muy mísero, pero las he visto peores, era una vivienda de dos plantas. La familia en cuestión utilizaba la segunda planta. Tenía noticias de cómo vivían algunas africanas en la zona del Maresme pero con lo que me encontré, me sentí bien. Era un espacio habitable, amplio para una familia, muebles de segunda mano, dos neveras que no distinguí si estaban allí para desguace o funcionaban, un televisor grandioso (más tarde me enteré que sólo se podía ver una cadena: TV3. De todas maneras ni falta que hacía otra cadena). También pude saber que sólo se encendía cuando había futbol. De mi idea inicial “vivienda para una familia” a la realidad, había un abismo. Habitaban la casa dos familias con un hijo cada una. Dos jóvenes con su hijo en brazos cada una de no más de 20 años, los dos matrimonios me recibieron con mucho entusiasmo, sobre todo las mujeres. Los niños estaban familiarizados con las dos estudiantes, se mostraban cariñosos con ellas; en cambio conmigo estaban un poco recelosos, curiosos, su mente limpia de niños seguía la lógica; allí había una extraña; en cambio los adultos rápidamente demostraron especial simpatía hacia una hermana africana. A lo largo de las tres horas que permanecí en aquella casa pude comprobar que no sólo no era la vivienda de un matrimonio ni de dos, sino de 11 personas más, o sea, habitaban en aquel espacio de unos 70 metros cuadrados 11 personas más 2 niños de unos 2 años cada uno. Mis acompañantes me explicaron que no todos los sábados podían impartir sus clases, porque en algunas ocasiones los hijos reclamaban la atención de sus madres y ello impedía trabajar con tranquilidad, en otras porque los hombre debían ver el futbol, o simplemente estaban charlando y no podían atender a los niños. El comedor, espacio común para todos, era también el lugar apropiado para impartir las ya mencionadas clases. Después de un minuto hice la siguiente reflexión, ¿por qué no las invitaban al Centro Cultural y, allí, impartir las clases o sólo charlar con ellas? Cabe presentar la situación de las gambianas en España como el caso de las ecuatoguineanas, por etapas de llegada: 1) 1975 1985; 2) 1985 1996 En los dos casos las localizaremos en Mataró, Premiá, Calella, Santa Coloma de Farnés, Salt, Bañolas y Olot fundamentalmente, y en algunas zonas de la provincia de Lérida; en el resto del territorio español su presencia es mínima. Es una migración por reagrupación familiar; la mayoría provienen de las zonas rurales. En el primer grupo, 1975 1985, la gran mayoría ya trabajan fuera de casa. Conocen el idioma de la sociedad de llegada, el castellano y el catalán indistintamente. Incluso en algunos casos el catalán preferentemente; son líderes dentro de su colectivo; son madres de adolescentes nacidos en España o vinieron de bebés; trabajan en el servicio doméstico, en fábricas e incluso se han dado casos de trabajadoras autónomas, o sea, por cuenta propia; restaurante, confección, etc. El segundo grupo, 1985 1996, no trabajan fuera de casa, no conocen el idioma, hacen todo con los ojos del marido. Estas mujeres van desde la estructura patriarcal de la familia originaria a la del marido.
El resto de mujeres africanas residentes en España
El hecho de dedicar un apartado diferente al resto de las mujeres del África Subsahariana que viven en el territorio español tiene su explicación en la tipología de la inmigración. Las guineanas por razones históricas que las vincula con el Estado español. Guinea Ecuatorial fue colonia española; inician el proyecto migratorio solas. Las gambianas inmigran por una reagrupación familiar y la cantidad numerosa de habitantes que componen este colectivo facilita la posibilidad de agruparlos. En cuanto al resto de las africanas, no tienen vínculos históricos con el Estado español. Sus países fueron colonias inglesas, portuguesas o francesas. El proyecto migratorio lo inician indistintamente, solas o por reagrupación familiar. Estas mujeres provienen mayoritariamente del Zaire, Angola, Mozambique, Camerún, Senegal, Cabo Verde y se localizan en la zona de Madrid, Andalucía, Cataluña, en zona leonesa, procedente de Portugal. Trabajan fundamentalmente en el servicio doméstico. Las africanas procedentes de las colonias portuguesas no tienen problemas de documentación, porque como la primera etapa de inmigrantes ecuatoguineanas tienen la documentación portuguesa, por lo que son comunitarias y trabajan con facilidad. En Madrid podemos encontrar a un gran número de africanas que trabajan en el servicio doméstico originarias de las islas de Cabo Verde. Las senegalesas y las nigerianas son mujeres que se dedican al comercio, compran mercancía en España y la venden a sus países; es un colectivo reducido, tanto los hombres como las mujeres tienen un contacto permanente con el país de origen a diferencia de las gambianas y ecuatoguineanas que visitan sus respectivos países cada cinco o más años por lo general. Está comprobado que el grueso de mujeres senegalesas, nigerianas y zaireñas antes de llegar a España había inmigrado a otros países africanos como comerciantes, desde la zona rural de su país de origen a la zona urbana. España es un país más de los muchos de la Comunidad Europea que visitarán a fin de realizar sus compras aunque tienen la residencia en el territorio español. Respetando lo específico de cada uno de los grupos de mujeres africanas, es conveniente presentar algunas situaciones comunes. ¿Cómo vivimos en España? Nuestra situación aquí dependerá de los años que se lleve residiendo. No es lo mismo que lleves muchos años, hayas obtenido la nacionalidad española y con ello ciertos “privilegios”, a que tu situación laboral dependa de tu situación administrativa obligando a muchas africanas a intentar montar negocios propios enfocados a la comunidad africana, peluquerías, comida africana, establecimientos con productos de belleza, telares, etc. Algunos de estos negocios no se han mantenido debido a que el colectivo africano no vive en los mismos barrios y no se consume diariamente productos africanos y la comunidad autóctona no está familiarizada con los mismos. ¿Cómo son las relaciones con la sociedad receptora? Dependerán de los espacios en que se den y muchas veces del perfil de la inmigrante y de sus necesidades; si la situación es de igual a igual la relación de los españoles es siempre recordarte que tú has tenido mucha suerte y eres diferente; si es jerarquizada y la africana está en la situación superior, es normal escuchar: tú en tu país por lo menos, tus padres eran jefe de tribu, y si la africana es subordinada, se le recuerda que el mundo no lo han inventado los privilegiados sino que lo encontraron todo estipulado y bueno que le vamos hacer, además las negras con poco se conforman. ¿Qué trabajos están destinados para las africanas? Las labores que la sociedad receptora concibe para las mujeres negras son: el servicio doméstico y la prostitución. Cualquier trabajo realizado por una mujer negra que se aparte de éstos es porque la africana es “diferente”, “tiene mucha suerte”, “sus padres son jefes de tribu”, pero nunca es porque se lo han ganado a pulso o por mérito propio.
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Menores. MUGAK nº 47Este trimestre: MENORES
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