tag:theconversation.com,2011:/es/junior/articles Júnior – The Conversation 2025-10-31T01:08:37Z tag:theconversation.com,2011:article/266177 2025-10-31T01:08:37Z 2025-10-31T01:08:37Z ¿Queda mucho por saber sobre la vida en los océanos? <figure><img src="https://images.theconversation.com/files/698672/original/file-20251027-56-g5mi52.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;rect=16%2C0%2C4894%2C3262&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=1050&amp;h=700&amp;fit=crop" /><figcaption><span class="caption">Un buceador explora los corales del mar de Célebes, en la parte occidental del océano Pacífico.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/spectacular-underwater-view-living-tropical-corals-1719110506">Bahaman Hashim/Shutterstock</a></span></figcaption></figure> <p><em>Este artículo forma parte de la sección <strong>The Conversation Júnior</strong>, en la que especialistas de las principales universidades y centros de investigación contestan a las dudas de jóvenes curiosos de entre 12 y 16 años. Podéis enviar vuestras preguntas a <strong>tcesjunior@theconversation.com</strong></em></p> <hr> <p><em><strong>Pregunta formulada por el curso de 3º de la ESO de Aranzadi Ikastola. Bergara (Gipuzkoa)</strong></em></p> <hr> <p>“¿Dónde están las llaves? ¡En el fondo del mar!”, dice la canción infantil. La llave al conocimiento se encuentra en el fondo de los océanos. Aunque la vida se formó bajo el agua, realmente no sabemos apenas nada sobre lo que habita allí y aún menos sobre cómo viven esos habitantes. </p> <p>Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, el término <a href="https://dle.rae.es/vida">“vida”</a> tiene 18 acepciones. La cuarta es la más estudiada en la investigación del océano: “Existencia de seres vivos en un lugar”. En otras palabras, la biodiversidad. Pero la vida tiene más dimensiones: relacionarse, producir energía para no morir, adaptarse al lugar y mantenerse vivo un tiempo, entre otras. Esto es, la ecología marina. </p> <h2>¿Conocemos qué vida hay en los océanos?</h2> <p>La respuesta es no. La ciencia <a href="https://www.science.org/doi/10.1126/sciadv.adp8602">estima</a> que hemos visualizado el 0,001 % de los seres vivos gracias más de 44 000 inmersiones de diferentes expediciones. ¿Por qué un porcentaje tan pequeño? Porque en una vasta extensión el océano tiene 200 metros o más de profundidad. La presión a esas profundidades es tan alta que hacen falta tecnologías muy avanzadas que la soporten. A medida que se desarrollan, se descubren nuevas especies.</p> <p>Por ejemplo, en septiembre de 2025 ha culminado la expedición uruguaya <a href="https://uruguaysub200.udelar.edu.uy/">Uruguay sub200</a>. Gracias al robot <a href="https://en.wikipedia.org/wiki/ROV_SuBastian">ROV SuBastian</a>, los investigadores han explorado profundidades superiores a los 1 200 metros y han descubierto más de 30 especies potencialmente nuevas que ahora toca verificar. Pero su mayor hallazgo ha sido un arrecife de coral que vive en aguas más profundas de lo que está científicamente descrito. El siguiente paso es averiguar cómo se mantiene vivo en ese ambiente.</p> <p><div data-react-class="InstagramEmbed" data-react-props="{&quot;url&quot;:&quot;https://www.instagram.com/reel/DPMfPLZDuWl&quot;,&quot;accessToken&quot;:&quot;127105130696839|b4b75090c9688d81dfd245afe6052f20&quot;}"></div></p> <h2>A vista de lupa o microscopio</h2> <p>No hace falta irse a las lejanas profundidades del océano para realizar nuevos descubrimientos. Si descendemos en la escala de observación, abrimos la puerta a otro universo de biodiversidad. Las lupas y microscopios siguen siendo hoy en día herramientas útiles. </p> <p>Por ejemplo, en 2020, en la costa de Mutriku (Gipuzkoa), un grupo de científicos localizó entre la arena una nueva especie de acelo, un pequeño gusano aplanado al que bautizaron como <a href="https://www.marinespecies.org/aphia.php?p=taxdetails&amp;id=1549311"><em>Faerlea assembli</em></a>. Y en 2022, un investigador de la estación marina <a href="https://www.ehu.eus/PIE/">PiE-UPV/EHU</a> descubrió en pequeños crustáceos un parásito al que llamó <a href="https://www.ehu.eus/web/campusa-magazine/-/towards-the-origin-of-animal-multicellularity"><em>Txikispora philomayo</em></a>. Este nuevo género puede incluso ayudar a entender evolutivamente cómo se formaron los organismos multicelulares.</p> <p><div data-react-class="Tweet" data-react-props="{&quot;tweetId&quot;:&quot;1451453226872606722&quot;}"></div></p> <p>Bajemos aún mas en escala de tamaño. Las bacterias y arqueas que viven en aguas oceánicas constituyen el microbioma marino. Compone casi dos tercios de la biomasa oceánica, pero es el gran desconocido. Para estudiar su diversidad usamos una técnica molecular llamada <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Metagen%C3%B3mica">metagenómica</a>. Consiste en secuenciar el ADN extraído del agua de diferentes puntos y profundidades del océano. Con los resultados se identifican grupos y comunidades de microorganismos gracias a las habilidades de la <a href="https://theconversation.com/el-poder-de-la-informacion-asi-desentrana-la-bioinformatica-los-secretos-de-la-vida-225933">bioinformática</a> y la inteligencia artificial. </p> <hr> <p> <em> <strong> Leer más: <a href="https://theconversation.com/microbioma-oceanico-el-leviatan-bondadoso-que-cuida-de-nuestro-planeta-187395">Microbioma oceánico: el Leviatán bondadoso que cuida de nuestro planeta</a> </strong> </em> </p> <hr> <p>Aquí surge un problema: no podemos identificar lo que ignoramos. Las identificaciones se basan en el conocimiento del ADN de microorganismos que hemos sido capaces de cultivar en el laboratorio, pero de muchos otros lugares extremos del océano no han sido cultivados aún. Por eso, numerosas secuencias de ADN quedan huérfanas de identificación. Es la llamada “<a href="https://microbacterium.es/la-materia-oscura-microbiana-el-paradigma-del-1*">materia oscura</a>”. </p> <p>Recapitulemos: </p> <ul> <li><p>Desconocemos los organismos grandes (macroorganismos) que habitan zonas abisales. Faltan medios.</p></li> <li><p>A escalas más pequeñas, ni siquiera conocemos los que pisamos al caminar por la arena de la playa. </p></li> <li><p>Desconocemos los parásitos que cohabitan con especies ya conocidas.</p></li> <li><p>Y si vamos a organismos más pequeños, en el caso del microbioma… ¡andamos entre materia oscura!</p></li> </ul> <h2>Un océano de desconocimiento</h2> <p>Y de lo que hemos identificado, ¿sabemos cómo se mantiene la vida en el océano?</p> <p>Piensa en el cuerpo humano. Conocemos nuestra anatomía y los tejidos, que llevamos siglos investigando. Pero aún ignoramos muchos detalles: cómo funciona nuestra consciencia, cómo guardamos información o recuerdos en el cerebro, cómo reacciona nuestro cuerpo a nuevas enfermedades, cómo respondemos a la contaminación, cómo nos adaptamos en ambientes extremos, etc. No sabemos al 100 % cómo funcionan nuestras unidades de vida, las células.</p> <p>Si lo extrapolamos a cada especie que habita en el océano, nos queda muchísimo por averiguar. Si no conocemos todo lo que vive en las aguas marinas, no podemos saber cómo interactúan con el medio; cómo se relacionan con otras especies; cuánto tiempo viven y pueden vivir en situaciones de contaminación; qué tipo de células tienen; cómo funcionan y se comunican esas células… Podríamos seguir así hasta el infinito y más allá.</p> <p>En definitiva, el océano guarda la llave a muchos hallazgos a diferentes niveles, de ecosistemas y de biodiversidad, por no hablar de la vida a nivel celular y molecular. Si recopiláramos el código genético de todos los organismos marinos descubiertos y aún por descubrir, escribiríamos nuevas enciclopedias de la vida con volúmenes e idiomas nuevos para cada especie. Las baldas del conocimiento sobre los habitantes de los océanos aún están casi vacías. </p> <hr> <p><em>La <a href="https://katedra.eus/es/">Cátedra de Cultura Científica de la Universidad del País Vasco</a> colabora en la sección The Conversation Júnior.</em></p> <hr><img src="https://counter.theconversation.com/content/266177/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" /> <p class="fine-print"><em><span>Algunos de los ejemplos que he usado han sido descritos por compañeros de investigación del centro en el que trabajo o por investigadores invitados al centro. </span></em></p> La verdad es que apenas sabemos nada. Si recopiláramos el código genético de todos los organismos marinos descubiertos y aún por descubrir, escribiríamos nuevas enciclopedias de la vida con volúmenes e idiomas nuevos para cada especie. Oihane Díaz de Cerio Arruabarrena, Profesora de Biología Celular, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea Licensed as Creative Commons – attribution, no derivatives. tag:theconversation.com,2011:article/266601 2025-10-23T16:40:47Z 2025-10-23T16:40:47Z ¿Por qué somos hipócritas? <figure><img src="https://images.theconversation.com/files/697238/original/file-20251020-56-gy5wzl.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;rect=16%2C0%2C4894%2C3262&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=1050&amp;h=700&amp;fit=crop" /><figcaption><span class="caption"></span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/woman-mask-hypocrisy-concept-279112010">Elnur/Shutterstock</a></span></figcaption></figure> <p><em>Este artículo forma parte de la sección <strong>The Conversation Júnior</strong>, en la que especialistas de las principales universidades y centros de investigación contestan a las dudas de jóvenes curiosos de entre 12 y 16 años. Podéis enviar vuestras preguntas a <strong>tcesjunior@theconversation.com</strong></em></p> <hr> <p><em><strong>Pregunta formulada por Victoria, de 14 años, del IES Giner de los Ríos (Motril)</strong></em></p> <hr> <p>Imagina que alguien defiende públicamente que es importante cuidar del medio ambiente y no derrochar el agua, pero en su casa dedica más del tiempo necesario a ducharse. Pues en eso consiste ser un hipócrita: en fingir que tenemos valores y creencias que los demás consideran positivos y comportarnos en privado de forma contraria a ellos. </p> <h2>Coherencia entre lo que decimos y hacemos</h2> <p>Al vivir en sociedad nos relacionamos con mucha gente. Gracias a que compartimos normas éticas, morales y cívicas podemos anticipar cómo se comportarán los demás y cómo debemos actuar nosotros. Así, esperamos que se cumplan las promesas, que no se hagan daño unas personas a otras, que los demás traten de ser justos…</p> <p>Pero para ello es necesario que lo que decimos sea coherente con lo que luego hacemos. Ahora imagina que en tu clase anunciaran “mañana nos vamos de excursión”, y cuando llegaras al día siguiente no hubiera nadie. Para vivir en sociedad necesitamos confiar en esa coherencia y mostrar que nosotros también somos fiables. </p> <p>Esto es tan importante para la subsistencia de los seres humanos que premiamos o castigamos a nuestros congéneres según sean o no coherentes. </p> <h2>Hipócrita para siempre</h2> <p>Si una persona comete un acto de hipocresía, su reputación queda marcada con esa etiqueta y la próxima vez que la veamos, desconfiaremos de ella. Es un atajo que usa la mente para evitar llevar la cuenta de cada una de las relaciones que hemos tenido durante todo el tiempo con todas y cada una de las personas que conocemos. </p> <p>Es el modo preferido de funcionar de nuestro cerebro: <a href="https://lamenteesmaravillosa.com/los-dos-sistemas-de-pensamiento-de-kahneman/">usa caminos cortos y rápidos</a> y agrupa lo que es parecido. Esto funciona muchas veces, aunque otras nos lleva a ser injustos (caemos en el estereotipo). Por ejemplo, si alguien solo ha cometido un desliz puntual, puede ser clasificado como “hipócrita” para siempre. </p> <p>De hecho, un grupo de investigadores <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/28594201/">demostró</a> que cuando alguien ha prometido comportarse de un modo pero actúa de otro (por ejemplo, un político en campaña promete algo que luego no cumple), consideraremos como hipócrita a quien incumplió su palabra aunque estemos de acuerdo con que en ese caso había que actuar de modo diferente. </p> <h2>La lucha entre lo que deseo y cómo quiero ser</h2> <p>Para sentirnos aceptados e integrados en nuestros grupos (amigos, compañeros de clase, la familia…) necesitamos tener una imagen moral positiva y coherente de nosotros mismos. </p> <p>Sin embargo, a veces no es posible mantener esa coherencia: en la ducha estoy muy a gusto; si copio en el examen “un poco” sacaré más nota; o si me río cuando insultan a un compañero poco popular y no me ven otros, no se darán cuenta de que voy en contra de mi imagen de persona “respetuosa” y, a la vez, me ganaré el aplauso de los agresores. </p> <p>De hecho, saltarse las normas puede acarrearnos ventajas. Pero ¿cómo lo hacemos sin que se dañe nuestra propia imagen y nuestra reputación ante los otros?</p> <h2>La resolución del conflicto</h2> <p>Reflexiona sobre esta situación: una joven sabe que el tabaco es perjudicial para la salud (norma social) e incluso ha defendido en clase el daño que hace a quien fuma y a quienes están cerca. Sin embargo, ella fuma a escondidas (transgresión), por lo que la consideramos una hipócrita. </p> <p>El psicólogo estadounidense Leo Festinger utilizó el término de “<a href="https://psicologiaymente.com/psicologia/disonancia-cognitiva-teoria-autoengano">disonancia cognitiva</a>” para referirse a ese malestar psicológico por mantener dos ideas o actitudes contradictorias, o cuando el comportamiento no encaja con los valores. Entonces, para resolver el malestar, nuestra mente trata de buscar el equilibrio justificando la conducta (ha sido una sola vez, el cigarrillo tenía filtro, no lo he fumado entero…). Otras formas de solucionarlo es cambiar las creencias (fumar no es tan malo) o modificar el comportamiento (dejar de fumar).</p> <p>Lo curioso es que se puede cambiar la conducta mediante esa disonancia cognitiva. Es <a href="https://sparq.stanford.edu/sites/g/files/sbiybj19021/files/media/file/aronson_et_al._1991_-_overcoming_denial_.pdf">lo que demostraron</a> el psicólogo también estadounidense Elliot Aronson y sus colaboradores en 1991. Seleccionaron a un grupo de adolescentes que no usaban protección en sus relaciones sexuales aunque afirmaban conocer los riesgos de estas prácticas. Después, les pidieron que grabaran mensajes de vídeo animando a utilizar preservativo a otros adolescentes. Pues bien, la tensión psicológica entre “predicar” y “no practicar” ayudó a reducir las conductas de riesgo en mayor medida que otras estrategias preventivas. </p> <h2>Hipócrita peor que deshonesto</h2> <p>Según algunos <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/28107103/">estudios</a>, consideramos peor ser hipócrita que <a href="https://concepto.de/deshonestidad/">deshonesto</a>. Este último engaña para obtener beneficio, pero no trata de aparentar ser buena persona.</p> <p>Aunque los dos se saltan las normas, cuando Luis dice “es inaceptable que Juana haya tomado pastillas para correr la maratón”, está lanzando una señal de su propia virtud a los demás. Si luego se descubre que Luis también tomó pastillas, no solo ha mentido: además ha conseguido “venderse” persona justa y honesta, y eso precisamente es lo que los demás detectan como despreciable.</p> <p>¿Pero qué ocurre si Luis confiesa que había hecho trampa? Entonces evita la señal falsa de su virtud. Se muestra ante el resto como alguien que comete errores y su imagen se recupera. Vuelve a ser una persona fiable. </p> <h2>¿Todos somos hipócritas?</h2> <p>Todos estamos sometidos continuamente a tentaciones con las que obtener beneficio “haciendo pequeñas trampas”. Por ejemplo, es casi imposible mantener el equilibrio entre lo que pensamos y lo que hacemos sobre beber alcohol o copiar en los exámenes cuando estamos con nuestros padres frente a cuando estamos con nuestros compañeros de clase. </p> <p>Es verdad: <a href="https://theconversation.com/el-cerebro-humano-no-busca-la-verdad-una-explicacion-cientifica-a-por-que-mentimos-214810">mentimos</a>, cometemos actos de deshonestidad y somos hipócritas, pero la mayoría de las personas lo hacen muy poco. La razón no es tanto el miedo a que nos pillen, sino seguir viéndonos a nosotros mismos como personas justas y confiables. Las “pequeñas hipocresías” permiten que resolvamos los conflictos y preservemos nuestra imagen. </p> <hr> <figure class="align-center "> <img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/657167/original/file-20250324-56-gt9a63.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=754&amp;fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/657167/original/file-20250324-56-gt9a63.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=109&amp;fit=crop&amp;dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/657167/original/file-20250324-56-gt9a63.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=30&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=109&amp;fit=crop&amp;dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/657167/original/file-20250324-56-gt9a63.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=15&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=109&amp;fit=crop&amp;dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/657167/original/file-20250324-56-gt9a63.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=137&amp;fit=crop&amp;dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/657167/original/file-20250324-56-gt9a63.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=30&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=137&amp;fit=crop&amp;dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/657167/original/file-20250324-56-gt9a63.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=15&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=137&amp;fit=crop&amp;dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"> <figcaption> <span class="caption"></span> </figcaption> </figure> <p><em>El museo interactivo <a href="https://www.parqueciencias.com">Parque de las Ciencias de Andalucía</a> y su Unidad de Cultura Científica e Innovación colaboran en la sección The Conversation Júnior.</em></p> <hr><img src="https://counter.theconversation.com/content/266601/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" /> <p class="fine-print"><em><span>Sergio Moreno Ríos recibe fondos de la Junta de Andalucía -Conserjería de Universidad, investigación e innovación - Proyecto P21_00073. </span></em></p> Mantener la coherencia entre lo que decimos y lo que hacemos a veces es difícil, pero resulta imprescindible para vivir en sociedad. Sergio Moreno Ríos, Catedrático de Psicología Evolutiva y de la Educación, Universidad de Granada Licensed as Creative Commons – attribution, no derivatives. tag:theconversation.com,2011:article/252140 2025-10-09T17:27:47Z 2025-10-09T17:27:47Z ¿Por qué el termómetro marca 25 º y la sensación térmica es de 27 º? <figure><img src="https://images.theconversation.com/files/694765/original/file-20251007-56-cary19.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;rect=0%2C0%2C6035%2C4023&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=1050&amp;h=700&amp;fit=crop" /><figcaption><span class="caption"></span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/hot-sweaty-tired-teenage-girl-touching-2337927031">DimaBerlin/Shutterstock</a></span></figcaption></figure> <p><em>Este artículo forma parte de la sección <strong>The Conversation Júnior</strong>, en la que especialistas de las principales universidades y centros de investigación contestan a las dudas de jóvenes curiosos de entre 12 y 16 años. Podéis enviar vuestras preguntas a <strong>tcesjunior@theconversation.com</strong></em></p> <hr> <p><em><strong>Pregunta formulada por María Elena, de 16 años. IES V Centenario (Sevilla)</strong></em></p> <hr> <p>No es un fallo de la <em>app</em> o del aparato: se trata de dos cosas distintas. Entender esa diferencia te ayuda a planificar mejor tu actividad, escoger la ropa que debes ponerte e hidratarte adecuadamente. Veamos qué mide cada indicador.</p> <h2>Lo que mide el termómetro y lo que percibe la piel</h2> <p>En primer lugar, un termómetro meteorológico registra la temperatura del aire en condiciones controladas: a la sombra, con ventilación y a una altura estándar. Es una referencia física estable y comparable entre lugares y días. En cambio, la sensación térmica, o temperatura aparente, es una estimación de lo que percibe el cuerpo. </p> <p>El objetivo práctico de la segunda es claro: traducir condiciones meteorológicas en confort o estrés térmico. No sustituye al termómetro, sino que lo contextualiza desde la fisiología humana. </p> <p>Para calcular esa sensación se combinan diversas variables que alteran nuestro intercambio de calor con el ambiente: la temperatura, la humedad, el viento y la radiación solar. Por eso, dos días con la misma temperatura pueden sentirse distintos; si cambian esas condiciones, cambia lo que siente nuestra piel.</p> <h2>Nuestro aire acondicionado biológico</h2> <p>El <a href="https://theconversation.com/topics/sudor-107119">sudor</a> es nuestro aire acondicionado biológico: al evaporarse, extrae calor de la piel y nos enfría. Pero esa evaporación depende de cuánta humedad (es decir, cuánto vapor de agua) hay flotando en el aire. Con humedad alta, el aire está “cargado” de vapor y cuesta más que el sudor se convierta en gas. </p> <p>El resultado es que notamos el sudor líquido en la piel –no lo evacuamos–, con la consecuencia de que nos enfriamos peor y sentimos más calor a igual temperatura. Por eso, en días pegajosos, de mucha humedad, hablamos de “bochorno”.</p> <p>Con humedad baja, ocurre lo contrario: el sudor se evapora con facilidad, la piel pierde calor con más eficacia y la sensación puede ser más fresca. Ahora bien, en esos días, y aunque no lo notemos, estaremos sudando mucho. De ahí la importancia de <a href="https://theconversation.com/cual-es-la-mejor-forma-de-hidratarse-durante-la-practica-de-ejercicio-fisico-168892">reponer líquidos</a> para evitar deshidratarnos.</p> <h2>El “efecto ventilador”</h2> <p>La sensación térmica también depende del movimiento del aire. El viento acelera el intercambio y la renovación de aire junto a la piel y favorece la evaporación del sudor porque llega continuamente nuevo aire seco. Como ese “efecto ventilador” hace que puedas sudar –y, con ello, refrigerarte–, notarás una sensación térmica más baja que la que correspondería a la temperatura del aire. Una brisa ligera ya se nota, pero con viento sostenido puede haber realmente mucha diferencia.</p> <p>Por otro lado, el sol directo actúa al revés: añade radiación que el cuerpo absorbe como calor. Lo mismo pasa con superficies calientes como el asfalto, el metal o las fachadas soleadas: irradian energía hacia nosotros, sin que realmente la temperatura del aire que nos rodea cambie mucho. Estar a pleno sol o junto a un pavimento recalentado eleva la sensación térmica, y por eso en las ciudades dicha percepción suele incrementarse. </p> <p>A consecuencia de ello, la suma de sombra y brisa normalmente reduce la sensación térmica, mientras que la conjunción de sol y superficies calientes suelen aumentarla. Ponerse a la sombra, o desviarse a una calle ventilada, suponen una diferencia significativa sin que el termómetro necesariamente se modifique. De noche, si hay poca humedad y algo de viento, esa diferencia en la sensación térmica se hace muy evidente.</p> <h2>Por qué importa saberlo</h2> <p>Algunas aplicaciones del tiempo suelen mostrar un índice de calor corporal. Por ejemplo, puedes calcular uno de estos índices en la web del <a href="https://www.isglobal.org/heat-index-calculator">Instituto de Salud Global de Barcelona</a> de forma muy simple, combinando temperatura y humedad. Este parámetro nos puede resultar especialmente útil cuando el aire supera los 27–30 °C y tenemos que planificar actividades exigentes como deporte intenso o trabajos al sol. </p> <p>En interiores también cambia lo que sentimos aunque el termómetro marque la misma temperatura. Un gimnasio cerrado, una cocina industrial o un taller con hornos pueden acumular radiación procedente de superficies calientes. Si además de esto la ventilación es pobre, la humedad sube y el sudor se evapora peor. Resultado: con 25 °C “oficiales” puedes notar más calor que en el exterior a la sombra. </p> <p>Por eso, cuando realizamos una actividad intensa o prolongada, no basta con mirar la temperatura: hay que valorar el estrés térmico real. En el mundo laboral, el <a href="https://www.insst.es/documentacion/herramientas-de-prl/calculadores/estres-termico-indice-wbgt-2023">Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo</a> usa otro indicador, el <em>Wet Bulb Globe Temperature</em>, que integra la temperatura del aire, la humedad, el efecto del sol o de superficies radiantes y la ventilación. Este cálculo se recomienda para evaluar condiciones tanto en interiores como en exteriores, y sirve decidir las pausas, el ritmo o qué equipos de protección llevar en los trabajos.</p> <p>¿Y por qué importa todo esto? Importa porque de esa sensación térmica dependen nuestro confort y nuestra salud. Entenderlo ayuda a cuidarnos mejor, ya que planificar la actividad según el sol y la humedad, hidratarse bien y usar ropa transpirable marcan la diferencia. En <a href="https://theconversation.com/el-calor-excesivo-perjudica-seriamente-la-salud-pero-como-209423">olas de calor</a>, por ejemplo, nos sirve de referencia para tomar decisiones prudentes.</p> <hr> <figure class="align-center "> <img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/657167/original/file-20250324-56-gt9a63.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=754&amp;fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/657167/original/file-20250324-56-gt9a63.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=109&amp;fit=crop&amp;dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/657167/original/file-20250324-56-gt9a63.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=30&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=109&amp;fit=crop&amp;dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/657167/original/file-20250324-56-gt9a63.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=15&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=109&amp;fit=crop&amp;dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/657167/original/file-20250324-56-gt9a63.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=137&amp;fit=crop&amp;dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/657167/original/file-20250324-56-gt9a63.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=30&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=137&amp;fit=crop&amp;dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/657167/original/file-20250324-56-gt9a63.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=15&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=137&amp;fit=crop&amp;dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"> <figcaption> <span class="caption"></span> </figcaption> </figure> <p><em>El museo interactivo <a href="https://www.parqueciencias.com">Parque de las Ciencias de Andalucía</a> y su Unidad de Cultura Científica e Innovación colaboran en la sección The Conversation Júnior.</em></p> <hr><img src="https://counter.theconversation.com/content/252140/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" /> <p class="fine-print"><em><span>Natalia Limones no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p> La humedad, el viento y la radiación solar pueden condicionar nuestra sensación de frío o calor más allá de lo que marca el termómetro. Así se mide. Natalia Limones, Hidroclimatología y riesgos hidrometeorológicos, Universidad de Sevilla Licensed as Creative Commons – attribution, no derivatives. tag:theconversation.com,2011:article/262049 2025-10-02T16:46:37Z 2025-10-02T16:46:37Z ¿Por qué el aire que expulsamos sale caliente pero el que inspiramos está frío? <figure><img src="https://images.theconversation.com/files/692383/original/file-20250923-56-mlfxmn.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;rect=539%2C0%2C5640%2C3760&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=1050&amp;h=700&amp;fit=crop" /><figcaption><span class="caption"></span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/man-checks-his-breath-hand-concept-2599244239">ANDRANIK HAKOBYAN/Shutterstock</a></span></figcaption></figure> <p><em>Este artículo forma parte de la sección <strong>The Conversation Júnior</strong>, en la que especialistas de las principales universidades y centros de investigación contestan a las dudas de jóvenes curiosos de entre 12 y 16 años. Podéis enviar vuestras preguntas a <strong>tcesjunior@theconversation.com</strong></em></p> <hr> <p><em><strong>Pregunta formulada por el curso de 2º de la ESO del Instituto de Educación Secundaria Miguel de Unamuno, en Gasteiz (Álava)</strong></em></p> <hr> <p>Para comprobarlo, puedes hacer un experimento sencillo mientras lees esto: coloca tu mano frente a tu boca y echa el aliento. Ahora respira profundamente por la boca o la nariz. No es que nuestra boca cambie de temperatura cada vez que inspiramos o expiramos: la clave está en las diferencias que hay entre el aire del exterior y el que ya está dentro de tu cuerpo. Además, la humedad también influye en este fenómeno, como veremos.</p> <h2>La composición del aire cambia en nuestro cuerpo</h2> <p>Cuando inspiramos, normalmente tomamos alrededor de medio litro de aire del ambiente, formado principalmente por nitrógeno y oxígeno. Pero el que expiramos es distinto: contiene menos oxígeno, porque nuestro cuerpo lo ha usado, y más anhídrido carbónico (<a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Di%C3%B3xido_de_carbono">o dióxido de carbono, CO₂ </a>), que es un producto del metabolismo. </p> <p>Gracias a ello, el organismo obtiene el oxígeno que necesita y elimina el exceso de CO₂. Este proceso ayuda a mantener estables las condiciones internas de nuestro cuerpo.</p> <p>Además, el aire que respiramos suele estar más frío porque tiene la temperatura del sitio en donde estamos, normalmente menor que la del cuerpo. Después, al pasar por la boca y nariz, se calienta hasta acercarse a la temperatura de nuestro interior: unos 36–37 °C.</p> <h2>Saturado de agua</h2> <p>Otro factor, como decíamos al principio, es la humedad. El aire del exterior normalmente es más seco, no está lleno de vapor de agua (técnicamente, se dice que no está <a href="https://www.eltiempo.es/noticias/meteopedia/aire-saturado">saturado</a>). Al inhalarlo, se humedece gracias a las mucosas y a la saliva y, entonces, sí se satura de agua. </p> <p>Cuando el aire seco del exterior entra en la nariz o la boca, parte de la humedad de nuestras mucosas o saliva se evapora. Y el abundante calor que necesita ese proceso de evaporación “es robado” a nuestro cuerpo, haciendo que baje la temperatura ligeramente. De ahí que sintamos más frío el aire que inspiramos: nos ha quitado parte de nuestro calor.</p> <h2>Jadeos refrigerantes</h2> <p>Seguramente habrás visto que algunos animales, como los perros, <a href="https://theconversation.com/como-sobreviven-los-perros-al-calor-extremo-del-verano-261287">respiran muy rápido cuando hace calor</a>. Eso se llama jadear, y consiste en hacer pasar mucho aire por la boca. Al hacerlo, la saliva que recubre la lengua y el interior de la boca se evapora, un proceso que ayuda a los perros a perder calor y a mantener su temperatura corporal dentro de un rango adecuado.</p> <p>Al contrario, el aire que expulsamos está muy húmedo porque viene de los pulmones, que están recubiertos de agua en su interior. En este caso no hay pérdida de calor desde la saliva o las mucosas hacia el aire. Podemos comprobar la presencia de esa humedad fácilmente cuando soplamos sobre un cristal: el vapor de agua que exhalamos se condensa y lo empaña.</p> <h2>Efecto mentolado</h2> <p>Para que podamos notar los cambios de temperatura del aire que respiramos, la información debe llegar hasta el cerebro. En la lengua, el paladar y, en menor medida, en las fosas nasales, hay unas terminaciones nerviosas llamadas <a href="https://www.cun.es/diccionario-medico/terminos/termorreceptor#:%7E:text=Los%20termorreceptores%20son%20c%C3%A9lulas%20especializadas,del%20ambiente%20o%20del%20cuerpo?">termorreceptores</a>, que son muy sensibles a la temperatura. Lo comprobamos fácilmente al tomar un helado o una sopa caliente: cuando los termorreceptores se activan, envían señales al cerebro que nos permiten sentir su frío o su calor, respectivamente. Y gracias a ellos, también podemos percibir la diferencia de temperatura entre el aire que entra y el que sale al respirar. </p> <p>Algo parecido ocurre cuando tomamos caramelos de menta. Un compuesto que está en la menta, el <a href="https://www.cancer.gov/espanol/publicaciones/diccionarios/diccionario-cancer/def/mentol">mentol</a>, activa las terminaciones sensibles al frío. Esto nos hace sentir una sensación de frescor, aunque la temperatura real en la boca no cambie.</p> <p>Y antes de terminar, una nota final: gran parte de lo que comentamos aquí vale para condiciones normales, pero en días de calor extremo (más de 37 ºC) puede ocurrir que el aire que entra sea más caliente que el que sale. </p> <hr> <p><em>La <a href="https://katedra.eus/es/">Cátedra de Cultura Científica de la Universidad del País Vasco</a> colabora en la sección The Conversation Júnior.</em></p> <hr><img src="https://counter.theconversation.com/content/262049/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" /> <p class="fine-print"><em><span>Jon Irazusta no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p> El aire que entra no es igual que el que sale, y eso influye en su temperatura. Jon Irazusta, Profesor e Investigador de Fisiología, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea Licensed as Creative Commons – attribution, no derivatives. tag:theconversation.com,2011:article/262176 2025-09-11T16:36:24Z 2025-09-11T16:36:24Z ¿Vivimos en una simulación? <figure><img src="https://images.theconversation.com/files/689713/original/file-20250908-56-rx2yhg.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;rect=40%2C0%2C5660%2C3773&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=1050&amp;h=700&amp;fit=crop" /><figcaption><span class="caption"></span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/city-london-view-matrix-concept-digital-2276906291">IR Stone/Shutterstock</a></span></figcaption></figure> <p><em>Este artículo forma parte de la sección <strong>The Conversation Júnior</strong>, en la que especialistas de las principales universidades y centros de investigación contestan a las dudas de jóvenes curiosos de entre 12 y 16 años. Podéis enviar vuestras preguntas a <strong>tcesjunior@theconversation.com</strong></em></p> <hr> <p><em><strong>Pregunta formulada por Ismael de la Rosa, de 14 años. IES Giner de los Ríos (Motril, Granada)</strong></em></p> <hr> <p>Imagina que eres un personaje de <em>Minecraft</em> y que pasas el tiempo recogiendo recursos, apilando cubos o luchando contra algún monstruo. De repente, un buen día, sin saber cómo ni por qué, adquieres conciencia de ti mismo y sospechas que ese mundo cúbico que habitas no es más que un juego creado por seres que viven fuera de él. Incluso sientes que no eres más que el avatar de un jugador que podría aburrirse de ti y borrar tu existencia con un clic.</p> <p>En definitiva, te preguntas si no estarás viviendo en una simulación, si no serás parte de ella.</p> <h2>¿Y si la realidad no es más que una ilusión?</h2> <p>No hace falta ser un personaje de videojuego autoconsciente para preguntarse por la naturaleza de lo “real”. Mucho antes de que existieran videojuegos, computadoras o la propia palabra “simulación”, filósofos como Parménides, Platón, Descartes, Zhuang Zhou o Bertrand Russell ya habían puesto en duda si la realidad no es más que una ilusión, e incluso si habría alguna manera de confirmar que vivimos en un sueño.</p> <p>En 2003, el filósofo de la Universidad de Oxford <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Nick_Bostrom">Nick Bostrom</a> publicó un artículo con un título directo: <a href="https://simulation-argument.com/simulation.pdf"><em>¿Estás viviendo en una simulación?</em></a>. Allí planteaba la hipótesis de que seamos el NPC –las siglas en inglés de <em>non playable character</em> o “personaje no jugable” en un videojuego– de un universo creado por una especie tecnológicamente superior (humana, máquina, extraterrestre o deidad). </p> <p>Es más, planteaba si esa especie no sería, a su vez, otra realidad simulada, y nosotros, como la serie de dibujos animados que ven los Simpson: una ficción dentro de otra ficción. Y así hasta quién sabe cuántos niveles de realidades anidadas. Algunos estudios posteriores incluso calcularon que la probabilidad de que seamos una simulación <a href="https://www.researchgate.net/publication/343401093_A_Bayesian_Approach_to_the_Simulation_Argument">es solo un poco menor del 50 %</a>.</p> <p>Pero ¿por qué íbamos a vivir en una simulación? ¿Cuáles son las bases para creerlo? El argumento de Bostrom es relativamente sencillo. Imagina una civilización “posthumana”, con un desarrollo tecnológico y una capacidad de computación tan enormes que pueden simular universos con leyes bien definidas y habitantes autoconscientes. Llamemos a esa sociedad la “realidad base”. </p> <p>Imagina ahora que no solo tienen la capacidad, sino también la voluntad de hacerlo, y que comienzan a generar simulaciones de todo tipo, algunas con capacidad para crear a su vez nuevas simulaciones. Si estas dos premisas se cumplen, para Bostrom resulta casi inevitable que seamos una de esas simulaciones. </p> <p>Es pura estadística: de la infinidad de mundos posibles, solo existe una “realidad base”, el resto son simulaciones de simulaciones. Lo lógico es pensar que nosotros seamos una de ellas y no la realidad original. Lo paradójico es que Bostrom y su artículo también serían fruto de una simulación.</p> <h2>En busca del “fallo en la Matrix”</h2> <p>Para muchos, esto no pasa de ser un juego lógico-filosófico, casi una conversación divertida entre colegas. Para otros, es un tema de mayor calado, sobre todo cuando surge la pregunta de si habría alguna manera de demostrar, mediante la observación del mundo que nos rodea, <a href="https://users.cms.caltech.edu/%7Eowhadi/index_htm_files/IJQF2017.pdf">si realmente vivimos en una simulación o no</a>. O, dicho de otro modo: ¿puede la ciencia ayudarnos a encontrar un “fallo en la Matrix”? Pues tal vez sí.</p> <p>Antes que nada, <a href="https://users.cms.caltech.edu/%7Eowhadi/index.htm">Houman Owhadi</a>, experto en matemáticas computacionales del Instituto Tecnológico de California, <a href="https://www.scientificamerican.com/article/do-we-live-in-a-simulation-chances-are-about-50-50/">nos advierte</a>: “Si la simulación tuviera una potencia de cálculo infinita, no habría forma de saber si vivimos en ella, porque podría simularse con todo el realismo que se quisiera”. Es decir, en ese caso sería imposible ver las costuras del juego.</p> <p>Asumamos entonces que nuestros programadores tienen una capacidad de cálculo grande, pero limitada. Para diseñar un mundo tan complejo como el nuestro, necesitan tomar algunos “atajos computacionales”, igual que hacemos en videojuegos y simulaciones numéricas. Estos atajos podrían provocar paradojas o irregularidades que, según algunos autores, podrían detectarse con <a href="https://www.earth.com/news/simulation-hypothesis-leaped-serious-quantum-lab-experiments-consciousness-connection/">experimentos de física cuántica</a> o con observaciones cosmológicas. Sería como si nuestro personaje de <em>Minecraft</em> encontrara un <em>bug</em> (error) en el juego.</p> <p>Por ejemplo, uno de estos atajos podría ser la discretización del espacio y del tiempo. La física teórica actual empieza a asumir que quizás no sean continuos, sino que vayan “a saltos”. Es decir, están discretizados. Esta estrategia es muy habitual en las simulaciones numéricas que hacemos en ordenadores para ahorrar recursos. Bajo la hipótesis de la simulación, demostrar que nuestro espacio-tiempo es discreto podría ser como “ver las tripas” del programa.</p> <h2>Un mundo solo para tu mente</h2> <p>Otros autores <a href="https://www.frontiersin.org/journals/physics/articles/10.3389/fphy.2025.1561873/full">defienden</a> que, si los programadores viven en un universo como el nuestro, simular nuestras leyes físicas exigiría una cantidad de energía y de potencia informática de tal calibre que sus propias leyes lo impedirían. Una alternativa en este caso es no recrear toda la realidad, sino únicamente la que tú –quien lees estas líneas– percibes. Así, los programadores solo tendrían que encargarse de simular un universo en tu mente, algo mucho menos costoso desde el punto de vista computacional. </p> <p>En ese escenario, este artículo y yo mismo no seríamos más que parte de la ficción diseñada para ti.</p> <hr> <figure class="align-center "> <img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/657167/original/file-20250324-56-gt9a63.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=754&amp;fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/657167/original/file-20250324-56-gt9a63.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=109&amp;fit=crop&amp;dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/657167/original/file-20250324-56-gt9a63.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=30&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=109&amp;fit=crop&amp;dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/657167/original/file-20250324-56-gt9a63.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=15&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=109&amp;fit=crop&amp;dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/657167/original/file-20250324-56-gt9a63.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=137&amp;fit=crop&amp;dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/657167/original/file-20250324-56-gt9a63.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=30&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=137&amp;fit=crop&amp;dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/657167/original/file-20250324-56-gt9a63.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=15&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=137&amp;fit=crop&amp;dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"> <figcaption> <span class="caption"></span> </figcaption> </figure> <p><em>El museo interactivo <a href="https://www.parqueciencias.com">Parque de las Ciencias de Andalucía</a> y su Unidad de Cultura Científica e Innovación colaboran en la sección The Conversation Júnior.</em></p> <hr><img src="https://counter.theconversation.com/content/262176/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" /> <p class="fine-print"><em><span>Emilio José García Gómez-Caro recibe fondos de CSIC/FECYT</span></em></p> Algunos físicos y filósofos no descartan que seamos personajes en un universo virtual creado por una civilización superior. Emilio José García Gómez-Caro, Responsable Unidad de Cultura Científica, Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC) Licensed as Creative Commons – attribution, no derivatives. tag:theconversation.com,2011:article/247392 2025-08-14T16:01:21Z 2025-08-14T16:01:21Z ¿Por qué se mueven los planetas? <figure><img src="https://images.theconversation.com/files/682721/original/file-20250729-56-60bh5q.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;rect=529%2C0%2C5718%2C3811&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=1050&amp;h=700&amp;fit=crop" /><figcaption><span class="caption"></span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/extrasolar-star-system-consisting-seven-planets-2527317047">Nazarii_Neshcherenskyi/Shutterstock</a></span></figcaption></figure> <p><em>Este artículo forma parte de la sección <strong>The Conversation Júnior</strong>, en la que especialistas de las principales universidades y centros de investigación contestan a las dudas de jóvenes curiosos de entre 12 y 16 años. Podéis enviar vuestras preguntas a <strong>tcesjunior@theconversation.com</strong></em></p> <hr> <p><em><strong>Pregunta formulada por el curso de 3º de la ESO de Aranzadi Ikastola. Bergara (Gipuzkoa)</strong></em></p> <hr> <p>Los planetas se mueven para sobrevivir: si no orbitaran alrededor de una estrella, serían engullidas por ella. Sin embargo, no les resulta nada fácil conseguirlo, ya que han de desplazarse a una velocidad muy concreta, como veremos.</p> <h2>La clave está en la inercia</h2> <p>Todo cuerpo tiene una inercia o <a href="https://www.fisicalab.com/apartado/principio-inercia">tendencia a no variar su velocidad</a>, ni en cantidad ni en dirección. De modo que, sin aplicarle ninguna fuerza, ese cuerpo seguirá inmóvil si inicialmente estaba en reposo o continuará desplazándose en línea recta y a la misma rapidez si se movía. </p> <p>Por ejemplo, al acelerar el coche, nuestro cuerpo parece caerse un poco hacia atrás debido a que su tendencia es mantener la velocidad inferior que llevaba. Por el contrario, al frenar, parece que nos inclinamos hacia adelante, ya que nuestra inercia nos empuja a seguir con la velocidad superior que experimentábamos antes.</p> <p>Algo diferente le pasará a un objeto al aplicarle una fuerza perpendicular a la dirección de la velocidad inicial: su trayectoria se curvará. Es lo <a href="https://www.fisicalab.com/apartado/lanzamiento-horizontal">que ocurre</a> si lanzamos un balón desde cierta altura y de manera completamente horizontal: la fuerza de la gravedad (aplicada perpendicularmente a la dirección inicial de la pelota) modifica su trayectoria, curvándola hacia abajo y obligando al balón a caer, antes o después, al suelo.</p> <p>Si un cuerpo experimenta esa fuerza perpendicular durante un largo periodo de tiempo, y no tiene ningún obstáculo en su camino, es posible que la trayectoria se cierre sobre sí misma y genere un recorrido circular. Imagina que haces girar una piedra atada a una cuerda sobre tu cabeza: como la tensión de la cuerda es perpendicular a su velocidad en todo momento, la trayectoria de la piedra describe una circunferencia perfecta.</p> <h2>Equilibrio casi imposible</h2> <p>Para que un planeta trace una órbita circular alrededor de su estrella ha de darse un equilibrio concreto: la fuerza que atrae al cuerpo al centro de la órbita (la <a href="https://www.ingenierizando.com/dinamica/fuerza-de-gravedad/">fuerza de gravedad</a>) debe ser igual a la fuerza que lo expulsa de esa órbita (la <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Fuerza_centr%C3%ADfuga">fuerza centrífuga</a>).</p> <p>La primera se genera debido a que los dos cuerpos (estrella y planeta) tienen masa, y la segunda se debe a la inercia del planeta. El equilibrio entre ambas fuerzas se consigue con una velocidad única, que se expresa con una fórmula: <em>v<sup>2</sup> = G·M/d</em>. Curiosamente no depende de la masa del planeta, sino de la masa de la estrella (<em>M</em>), de la distancia entre estrella y planeta (<em>d</em>) y de la constante de gravitación universal (<em>G</em>).</p> <p>Si la velocidad del planeta es mayor que la velocidad de equilibrio, entonces escapará de esa órbita alejándose más y más de la estrella; probablemente, acabará sus días siendo un <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Planeta_interestelar">planeta errante</a> en el universo. Sin embargo, si su velocidad es menor que la de equilibrio, caerá hacia el centro de la órbita. Entonces, casi seguro, acabará engullido por esa estrella.</p> <h2>Pero ¿y las leyes de Kepler?</h2> <p>Estos valores invariantes de la velocidad y la distancia de un planeta parecen ser incompatibles con las llamadas <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Leyes_de_Kepler">leyes de Kepler</a>, pero no lo son.</p> <p>Recordemos brevemente estas leyes:</p> <ol> <li><p>Todos los planetas se mueven alrededor del Sol describiendo una trayectoria elíptica (no circular).</p></li> <li><p>La recta que une el planeta con el Sol barre áreas iguales en tiempos iguales (lo que implica una velocidad no constante). </p></li> <li><p>El cuadrado del periodo orbital del planeta es proporcional al cubo de su distancia media al Sol.</p></li> </ol> <p>Que las órbitas no sean circulares se debe a que los planetas del sistema solar no están solos. La fuerza de gravedad ejercida entre los mundos de nuestro vecindario cósmico hace que éstos varíen un poco su distancia al Sol mientras viajan, creando una órbita elíptica. </p> <p>Este cambio de distancia hace que los planetas tengan que adaptar su velocidad según se encuentren en el <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Periastro">pericentro</a> (punto más cercano a la estrella) o <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Apoastro">apocentro</a> (punto más lejano). Y la tercera ley de Kepler adapta la condición <em>v<sup>2</sup> = G·M/d</em> a una órbita elíptica.</p> <h2>Origen de la velocidad</h2> <p>Casi todos los cuerpos existentes en un sistema planetario como el nuestro (estrella, planetas, lunas, asteroides, cometas…) tienen un origen común: el <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Colapso_gravitatorio">colapso gravitatorio</a> de una <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Nube_molecular">nube molecular</a>.</p> <p>Estas nubes presentan regiones con más material que su entorno; es decir, tienen “grumos”, pero de tamaño astronómico. Si algún evento cósmico, como la explosión de una supernova cercana, acerca unos pocos grumos, la gravedad que genera esta acumulación de masa atraerá el material de su alrededor, y crecerá aún más. </p> <p>Así se inicia un proceso en el que la nube va compactándose en una pequeña zona. Aquí, pocos millones de años más tarde, <a href="https://theconversation.com/como-nace-una-estrella-252822">nacerán una estrella</a> y sus planetas.</p> <p><a href="https://openstax.org/books/f%C3%ADsica-universitaria-volumen-1/pages/11-3-conservacion-del-momento-angular">Mientras la nube colapsa acelera su rotación</a>, igual que le ocurre a una patinadora que gira sobre sí misma y cierra sus brazos. Cuando esa velocidad de rotación es suficientemente grande, la fuerza centrífuga vuelve a jugar un papel importante. Esta es la fuerza que nos expulsa hacia fuera en una curva o cuando estamos montados en un tiovivo, y es la que hace que una masa esférica en rotación se convierta en un gran disco plano.</p> <p>Será en ese disco de material que gira alrededor de la estrella en formación donde surjan los planetas. Pasarán millones de años y muchos procesos (acreción de partículas, fusión de cuerpos, impactos…) hasta que se forme un planeta como la Tierra o Júpiter. En el proceso, la velocidad de los cuerpos irá cambiando. Sólo aquellos que terminen teniendo la velocidad correcta para la distancia que los separa del Sol sobrevivirán hasta el momento en que nosotros nos preguntemos: ¿por qué se mueven los planetas?</p> <hr> <p><em>La <a href="https://katedra.eus/es/">Cátedra de Cultura Científica de la Universidad del País Vasco</a> colabora en la sección The Conversation Júnior.</em></p> <hr><img src="https://counter.theconversation.com/content/247392/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" /> <p class="fine-print"><em><span>Itziar Garate Lopez no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p> Si no se movieran, los planetas serían engullidos por el Sol. Pero tienen que hacerlo a una velocidad muy concreta. Itziar Garate Lopez, Profesora de Física en la Escuela de Ingeniería de Bilbao y miembro del Grupo de Ciencias Planetarias, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea Licensed as Creative Commons – attribution, no derivatives. tag:theconversation.com,2011:article/259918 2025-07-24T16:44:16Z 2025-07-24T16:44:16Z ¿Por qué tenemos una mano menos hábil que otra? <figure><img src="https://images.theconversation.com/files/681728/original/file-20250723-66-2u40bi.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;rect=0%2C0%2C5568%2C3712&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=1050&amp;h=700&amp;fit=crop" /><figcaption><span class="caption">Aproximadamente un 10% de la población es zurda.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/girl-draws-felttip-pen-her-left-2478018919">Anastassiya Bezhekeneva/Shutterstock</a></span></figcaption></figure> <p><em>Este artículo forma parte de la sección <strong>The Conversation Júnior</strong>, en la que especialistas de las principales universidades y centros de investigación contestan a las dudas de jóvenes curiosos de entre 12 y 16 años. Podéis enviar vuestras preguntas a <strong>tcesjunior@theconversation.com</strong></em></p> <hr> <p><em><strong>Pregunta formulada por Alejandro, de 15 años, del IES Sierra de las Villas, Villacarrillo (Jaén)</strong></em></p> <hr> <p>Seguro que te has fijado en que al escribir, jugar al fútbol o cepillarte los dientes siempre utilizas una mano con más destreza que la otra. No es casualidad: se trata de una característica llamada lateralidad manual, que significa que nuestro cerebro prefiere usar una mano concreta para tareas de precisión. Pero ¿por qué ocurre esto?</p> <h2>Una cuestión de ahorro energético</h2> <p><a href="https://pmc.ncbi.nlm.nih.gov/articles/PMC7116623/">Cerca del 90 %</a> de las personas son diestras, alrededor del 10 %, zurdas y muy pocas, menos del 1 %, ambidiestras (pueden usar ambas manos con igual habilidad). Esta característica tiene mucho que ver con cómo está organizado nuestro cerebro.</p> <p>El cerebro humano está dividido en dos partes o <a href="https://theconversation.com/ni-la-creatividad-esta-a-la-derecha-ni-la-logica-a-la-izquierda-el-neuromito-de-los-hemisferios-cerebrales-203598">hemisferios</a> que se encargan de controlar movimientos diferentes. Mientras que el hemisferio izquierdo maneja principalmente la parte derecha del cuerpo, el derecho controla la parte izquierda. Esta organización cruzada explica por qué, si alguien sufre una lesión en el lado izquierdo del cerebro, su mano derecha podría perder movilidad o precisión.</p> <p>La lateralización es una maravillosa estrategia para ahorrar energía. Si ambas manos hicieran todo con la misma eficacia, nuestro cerebro necesitaría más esfuerzo y energía para coordinarse. La naturaleza, que es muy práctica, optó por la <a href="https://www.nature.com/articles/s41598-019-42515-0?">especialización</a>: una mano se convierte en la “principal” y se dedica a movimientos finos, mientras que la otra la apoya realizando tareas menos delicadas. De esta forma, el cerebro ahorra energía y mejora la coordinación.</p> <p>Aunque no existe un gen de la mano izquierda o derecha, sí se sabe que la genética juega un papel clave. Un <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S016895252500006X?">estudio</a> realizado con más de 300 000 personas en Reino Unido descubrió decenas de genes relacionados con la lateralidad manual. Estos influyen en cómo crecen y se conectan las neuronas durante el desarrollo del cerebro, favoreciendo una preferencia hacia una mano u otra desde etapas muy tempranas.</p> <h2>Zurdos o diestros incluso antes de nacer</h2> <p>Gracias a las ecografías, hoy sabemos que <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S0028393204002428?">muchos bebés</a> ya prefieren chuparse un pulgar en particular desde antes de nacer, algo que ocurre alrededor de la 15ª semana del embarazo. Esto indica que la preferencia manual se empieza a formar muy pronto, probablemente influida por pequeñas diferencias en el desarrollo del cerebro dentro del útero.</p> <p>Además de los genes y la biología, nuestro entorno y la cultura pueden influir en esa primacía. Por ejemplo, hasta hace no mucho tiempo, ser zurdo no estaba bien visto en la <a href="https://www.lavozdegalicia.es/noticia/sociedad/2020/08/12/dia-zurdo/00031597235079064127312.htm">sociedad</a>, por lo que muchos niños zurdos eran obligados a usar la mano derecha. Hoy sabemos que esto no es para nada recomendable, ya que fuerza al cerebro a usar circuitos menos eficaces, causando incomodidad, torpeza e incluso trauma.</p> <p>Otra curiosidad sobre la lateralidad manual es su <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/34785596/">relación con el lenguaje</a>. En la mayoría de los diestros, el hemisferio izquierdo controla la función lingüística. En cambio, en los zurdos esta distribución puede ser diferente: algunos utilizan el hemisferio derecho y otros tienen esta función repartida entre ambos hemisferios. Esto muestra lo increíblemente compleja que es la organización cerebral.</p> <h2>Entonces, ¿es mejor ser diestro o zurdo?</h2> <p>Aunque hay algunos estudios que relacionan la zurdera con ciertos trastornos del <a href="https://srcd.onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1111/cdev.13914">desarrollo del lenguaje</a>, las personas “no-diestras” tienen una vida perfectamente saludable. De hecho, pueden disfrutar de ciertas ventajas, especialmente en <a href="https://www.olympics.com/es/noticias/dia-internacional-del-zurdo-atletas-que-destacan-con-la-izquierda">deportes</a> como el tenis, el boxeo o la esgrima, porque sus movimientos son menos predecibles para la mayoría diestra. </p> <p>Además, creencias populares afirman que los zurdos pueden tener mayor creatividad y capacidad de adaptación por estar acostumbrados desde pequeños a un mundo diseñado mayoritariamente para diestros. En realidad, un <a href="https://link.springer.com/article/10.3758/s13423-025-02717-2">estudio reciente</a> concluyó que no existen diferencias significativas en creatividad divergente entre zurdos y diestros; de hecho, en algunos tests estandarizados los diestros obtienen puntuaciones ligeramente superiores. Este hallazgo desmonta el mito de la diferencia creativa entre zurdos y diestros y sugiere que la organización cerebral y la práctica individual, más que la lateralidad, determinan la creatividad.</p> <p>Y aunque siempre tendremos una mano preferida, la buena noticia es que la menos hábil puede mejorar con la práctica. Realizar pequeñas actividades diarias, como cepillarte los dientes o escribir notas breves con tu mano más torpe, puede fortalecer sus conexiones neuronales y aumentar su precisión. Nuestro cerebro es muy adaptable y puede perfeccionar sus habilidades con el entrenamiento.</p> <p>También es importante tener en cuenta la importancia del <a href="https://gruposocialonce.com/b/diseno-inclusivo">diseño inclusivo</a>. Tijeras, pupitres y otros utensilios suelen estar pensados para diestros, dificultando las tareas cotidianas de muchas personas zurdas. Apostar por diseños cómodos y accesibles para cualquier mano es un paso más hacia un mundo más justo y adaptado para todos.</p> <p>Así que la próxima vez que te sientas torpe al usar tu mano menos hábil, recuerda que detrás de esa simple preferencia hay un fascinante proceso que combina genética, cerebro y ambiente. Comprenderlo no solo es interesante, sino que también es un ejemplo diario que nos ayuda a apreciar mejor cómo funciona nuestro cuerpo.</p> <hr> <figure class="align-center "> <img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/657167/original/file-20250324-56-gt9a63.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=754&amp;fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/657167/original/file-20250324-56-gt9a63.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=109&amp;fit=crop&amp;dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/657167/original/file-20250324-56-gt9a63.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=30&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=109&amp;fit=crop&amp;dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/657167/original/file-20250324-56-gt9a63.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=15&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=109&amp;fit=crop&amp;dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/657167/original/file-20250324-56-gt9a63.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=137&amp;fit=crop&amp;dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/657167/original/file-20250324-56-gt9a63.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=30&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=137&amp;fit=crop&amp;dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/657167/original/file-20250324-56-gt9a63.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=15&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=137&amp;fit=crop&amp;dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"> <figcaption> <span class="caption"></span> </figcaption> </figure> <p><em>El museo interactivo <a href="https://www.parqueciencias.com">Parque de las Ciencias de Andalucía</a> y su Unidad de Cultura Científica e Innovación colaboran en la sección The Conversation Júnior.</em></p> <hr><img src="https://counter.theconversation.com/content/259918/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" /> <p class="fine-print"><em><span>Álvaro Carmona no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p> Esta preferencia es un fascinante ejemplo de cómo se las apaña nuestro cerebro para realizar las tareas eficazmente ahorrando energía. Álvaro Carmona, Coordinador académico & docente, Universidad Loyola Andalucía Licensed as Creative Commons – attribution, no derivatives. tag:theconversation.com,2011:article/259060 2025-07-17T16:45:36Z 2025-07-17T16:45:36Z ¿Cómo se puede saber la apariencia de los dinosaurios si solo tenemos sus huesos? <figure><img src="https://images.theconversation.com/files/678210/original/file-20250703-56-icg4cs.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;rect=0%2C0%2C3111%2C2074&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=1050&amp;h=700&amp;fit=crop" /><figcaption><span class="caption">Reconstrucción de un dinosaurio del género &#39;Deinonychus&#39; con su plumaje, tal y como se piensa que era a la luz de los conocimientos actuales. Museo de Historia Natural LWL, en Münster (Alemania).</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/26-july-2022-munster-natural-history-2237334057">frantic00/Shutterstock</a></span></figcaption></figure> <p><em>Este artículo forma parte de la sección <strong>The Conversation Júnior</strong>, en la que especialistas de las principales universidades y centros de investigación contestan a las dudas de jóvenes curiosos de entre 12 y 16 años. Podéis enviar vuestras preguntas a <strong>tcesjunior@theconversation.com</strong></em></p> <hr> <p><em><strong>Pregunta formulada por el curso de 2º de la ESO del Instituto de Educación Secundaria Miguel de Unamuno, en Gasteiz (Álava)</strong></em></p> <hr> <p>A veces, a los paleontólogos les llaman “cazadores de fósiles”. Sin embargo, <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/George_Gaylord_Simpson">George Gaylor Simpson</a>, uno de los paleontólogos más influyentes del siglo XX, decía que “el cazador (o la cazadora) de fósiles no mata, resucita”. Resucitar en el sentido de hacer revivir, aunque sea en sentido figurado, animales extintos. </p> <p>Es decir, la labor de los paleontólogos consiste en reconstruir mundos pasados a partir de las evidencias conocidas en el registro fósil. </p> <h2>Cómo “resucitar” un dinosaurio en tres pasos</h2> <p>Los fósiles de dinosaurios que estudian los paleontólogos son principalmente de dos clases: restos esqueléticos, como huesos y dientes, y restos indirectos o icnofósiles. En esta última categoría entran las huellas fósiles <a href="https://theconversation.com/que-podemos-saber-de-los-dinosaurios-por-sus-huellas-233898">(icnitas)</a>, los excrementos fosilizados (<a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Coprolito">coprolitos</a>), etc. En ocasiones excepcionales, pueden conservarse “partes blandas”: impresiones de la piel o restos orgánicos (tejidos blandos y proteínas). </p> <p>El primer paso para conocer la apariencia en vida de un dinosaurio es reconstruir el esqueleto a partir de sus huesos y dientes fósiles. Muchas especies están basadas en restos parciales y, a menudo, desarticulados; los esqueletos articulados completos no abundan.</p> <p>También hay que tener presente que los huesos fósiles pueden estar deformados o alterados debido a la llamada <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Diag%C3%A9nesis">diagénesis</a> (los procesos que experimentan los sedimentos durante su transformación en rocas sedimentarias). Cuando faltan elementos óseos, se tienen en cuenta las partes simétricas del mismo individuo y se completa con información basada en “parientes” vivos, como aves y cocodrilos.</p> <p>El segundo paso es reconstruir los músculos y tejidos. Las marcas de inserción muscular en los huesos fósiles sirven para averiguar la forma y disposición de los músculos. </p> <p>Y el paso final consiste en imaginar la apariencia externa del animal, como la piel (con la presencia de escamas o plumas), pero es la parte más especulativa. En ciertos casos, se pueden inferir rasgos que no se han conservado en el registro fósil haciendo una correlación con especies actuales (se llama <a href="https://evolution.berkeley.edu/evidencias-de-la-evolucion/homologias/">principio de homología</a>). Por ejemplo, la presencia de plumas en aves y otros dinosaurios terópodos sería un carácter heredado de un ancestro común. </p> <p>Para realizar todos estos estudios se aplica la anatomía comparada, disciplina que consiste en comparar las semejanzas y diferencias de las estructuras anatómicas entre especies. Los estudios de biomecánica y paleoicnología (huellas fósiles) ayudan a reconstruir el movimiento de los dinosaurios y a deducir cómo se desplazaban y a qué velocidad lo hacían.</p> <figure class="align-center zoomable"> <a href="https://images.theconversation.com/files/675054/original/file-20250618-56-xerzt9.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=1000&amp;fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/675054/original/file-20250618-56-xerzt9.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=754&amp;fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/675054/original/file-20250618-56-xerzt9.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=644&amp;fit=crop&amp;dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/675054/original/file-20250618-56-xerzt9.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=30&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=644&amp;fit=crop&amp;dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/675054/original/file-20250618-56-xerzt9.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=15&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=644&amp;fit=crop&amp;dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/675054/original/file-20250618-56-xerzt9.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=809&amp;fit=crop&amp;dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/675054/original/file-20250618-56-xerzt9.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=30&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=809&amp;fit=crop&amp;dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/675054/original/file-20250618-56-xerzt9.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=15&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=809&amp;fit=crop&amp;dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a> <figcaption> <span class="caption">Propuesta de reconstrucción del icónico predador <em>Tyrannosaurus rex</em>: esqueleto, musculatura y aspecto externo, según R. J. Palmer, para el juego Saurian.</span> <span class="attribution"><span class="source">Urvogel Games, LLC</span></span> </figcaption> </figure> <h2>Reconstruir el paisaje donde vivieron</h2> <p>Llegados a este punto, no basta con reconstruir el aspecto de un dinosaurio: también es importante conocer en qué entorno natural vivió cuando formaba parte de un ecosistema e interaccionaba con otros organismos. </p> <p>Para ello es necesario identificar otros vestigios del yacimiento y entender el contexto geológico en que este se formó. Su estudio permitirá hacerse una idea del ambiente pasado y reconstruir un “paleopaisaje” con el dinosaurio como parte integrante del mismo. </p> <h2>Pero ¿de qué color eran?</h2> <p>Hasta hace poco, el color de la piel de los dinosaurios era una incógnita. Ahora podemos deducir ese rasgo gracias al estudio de la forma, tamaño y distribución de los melanosomas (pequeños órganos celulares que contienen pigmentos como la melanina, responsable del color cutáneo) mediante técnicas de vanguardia (microscopía electrónica) y comparando con el aspecto de las aves actuales. </p> <p>Por ejemplo, <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Anchiornis_huxleyi"><em>Anchiornis</em></a>, un pequeño terópodo, tendría plumas de diferentes colores: grises, blancas, negras, así como un copete rojizo. El plumaje de <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Microraptor"><em>Microraptor</em></a>, otro terópodo con plumas en las cuatro extremidades, sería de color oscuro y con un brillo iridiscente, como ocurre en algunos córvidos actuales. </p> <p>Dinosaurios cuya piel no estaba cubierta de plumas, como el pequeño ceratopsio <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Psittacosaurus"><em>Psittacosaurus</em></a> y el anquilosaurio <em>Borealopelta</em>, se han reconstruido atribuyéndoles un cuerpo de color marrón oscuro o rojizo. En ambos casos, lucen un vientre más claro: este patrón cromático, conocido como contrasombra o <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Contracoloraci%C3%B3n">contracoloración</a>, está presente en muchos animales y sirve para camuflarse. </p> <figure class="align-center zoomable"> <a href="https://images.theconversation.com/files/676868/original/file-20250626-62-pxz6hw.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=1000&amp;fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/676868/original/file-20250626-62-pxz6hw.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=754&amp;fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/676868/original/file-20250626-62-pxz6hw.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=431&amp;fit=crop&amp;dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/676868/original/file-20250626-62-pxz6hw.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=30&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=431&amp;fit=crop&amp;dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/676868/original/file-20250626-62-pxz6hw.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=15&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=431&amp;fit=crop&amp;dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/676868/original/file-20250626-62-pxz6hw.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=542&amp;fit=crop&amp;dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/676868/original/file-20250626-62-pxz6hw.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=30&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=542&amp;fit=crop&amp;dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/676868/original/file-20250626-62-pxz6hw.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=15&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=542&amp;fit=crop&amp;dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a> <figcaption> <span class="caption">Modelo del ornitisquio <em>Psittacosaurus</em> con piel escamosa y largos filamentos queratinosos en la cola. Está basado en un fósil del Cretácico Inferior de China (Jehol Biota) conservado en el Museo Senckenberg de Frankfort, en Alemania. El patrón de color o contrasombreado, con la parte dorsal más oscura que la ventral, servía probablemente de camuflaje.</span> <span class="attribution"><span class="source">Imagen de Jakob Vinther et al. (2016) en Current Biology</span></span> </figcaption> </figure> <h2>Talento artístico con conocimiento de causa</h2> <p>Con todos los datos, los <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Paleoarte">paleoartistas</a> reviven en sus ilustraciones el aspecto de los dinosaurios y otros seres del pasado. Algunos son paleontólogos o trabajan en colaboración con ellos. Entonces, el talento artístico se combina con los conocimientos científicos para mostrar la posible apariencia en vida de animales que ya no existen. </p> <p>Dependiendo de la naturaleza fragmentaria del registro fósil y de otros factores, estas obras tendrán siempre una parte de especulación. Las reconstrucciones de dinosaurios conocidos a partir de decenas de esqueletos pertenecientes a individuos en diferentes fases de crecimiento (juveniles, adultos, etc.), como el citado <em>Psittacosaurus</em>, estarán mejor fundamentadas que otras basadas en restos fragmentarios pertenecientes a un único individuo. </p> <h2>Evolución de la imagen de los dinosaurios</h2> <p>La imagen de los dinosaurios ha ido cambiando a lo largo del tiempo, ya que es un reflejo de los conocimientos científicos de cada época. Las primeras reconstrucciones del siglo XIX los muestran como gigantescos lagartos. Para <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Richard_Owen">Richard Owen</a>, el inventor del término “dinosaurio” (1842), eran cuadrúpedos corpulentos parecidos a los mamíferos llamados mastodontes, como reflejan los modelos a tamaño natural del <a href="https://en.wikipedia.org/wiki/Crystal_Palace_Park">Crystal Palace Park</a>, al sur de Londres. </p> <figure class="align-center zoomable"> <a href="https://images.theconversation.com/files/678198/original/file-20250703-62-uxjbhw.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=1000&amp;fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/678198/original/file-20250703-62-uxjbhw.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=754&amp;fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/678198/original/file-20250703-62-uxjbhw.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=413&amp;fit=crop&amp;dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/678198/original/file-20250703-62-uxjbhw.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=30&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=413&amp;fit=crop&amp;dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/678198/original/file-20250703-62-uxjbhw.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=15&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=413&amp;fit=crop&amp;dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/678198/original/file-20250703-62-uxjbhw.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=518&amp;fit=crop&amp;dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/678198/original/file-20250703-62-uxjbhw.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=30&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=518&amp;fit=crop&amp;dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/678198/original/file-20250703-62-uxjbhw.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=15&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=518&amp;fit=crop&amp;dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a> <figcaption> <span class="caption">Estatuas del dinosaurio iguanodonte en el Crystal Palace Park, Londres.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://en.wikipedia.org/wiki/Crystal_Palace_Park#/media/File:Iguanodon_Crystal_Palace.jpg">Wikimedia Commons</a>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by/4.0/">CC BY</a></span> </figcaption> </figure> <p>La iconografía de la segunda mitad del siglo XIX, basada en descubrimientos hechos en Norteamérica y Europa, representa a <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Theropoda">terópodos</a> y <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Ornithopoda">ornitópodos</a> como formas bípedas con aspecto de canguro. Durante la primera mitad del siglo XX, los esqueletos de dinosaurios montados en los museos los muestran con la cola apoyada en el suelo. Hay que esperar hasta los años 1960-1970, cuando se produjo una revolución conceptual en paleontología llamada “Renacimiento de los dinosaurios”, para tener una imagen más realista de estos animales. </p> <p>Los esqueletos de los museos y las imágenes de cine y televisión modernas presentan a los dinosaurios en una posición más dinámica, con la columna vertebral horizontal y la cola levantada por encima del suelo.</p> <p>Estas reconstrucciones tienen en cuenta las más recientes interpretaciones paleontológicas y representan a los dinosaurios como seres activos. En el momento de su estreno (1993), la película <a href="https://www.filmaffinity.com/es/filmimages.php?movie_id=152490"><em>Parque Jurásico</em></a> nos enseñó las reconstrucciones más modernas de la historia. </p> <figure> <iframe width="440" height="260" src="https://www.youtube.com/embed/X_VAEST2dxM?wmode=transparent&amp;start=0" frameborder="0" allowfullscreen=""></iframe> </figure> <p>No obstante, la imagen de algunas criaturas de la saga no ha evolucionado a la par que las interpretaciones paleontológicas. Por ejemplo, los famosos “raptores” siguen teniendo una piel escamosa y prácticamente desprovista de plumas a pesar de que las evidencias fósiles indican que dinosaurios como los dromeosaurios estaban cubiertos de plumas o protoplumas. </p> <p>Esto demuestra que, aunque el cine puede conseguir que la ciencia resulte más atractiva, los intereses científicos y cinematográficos no son necesariamente los mismos.</p> <figure class="align-center zoomable"> <a href="https://images.theconversation.com/files/676870/original/file-20250626-62-c0k3mv.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=1000&amp;fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/676870/original/file-20250626-62-c0k3mv.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=754&amp;fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/676870/original/file-20250626-62-c0k3mv.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=275&amp;fit=crop&amp;dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/676870/original/file-20250626-62-c0k3mv.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=30&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=275&amp;fit=crop&amp;dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/676870/original/file-20250626-62-c0k3mv.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=15&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=275&amp;fit=crop&amp;dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/676870/original/file-20250626-62-c0k3mv.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=345&amp;fit=crop&amp;dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/676870/original/file-20250626-62-c0k3mv.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=30&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=345&amp;fit=crop&amp;dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/676870/original/file-20250626-62-c0k3mv.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=15&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=345&amp;fit=crop&amp;dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a> <figcaption> <span class="caption">Reconstrucción moderna del dromeosaurio <em>Deinonychus</em> por el ilustrador Fred Wierum. A diferencia de los raptores de la saga <em>Parque Jurásico</em>, el cuerpo está cubierto de plumas, reflejo de los últimos descubrimientos en paleontología.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/0/0f/Fred_Wierum_Deinonychus.png">Fred Wierum/Wikimedia Commons</a></span> </figcaption> </figure> <p>En definitiva, es posible conocer la apariencia de los dinosaurios gracias a los conocimientos científicos que proporcionan los fósiles y a la utilización de técnicas modernas. Cuanto más completos sean los datos, menos especulativa será la reconstrucción. Los paleoartistas ayudan a recrear mundos poblados de aquellos asombrosos animales extintos y otros seres del pasado. </p> <hr> <p><em>La <a href="https://katedra.eus/es/">Cátedra de Cultura Científica de la Universidad del País Vasco</a> colabora en la sección The Conversation Júnior.</em></p> <hr><img src="https://counter.theconversation.com/content/259060/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" /> <p class="fine-print"><em><span>Xabier Pereda Suberbiola no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p> Gracias al estudio concienzudo de los fósiles y la ayuda de las técnicas modernas, los paleontólogos pueden “revivir” la apariencia y el comportamiento de aquellos asombrosos animales extintos. Xabier Pereda Suberbiola, Investigador (Paleontología), Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea Licensed as Creative Commons – attribution, no derivatives. tag:theconversation.com,2011:article/258942 2025-07-10T16:43:11Z 2025-07-10T16:43:11Z ¿Por qué dejan de crecer los huesos? <figure><img src="https://images.theconversation.com/files/678560/original/file-20250707-56-yddp40.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;rect=0%2C1%2C6720%2C4480&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=1050&amp;h=700&amp;fit=crop" /><figcaption><span class="caption"></span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/shocked-little-boy-measuring-height-near-2435055953">Pixel-Shot/Shutterstock</a></span></figcaption></figure> <p><em>Este artículo forma parte de la sección <strong>The Conversation Júnior</strong>, en la que especialistas de las principales universidades y centros de investigación contestan a las dudas de jóvenes curiosos de entre 12 y 16 años. Podéis enviar vuestras preguntas a <strong>tcesjunior@theconversation.com</strong></em></p> <hr> <p><em><strong>Pregunta formulada por Carlota, de 12 años, del IES Santos Isasa (Córdoba)</strong></em></p> <hr> <p>¿Te imaginas que nunca dejáramos de crecer? Seríamos gigantes de más de tres metros a los 80 años, con huesos largos como postes de luz y una espalda que no cabría en una silla. Nuestro peso corporal aumentaría más allá de lo que las articulaciones, el corazón o los pulmones podrían soportar, provocando serios problemas de salud.</p> <p>En muchas especies animales (como ciertos peces, reptiles y anfibios), el crecimiento no se detiene del todo y continúa lentamente durante toda la vida. <a href="https://www.guinnessworldrecords.com/world-records/tallest-man-ever">Pero en los humanos, eso sería insostenible</a>.</p> <p>Cuando somos pequeños, una de las frases que más escuchamos es: “¡Qué alto estás! ¡Cómo has crecido!”. Pero llega un momento, generalmente en la adolescencia, en que ya no nos lo dicen. Dejamos de ganar altura y, aunque cambie nuestro cuerpo en otros aspectos, los huesos ya no se alargan. ¿Por qué ocurre esto?</p> <p>La respuesta a esta pregunta se encuentra en una combinación fascinante entre biología, hormonas y estructuras muy concretas de nuestro cuerpo llamadas placas de crecimiento.</p> <h2>Los huesos no siempre son duros</h2> <p>Aunque solemos imaginar los huesos como estructuras duras y sólidas, no siempre fueron así. Cuando estamos en el vientre materno, comienzan siendo cartílago: <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Tejido_cartilaginoso">un tejido flexible</a> parecido al que tenemos en la punta de la nariz o en las orejas. Con el tiempo, este cartílago se va transformando en hueso gracias a un proceso llamado osificación.</p> <p>En los huesos largos –como el fémur (muslo) o el húmero (brazo)–, el crecimiento en longitud ocurre en unos lugares especiales llamados <a href="https://doi.org/10.1359/jbmr.2002.17.12.2274">“placas epifisarias”</a>, o “placas de crecimiento”. Son zonas de cartílago ubicadas cerca de los extremos de los huesos. Allí se produce un constante <a href="https://doi.org/10.1007/s11914-005-0006-x">recambio celular</a>: unas células llamadas <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Condrocito">condrocitos</a> se multiplican, se organizan y, finalmente, se transforman en hueso nuevo, alargando la estructura. </p> <figure class="align-right zoomable"> <a href="https://images.theconversation.com/files/678554/original/file-20250707-56-kgq1sy.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=1000&amp;fit=clip"><img alt="Imágenes de condrocitos (células) al microscopio" src="https://images.theconversation.com/files/678554/original/file-20250707-56-kgq1sy.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=237&amp;fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/678554/original/file-20250707-56-kgq1sy.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=450&amp;fit=crop&amp;dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/678554/original/file-20250707-56-kgq1sy.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=30&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=450&amp;fit=crop&amp;dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/678554/original/file-20250707-56-kgq1sy.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=15&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=450&amp;fit=crop&amp;dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/678554/original/file-20250707-56-kgq1sy.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=566&amp;fit=crop&amp;dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/678554/original/file-20250707-56-kgq1sy.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=30&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=566&amp;fit=crop&amp;dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/678554/original/file-20250707-56-kgq1sy.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=15&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=566&amp;fit=crop&amp;dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a> <figcaption> <span class="caption">Imágenes de condrocitos al microscopio.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://es.wikipedia.org/wiki/Condrocito#/media/Archivo:Cartilage_polarised.jpg">Por Emmanuelm/Wikimedia Commons</a>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by/4.0/">CC BY</a></span> </figcaption> </figure> <p>Es importante saber que los huesos son estructuras vivas. Que continuamente tienen células que mueren y otras que nacen para sustituirlas. Esta renovación ocurre durante toda la vida, no sólo cuando nos los rompemos. En cambio, el crecimiento solo ocurre durante la infancia y gran parte de la adolescencia. </p> <h2>El papel de las hormonas</h2> <p>Durante la niñez, varias hormonas regulan el crecimiento óseo, como la hormona del crecimiento (GH) y <a href="https://doi.org/10.1159/000088582">los factores de crecimiento similares a la insulina (IGF-1)</a>. Sin embargo, cuando llega la pubertad entran en juego otras hormonas: los estrógenos y la testosterona. Aunque se asocian respectivamente con las chicas y los chicos, ambos sexos producen las dos (en diferentes cantidades), y ambas influyen en el crecimiento de los huesos.</p> <p>Estas hormonas estimulan primero un “estirón” muy evidente (el típico de la adolescencia), pero después provocan que las placas de crecimiento se cierren. Es decir, ese cartílago que permitía que el hueso se alargara desaparece y se transforma completamente en tejido óseo. Es el final del crecimiento humano.</p> <h2>¿A qué edad dejan de crecer los huesos?</h2> <p>La edad puede variar de una persona a otra. En general, las niñas tienden a alcanzar su altura adulta entre los 14 y 16 años, y los niños, entre los 16 y 18. Sin embargo, hay adolescentes que siguen creciendo hasta que sus placas de crecimiento se cierran por completo, algo que puede ocurrir hasta los <a href="https://doi.org/10.1038/nrendo.2015.165">20 años en algunos casos</a>.</p> <p>¿Sabías que los médicos pueden saber si aún sigues creciendo? Lo averiguan observando una radiografía de la mano o la muñeca: si las placas de crecimiento son aún visibles, probablemente esa persona todavía no haya alcanzado su estatura definitiva. Cuando siguen estando activas, dichas placas son más claras que el resto del hueso, debido a que su densidad es menor </p> <p>Además, se trata de estructuras muy delicadas. Si un niño o adolescente sufre una fractura cerca de una de las placas, puede alterarse su crecimiento óseo. Por eso es tan importante tratar adecuadamente cualquier lesión en edades de desarrollo. Afortunadamente, los avances en traumatología pediátrica permiten hoy intervenir de manera muy precisa para evitar o corregir tales problemas.</p> <h2>¿Se podrían “reabrir” las placas de crecimiento?</h2> <p>La ciencia actual no ha encontrado una forma segura de reactivar las placas de crecimiento una vez que se han cerrado. Por internet circulan algunos mitos sobre suplementos, hormonas o ejercicios milagrosos para seguir ganando altura después de la adolescencia, pero no tienen base científica. Incluso el uso de hormonas de crecimiento en adultos no aumenta la estatura, y su uso indebido puede causar graves problemas de salud.</p> <h2>¿Y si alguien no crece lo suficiente?</h2> <p>En algunos casos, ciertas personas tienen problemas para crecer debido a causas genéticas u hormonales o determinadas enfermedades. Algunos trastornos, como el <a href="https://medlineplus.gov/spanish/ency/article/001176.htm">déficit de hormona del crecimiento</a> o el <a href="https://www.cun.es/enfermedades-tratamientos/enfermedades/hipotiroidismo">hipotiroidismo</a>, pueden detectarse y tratarse con ayuda médica. Por eso es importante realizar controles pediátricos regulares y acudir al especialista si fuera necesario.</p> <p>Pero debemos tener en cuenta que existen muchas variantes que son completamente normales. No todas las personas alcanzan la misma estatura, y eso no significa necesariamente un problema. <a href="https://www.niams.nih.gov/health-topics/kids/bone">La genética tiene un peso enorme</a>: si tus padres son bajos, es muy probable que tú también lo seas. Y eso es completamente natural.</p> <h2>Crecer no es solo hacerse más alto</h2> <p>Aunque nuestros huesos dejen de alargarse, el cuerpo sigue cambiando a lo largo de la vida. La masa ósea, por ejemplo, alcanza su punto máximo entre los 20 y los 30 años, y luego empieza a disminuir lentamente. Por eso, una alimentación adecuada y el ejercicio físico son fundamentales para tener huesos fuertes durante toda la vida.</p> <p>Además, crecer no es solo una cuestión física. En la adolescencia también se desarrollan el cerebro, las emociones, la personalidad, la autonomía… Así que, aunque dejes de crecer en centímetros, puedes haciéndolo en muchos otros aspectos.</p> <hr> <figure class="align-center "> <img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/657167/original/file-20250324-56-gt9a63.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=754&amp;fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/657167/original/file-20250324-56-gt9a63.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=109&amp;fit=crop&amp;dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/657167/original/file-20250324-56-gt9a63.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=30&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=109&amp;fit=crop&amp;dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/657167/original/file-20250324-56-gt9a63.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=15&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=109&amp;fit=crop&amp;dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/657167/original/file-20250324-56-gt9a63.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=137&amp;fit=crop&amp;dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/657167/original/file-20250324-56-gt9a63.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=30&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=137&amp;fit=crop&amp;dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/657167/original/file-20250324-56-gt9a63.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=15&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=137&amp;fit=crop&amp;dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"> <figcaption> <span class="caption"></span> </figcaption> </figure> <p><em>El museo interactivo <a href="https://www.parqueciencias.com">Parque de las Ciencias de Andalucía</a> y su Unidad de Cultura Científica e Innovación colaboran en la sección The Conversation Júnior.</em></p> <hr><img src="https://counter.theconversation.com/content/258942/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" /> <p class="fine-print"><em><span>José Miguel Robles Romero no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p> La respuesta a esta pregunta se encuentra en una combinación fascinante entre biología, hormonas y estructuras muy concretas de nuestro cuerpo llamadas placas de crecimiento José Miguel Robles Romero, Profesor Doctor de la Facultad de Enfermería, Universidad de Huelva Licensed as Creative Commons – attribution, no derivatives. tag:theconversation.com,2011:article/253449 2025-07-03T20:42:41Z 2025-07-03T20:42:41Z ¿Los animales ven los mismos colores que las personas? <figure><img src="https://images.theconversation.com/files/673005/original/file-20250609-56-ztqo92.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;rect=427%2C0%2C4617%2C3078&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=1050&amp;h=700&amp;fit=crop" /><figcaption><span class="caption">Algunos insectos, como las abejas y las mariposas, ven colores invisibles a los humanos, en el rango del ultravioleta.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/white-beautiful-butterflies-against-background-tropical-1120387247">Delbars/Shutterstock</a></span></figcaption></figure> <p><em>Este artículo forma parte de la sección <strong>The Conversation Júnior</strong>, en la que especialistas de las principales universidades y centros de investigación contestan a las dudas de jóvenes curiosos de entre 12 y 16 años. Podéis enviar vuestras preguntas a <strong>tcesjunior@theconversation.com</strong></em></p> <hr> <p><em><strong>Pregunta formulada por el curso de 3º de la ESO de Aranzadi Ikastola. Bergara (Gipuzkoa)</strong></em></p> <hr> <p>La respuesta a esta pregunta no es sencilla, porque ni siquiera todas las personas “ven” los mismos colores. Por ejemplo, <a href="https://theconversation.com/daltonismo-como-usar-los-colores-teniendo-en-cuenta-que-no-todos-vemos-igual-215163">quienes tienen algún tipo de daltonismo</a> no sólo distinguen menos, sino que perciben de modo diferente una gran parte de los tonos. </p> <p>En el otro extremo están las personas <a href="https://theconversation.com/tetracromatas-el-superpoder-de-ver-100-millones-de-colores-193025">tetracrómatas</a>, capaces de distinguir hasta 100 millones de tonalidades distintas, unas 100 veces más que la mayoría de las personas. </p> <p>Hace bien poquito, también conocimos el curioso caso de <a href="https://theconversation.com/pingelap-el-atolon-donde-el-mundo-se-ve-en-blanco-y-negro-254101">los habitantes de Pingelap</a>, que ven el mundo en blanco y negro. Y aún más recientemente, nos hemos sorprendido al saber que cinco participantes en un experimento llevado a cabo con tecnología ultrasofisticada han tenido la oportunidad de <a href="https://theconversation.com/olo-el-color-nunca-antes-visto-por-la-humanidad-256436">percibir un nuevo color</a> denominado ‘olo’. </p> <p>De acuerdo, no vale escudarse en la variabilidad existente en los humanos para no responder a la pregunta. Vayamos por partes. </p> <h2>¿Cómo distinguimos los colores los humanos?</h2> <p>La percepción del color es la interpretación que hace el cerebro de las señales (en forma de impulsos nerviosos) enviadas a la corteza visual por un tipo de fotorreceptores. Se llaman conos y están situados en la retina, al fondo de nuestros ojos. </p> <p>Existen diferentes tipos de conos. En función de los pigmentos visuales que contienen presentan sensibilidades específicas para las longitudes de onda que componen la luz o <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Espectro_electromagn%C3%A9tico">espectro electromagnético</a>. Así, las longitudes de onda que reflejan los objetos (esto es, su color) estimulan de forma concreta los diferentes tipos de conos. Finalmente, los colores que vemos (o, mejor dicho, lo que interpreta nuestro cerebro como tales) obedecen a una combinación formada por las respuestas de los distintos tipos de conos.</p> <p>La mayor parte de las personas somos <a href="https://www.pnas.org/doi/10.1073/pnas.93.2.577?url_ver=Z39.88-2003&amp;rfr_id=ori%3Arid%3Acrossref.org&amp;rfr_dat=cr_pub++0pubmed">tricrómatas</a>. Eso quiere decir que en nuestra retina tenemos tres tipos de conos, denominados rojo, verde y azul. Gracias a ellos podemos “ver” y distinguir colores correspondientes a longitudes de onda que van desde el azul-violeta hasta el rojo. Es lo que llamamos “<a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Espectro_visible">espectro visible</a>”. </p> <p>Visible para los humanos, claro. Pero ¿qué ocurre con el resto de los animales?</p> <h2>¿Los animales también flipan en colores?</h2> <p>Con la prudencia que exige la práctica científica, podemos decir que la mayoría de animales probablemente no ven los mismos colores que nosotros. Sabemos que los fotorreceptores presentes en sus ojos se presentan un número y tipo de pigmentos diferentes a los de los humanos tricrómatas. </p> <p>Y teniendo en cuenta cómo son esos conos, podemos apostar a que muchos de los animales de nuestro entorno flipan más bien poco. </p> <p>Así, la mayor parte de los mamíferos no primates presentan visión dicromática; es decir, en sus retinas se han encontrado únicamente dos tipos de conos. Este es el caso, por ejemplo, de los <a href="https://www.cambridge.org/core/journals/visual-neuroscience/article/abs/color-vision-in-the-dog/5A30E35A384D10B6A2B46B01C896D3D5">perros</a>, los gatos y los zorros. </p> <p>Esto no significa que <a href="https://theconversation.com/es-verdad-que-los-perros-solo-ven-en-blanco-y-negro-14336">vean en blanco y negro</a>: los perros, por ejemplo, distinguen perfectamente el amarillo y el azul, aunque tienen problemas para diferenciar los rojos y verdes. El caso de los toros es muy parecido al de los perros, por lo que, a pesar de la creencia popular, ¡el color rojo no les atrae!</p> <p>Probablemente, los mamíferos perciben el mundo como las personas con algún tipo de daltonismo. Aunque existen algunas excepciones a la norma dicromática: unas pocas especies nocturnas y los mamíferos marinos. <a href="https://www.researchgate.net/publication/228484862_Color_vision_in_marine_mammals_a_review#fullTextFileContent">Los cetáceos, pinnípedos y manatíes presentan en general visión monocromática</a>, lo que limita muchísimo su capacidad de discriminar colores. </p> <p>Y también está el caso de las ballenas, <a href="https://theconversation.com/las-ballenas-ven-en-blanco-y-negro-246077">que sí ven en blanco y negro</a>: los análisis realizados en los ojos de rorcuales varados han demostrado que las retinas de estos animales carecen de conos. Parece tratarse de una adaptación extrema al entorno oscuro del océano.</p> <p>La de los mamíferos primates –los humanos entre ellos– es otra excepción, puesto que junto con los marsupiales y una buena parte de los insectos presentan visión tricromática, aunque los espectros de absorción de los tres tipos de conos son diferentes en cada caso. </p> <h2>Colores invisibles para los humanos</h2> <p>De hecho, algunos tipos de insectos, como las abejas y las mariposas, pueden ver en el espectro ultravioleta (UV), capacidad que comparten con muchas aves y peces e incluso <a href="https://www.sciencefriday.com/articles/ultraviolet-light-animals/:%7E:text=Okay,%20fine,%20mammals%20can%20have,with%20their%20short%20blue%20cones.">unos cuantos mamíferos</a>. </p> <p><div data-react-class="InstagramEmbed" data-react-props="{&quot;url&quot;:&quot;https://www.instagram.com/p/CnxtasTPm30&quot;,&quot;accessToken&quot;:&quot;127105130696839|b4b75090c9688d81dfd245afe6052f20&quot;}"></div></p> <p>A los humanos esto nos resulta extraño; no tenemos definido el color ultravioleta porque esa parte del espectro o bien queda fuera (o cerca del límite) de nuestro espectro de luz visible, o resulta bloqueada por las lentes de nuestros ojos.</p> <p>Afortunadamente, en 2024, científicos especializados en la visión del color desarrollaron una tecnología para <a href="https://theconversation.com/animals-see-the-world-in-different-colours-than-humans-new-camera-reveals-what-this-looks-like-221786">grabar vídeos que simulan de manera realista la visión de los animales</a>.</p> <h2>Ojos superdotados</h2> <p>Ahora hablaremos de los animales que en teoría ven muchos colores. Mientras que la mayoría de los reptiles, anfibios, aves e insectos son tetracrómatas (tienen cuatro tipos de conos), algunos insectos y aves, incluidas las palomas y las mariposas papillón, entran en la categoría aun superior de pentacrómatas (cinco tipos). El pódium de los policrómatas lo encabeza el camarón mantis (<a href="https://www.oceanografic.org/especie/camaron-mantis/"><em>Odontodactylus scyllarus</em></a>), que presenta más de 12 tipos de pigmentos visuales. </p> <p>Sin embargo, y como advertíamos al comienzo del artículo, la “visión” es un proceso complejo de integración de la información sensorial enviada por los fotorreceptores. En el caso del camarón mantis, desde 2014 se sabe que, a pesar de su arsenal de fotorreceptores, posee <a href="https://www.nature.com/articles/nature.2014.14578#citeas">una capacidad para discriminar los colores bastante limitada</a>. Y es que el potencial de su cerebro para integrar la información visual no es tan complejo como el de los humanos.</p> <p>Para que un animal pueda discriminar colores es imprescindible que disponga de fotopigmentos con diferentes espectros de absorción en los órganos encargados de la visión. Pero tenerlos no garantiza la capacidad de distinguir colores. </p> <p>En suma, con la información de la que disponemos hasta el momento, podemos sostener que <a href="https://evolution-outreach.biomedcentral.com/articles/10.1007/s12052-008-0088-x">la capacidad de ver y distinguir los colores no es universal</a>: algunos animales no los ven, otros distinguen un número variable de ellos y muchos perciben colores para los que los humanos somos ciegos. ¡Un maravilloso ejemplo de diversidad!</p> <hr> <p><em>La <a href="https://katedra.eus/es/">Cátedra de Cultura Científica de la Universidad del País Vasco</a> colabora en la sección The Conversation Júnior.</em></p> <hr><img src="https://counter.theconversation.com/content/253449/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" /> <p class="fine-print"><em><span>Miren Bego Urrutia Barandika no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p> Desde las ballenas, que ven en blanco y negro, hasta los insectos, peces y aves capaces de distinguir colores invisibles para los humanos, existe una gran diversidad en la manera cómo percibe el mundo el reino animal. Miren Bego Urrutia Barandika, Catedrática de Fisiología. Profesora/investigadora de Fisiología Animal en la Facultad de Ciencia y Tecnología y en el PiE (Estación Marina de Plentzia), Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea Licensed as Creative Commons – attribution, no derivatives. tag:theconversation.com,2011:article/258104 2025-06-19T16:44:30Z 2025-06-19T16:44:30Z ¿Se pueden evitar (o predecir) los terremotos? <figure><img src="https://images.theconversation.com/files/673012/original/file-20250609-56-xoqnby.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;rect=37%2C0%2C4726%2C3151&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=1050&amp;h=700&amp;fit=crop" /><figcaption><span class="caption"></span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/hand-pointing-yellow-earthquake-blue-background-140652142">S. Bonaime/Shutterstock</a></span></figcaption></figure> <p><em>Este artículo forma parte de la sección <strong>The Conversation Júnior</strong>, en la que especialistas de las principales universidades y centros de investigación contestan a las dudas de jóvenes curiosos de entre 12 y 16 años. Podéis enviar vuestras preguntas a <strong>tcesjunior@theconversation.com</strong></em></p> <hr> <p><em><strong>Pregunta formulada por Lucía, de 12 años, del CEIP María Pérez García (Málaga)</strong></em></p> <hr> <p>Si alguna vez has visto <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/San_Andreas_(pel%C3%ADcula)"><em>San Andreas</em> (2015)</a>, recordarás cómo temblaba todo mientras los edificios caían y las personas corrían buscando refugio. ¡Parecía el fin del mundo! Pero ¿se pueden evitar o, al menos, predecir los terremotos como hacían los científicos en esa trepidante película?</p> <h2>¿Qué es un terremoto?</h2> <p>Bajo nuestros pies, la Tierra está dividida en grandes bloques llamados <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Placa_tect%C3%B3nica">placas tectónicas</a> que encajan entre sí como si fueran muchas costuras en una pelota, pero sin coser. Estas placas se mueven lentamente, unos centímetros al año, más o menos a la velocidad a la que te crece una uña. </p> <figure class="align-center zoomable"> <a href="https://images.theconversation.com/files/672993/original/file-20250609-56-i2cpa0.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=1000&amp;fit=clip"><img alt="Las grandes placas tectónicas de la Tierra." src="https://images.theconversation.com/files/672993/original/file-20250609-56-i2cpa0.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=754&amp;fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/672993/original/file-20250609-56-i2cpa0.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=406&amp;fit=crop&amp;dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/672993/original/file-20250609-56-i2cpa0.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=30&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=406&amp;fit=crop&amp;dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/672993/original/file-20250609-56-i2cpa0.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=15&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=406&amp;fit=crop&amp;dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/672993/original/file-20250609-56-i2cpa0.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=511&amp;fit=crop&amp;dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/672993/original/file-20250609-56-i2cpa0.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=30&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=511&amp;fit=crop&amp;dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/672993/original/file-20250609-56-i2cpa0.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=15&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=511&amp;fit=crop&amp;dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a> <figcaption> <span class="caption">Las grandes placas tectónicas de la Tierra.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/8/8e/Placas_tectonicas_es.svg/2560px-Placas_tectonicas_es.svg.png">Wikimedia Commons</a>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by/4.0/">CC BY</a></span> </figcaption> </figure> <p>A veces, se empujan, se frenan o se deslizan una contra otra. Esa fricción va acumulando energía, y cuando ya no puede aguantar más… ¡Pum! ¡Se libera de golpe!, lo que ocasiona un terremoto, un proceso natural que ocurre en nuestro planeta desde hace millones de años.</p> <h2>¿Se pueden evitar?</h2> <p>No, los terremotos no se pueden evitar. Son una parte natural del funcionamiento de la Tierra. Pero, aunque no los podamos detener, sí podemos reducir sus efectos. ¿Cómo? Con construcciones seguras, escuelas preparadas, simulacros de emergencia y sistemas de alerta.</p> <p>Por ejemplo, en Japón y México existen sensores que detectan el inicio de un terremoto y envían una alerta segundos antes del temblor aumente. Puede parecer poco tiempo, pero esos segundos permiten salvar vidas.</p> <h2>¿Y se pueden predecir?</h2> <p>Es un <a href="https://www.revistas.unam.mx/index.php/archipielago/article/view/24387">reto complicado</a>. Cuando las placas tectónicas, esas grandes piezas de puzle del suelo terrestre de las que hemos hablado antes, se tocan unas a otras, forman fallas (líneas de contacto entre las placas), ocasionando grietas profundas en la Tierra. Éstas pueden tener formas muy irregulares y comportamientos difíciles de estudiar y, por consiguiente, de anticipar.</p> <figure class="align-center "> <img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/672954/original/file-20250608-56-q9ywkb.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=754&amp;fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/672954/original/file-20250608-56-q9ywkb.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=600&amp;fit=crop&amp;dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/672954/original/file-20250608-56-q9ywkb.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=30&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=600&amp;fit=crop&amp;dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/672954/original/file-20250608-56-q9ywkb.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=15&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=600&amp;fit=crop&amp;dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/672954/original/file-20250608-56-q9ywkb.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=754&amp;fit=crop&amp;dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/672954/original/file-20250608-56-q9ywkb.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=30&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=754&amp;fit=crop&amp;dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/672954/original/file-20250608-56-q9ywkb.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=15&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=754&amp;fit=crop&amp;dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"> <figcaption> <span class="caption">La Tierra está cubierta por placas tectónicas. Son grandes bloques que se mueven lentamente, como piezas de un rompecabezas. Cuando chocan o se deslizan, generan fallas, pudiendo causar terremotos.</span> <span class="attribution"><span class="source">Imagen realizada con Inteligencia Artificial</span>, <a class="license" href="http://artlibre.org/licence/lal/en">FAL</a></span> </figcaption> </figure> <p>Los científicos <a href="https://www.uprm.edu/wp-content/uploads/sites/223/2020/02/Predicci%C3%B3n-de-terremotos.pdf">han investigado</a> si los animales se comportan de una manera extraña antes de un terremoto por tener sentidos más agudos; si cambia el campo magnético de la Tierra (es decir, si el norte ya no es el norte); si hay señales en el subsuelo, como gases que salen al exterior; si el agua de un lago cambia; <a href="https://www.youtube.com/watch?v=NcTqm5jN2f4">si aparecen rayos raros en el cielo</a>… </p> <p>Es díficil interpretar si estos pequeños cambios de la Tierra anuncian un gran sismo o si se trata de simples movimientos normales. Por eso, hoy en día no se puede conocer con certeza cuándo ni dónde ocurrirá un terremoto.</p> <h2>Calculando probabilidades</h2> <p>Pero ¡cuidado! No es lo mismo <em>predecir</em> que <em>pronosticar</em> un terremoto. </p> <ul> <li><p><em>Predecir</em> sería decir cuándo, dónde y con qué fuerza ocurrirá, algo que hoy no se puede hacer. </p></li> <li><p><em>Pronosticar</em> significa calcular la probabilidad de que ocurra en una zona durante los próximos años, como cuando se dice que hay un 70 % de probabilidad de lluvia para mañana. </p></li> </ul> <p>Las <a href="https://doi.org/10.37811/cl_rcm.v7i1.5150">investigaciones más actuales</a> para pronosticar terremotos se basan en buscar con inteligencia artificial (IA) qué cosas se repiten antes de que empiece a temblar la tierra. Por ejemplo, ver si en una de las capas altas del cielo, la llamada ionosfera, ha cambiado la cantidad de electrones que normalmente hay allí. </p> <p>En España y Chile, <a href="https://doi.org/10.1016/j.eswa.2010.05.050">expertos como Antonio Morales Esteban</a> y su equipo han mostrado resultados prometedores midiendo la magnitud de los seísmos, así como el tiempo transcurrido entre terremotos, pero su sistema aún debe afinarse. </p> <p>En el pasado, se utilizaban técnicas más clásicas, como comprobar los cambios de nivel del agua en los pozos, averiguar si las ondas que viajan por el suelo van más rápidas o lentas o detectar muchos pequeños temblores seguidos. Pero nada de esto funcionó. Por ejemplo, según los cálculos de los científicos, iba a tener lugar <a href="https://usuarios.geofisica.unam.mx/cruz/Sismociones_Libres/Biblio_Sismocion/Parkfield_Lomnitz.docx.pdf">un gran terremoto en Parkfield (California)</a> entre 1988 y 1993. Y aunque llegó, lo hizo mucho más tarde: en 2004.</p> <p>Los sismólogos de la película <em>San Andreas</em> sí tienen éxito: desarrollan un método que <em>predice</em> grandes sismos utilizando los datos de cambios electromagnéticos, que son procesados por una IA creada por los propios científicos. Algo muy parecido a lo que se intenta actualmente. </p> <p>En la vida real, la predicción sigue siendo un reto científico, así que no hay que perderle la pista, porque se siguen haciendo avances.</p> <h2>En caso de terremoto…</h2> <p>De cualquier forma, si de repente empieza a temblar la tierra, no te olvides de seguir los siguientes pasos:</p> <ol> <li><p>Agáchate para evitar caerte.</p></li> <li><p>Cúbrete bajo una mesa resistente o junto a una pared interior. </p></li> <li><p>Agárrate a la mesa o al objeto que te esté protegiendo para mantenerte seguro hasta que termine. Después, sal con calma y sigue las indicaciones de los adultos.</p></li> </ol> <p>Los terremotos no se pueden evitar ni predecir con exactitud, pero la ciencia nos ayuda a entenderlos mejor y a prepararnos. La verdadera protección viene de la educación, de la prevención y del trabajo de científicos que, como en las películas, trabajan para protegernos cada día.</p> <p>¿Te imaginas ser tú quien invente un sistema que avise con tiempo suficiente? La ciencia te espera.</p> <hr> <figure class="align-center "> <img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/657167/original/file-20250324-56-gt9a63.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=754&amp;fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/657167/original/file-20250324-56-gt9a63.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=109&amp;fit=crop&amp;dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/657167/original/file-20250324-56-gt9a63.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=30&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=109&amp;fit=crop&amp;dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/657167/original/file-20250324-56-gt9a63.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=15&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=109&amp;fit=crop&amp;dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/657167/original/file-20250324-56-gt9a63.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=137&amp;fit=crop&amp;dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/657167/original/file-20250324-56-gt9a63.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=30&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=137&amp;fit=crop&amp;dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/657167/original/file-20250324-56-gt9a63.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=15&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=137&amp;fit=crop&amp;dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"> <figcaption> <span class="caption"></span> </figcaption> </figure> <p><em>El museo interactivo <a href="https://www.parqueciencias.com">Parque de las Ciencias de Andalucía</a> y su Unidad de Cultura Científica e Innovación colaboran en la sección The Conversation Júnior.</em></p> <hr><img src="https://counter.theconversation.com/content/258104/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" /> <p class="fine-print"><em><span>Julio Ballesta Claver no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p> Los sismólogos están haciendo grandes esfuerzos para poder anticiparse a esas sacudidas de la tierra a veces tan catastróficas, pero es un reto científico mayúsculo. Julio Ballesta Claver, Profesor Titular de didáctica de las ciencias experimentales, Universidad de Granada Licensed as Creative Commons – attribution, no derivatives. tag:theconversation.com,2011:article/257254 2025-06-11T21:26:28Z 2025-06-11T21:26:28Z ¿Por qué algunos elementos son más raros en la naturaleza que otros? <figure><img src="https://images.theconversation.com/files/673037/original/file-20250609-56-65zm9z.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;rect=0%2C1%2C6240%2C4160&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=1050&amp;h=700&amp;fit=crop" /><figcaption><span class="caption">Mina de oro a cielo abierto en Australia. Aquí se extrae uno de los elementos menos abundantes en la superficie terrestre.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/inside-giant-super-pit-fimiston-open-2282658833">Hans Wismeijer/Shutterstock</a></span></figcaption></figure> <p><em>Este artículo forma parte de la sección <strong>The Conversation Júnior</strong>, en la que especialistas de las principales universidades y centros de investigación contestan a las dudas de jóvenes curiosos de entre 12 y 16 años. Podéis enviar vuestras preguntas a <strong>tcesjunior@theconversation.com</strong></em></p> <hr> <p><em><strong>Pregunta formulada por el curso de 2º de la ESO del Instituto de Educación Secundaria Miguel de Unamuno, en Gasteiz (Álava)</strong></em></p> <hr> <p>Siempre que queremos buscar una respuesta a cualquier cosa que ocurre en la naturaleza, debemos acudir a la <a href="https://theconversation.com/por-que-entender-la-geologia-nos-ayuda-a-entender-el-mundo-243611">geología</a>. Y la distribución de los elementos químicos en nuestro planeta no es una excepción.</p> <h2>Un viaje al origen del universo</h2> <p>Para descubrir cómo surgieron los elementos químicos vamos a viajar en el tiempo hasta el origen del universo.</p> <p>En esos primeros momentos, se crearon elementos simples y ligeros, sobre todo hidrógeno y helio, de los que proceden todos los demás. A continuación, las <a href="https://theconversation.com/como-nace-una-estrella-252822">estrellas</a> actuaron como ollas a presión que cocinaron los elementos químicos más pesados. Cuando esos astros brillantes llegaron al final de sus vidas, explotaron dispersando todos los elementos que albergaban por el cosmos.</p> <p>Estos elementos químicos se convirtieron en los ladrillos con los que se crearon nuevas estrellas y cuerpos planetarios. Como nuestro <a href="https://theconversation.com/topics/sistema-solar-57442">sistema solar</a>, que nació como una densa nube de gases y polvo cósmico.</p> <p>Hace unos 4 600 millones de años, dicha nube empezó a condensarse en su zona central, dando lugar al Sol. A su alrededor, la materia cósmica siguió uniéndose en pequeños núcleos planetarios, incluida la Tierra.</p> <p>Así se produjo el primer reparto de elementos químicos entre planetas. Los más ligeros, como el hidrógeno, se fueron a zonas más alejadas del Sol, donde están los planetas exteriores. Por el contrario, los elementos más pesados, como el silicio o el hierro, se quedaron cerca del centro del sistema solar, en los <a href="https://www.sea-astronomia.es/glosario/planeta-rocoso-o-telurico#:%7E:text=En%20el%20Sistema%20Solar%20existen,un%20tipo%20peculiar%20de%20estrella.">planetas rocosos</a> más densos, como el nuestro.</p> <h2>Distribuyendo elementos químicos por el planeta</h2> <p>Pero la historia de los elementos químicos presentes en la Tierra no termina aquí. Sólo hemos contado el primer capítulo.</p> <p>Cuando nuestro planeta se formó, hace unos 4 570 millones de años, era una gran bola de magma que estaba siendo bombardeada continuamente por <a href="https://culturacientifica.com/2024/11/21/y-si-cae-un-meteorito/">meteoritos</a>. Así se iban añadiendo más elementos químicos a los materiales fundidos.</p> <p>Sin embargo, hace unos 4 400 millones de años, la superficie terrestre empezó a enfriarse. En ese momento se crearon las tres grandes capas en las que se <a href="https://culturacientifica.com/2021/11/11/en-las-entranas-de-nuestro-planeta/">divide la Tierra</a>: corteza, manto y núcleo.</p> <figure class="align-center zoomable"> <a href="https://images.theconversation.com/files/673028/original/file-20250609-62-jcjkm.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=1000&amp;fit=clip"><img alt="Esquema de las partes de la Tierra" src="https://images.theconversation.com/files/673028/original/file-20250609-62-jcjkm.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=754&amp;fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/673028/original/file-20250609-62-jcjkm.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=371&amp;fit=crop&amp;dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/673028/original/file-20250609-62-jcjkm.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=30&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=371&amp;fit=crop&amp;dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/673028/original/file-20250609-62-jcjkm.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=15&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=371&amp;fit=crop&amp;dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/673028/original/file-20250609-62-jcjkm.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=466&amp;fit=crop&amp;dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/673028/original/file-20250609-62-jcjkm.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=30&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=466&amp;fit=crop&amp;dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/673028/original/file-20250609-62-jcjkm.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=15&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=466&amp;fit=crop&amp;dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a> <figcaption> <span class="caption">Capas de la Tierra.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Afiche_de_la_Tierra.svg">Kelvinsong/Wikimedia Commons</a>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by/4.0/">CC BY</a></span> </figcaption> </figure> <p>Fue entonces cuando los elementos químicos se distribuyeron por nuestro planeta, debido a una fuerza de la que no podemos escapar: la gravedad.</p> <p>Los elementos más densos, como hierro, níquel o magnesio, se desplazaron hacia el interior de la Tierra. Y arrastraron consigo a otros elementos que tienen preferencia por mezclarse con el hierro, como el platino o el oro.</p> <p>Por el contrario, los más ligeros, como el silicio, el oxígeno, el calcio, el carbono o el aluminio, se quedaron en la corteza terrestre, la parte más superficial.</p> <p>Esto genera una paradoja. Hay elementos químicos muy abundantes en nuestro planeta que apenas están disponibles porque se acumulan a grandes profundidades. Así ocurre con el hierro, que forma más del 90 % del núcleo, pero en la corteza tiene una abundancia inferior al 6 %.</p> <p>Por suerte, vivimos en un mundo dinámico. Gracias a procesos geológicos como los volcanes, elementos químicos que son comunes en el manto llegan a salir a la superficie. Así encontramos en la corteza yacimientos ricos en oro, litio, rubidio o cobre.</p> <h2>Los elementos también se transforman</h2> <p>Hay un proceso químico muy curioso que hace que, con el tiempo, un elemento se transforme en otro, lo que cambia su abundancia en la Tierra. Vamos paso a paso para entenderlo.</p> <p>Algunos elementos tienen varias versiones de sí mismos, llamados <a href="https://www.iaea.org/es/newscenter/news/que-es-un-isotopo">isótopos</a>. Se trata de átomos con el mismo número de protones, pero diferente número de neutrones en su núcleo.</p> <p>Pues varios de estos isótopos son inestables en la naturaleza. Con el paso del tiempo se van a desintegrar para dar lugar a isótopos de otros elementos químicos que sean más estables.</p> <p>El más conocido es el <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Carbono-14">carbono 14</a>, que tras varias decenas de miles de años se convertirá en nitrógeno 14. Es decir, cada vez habrá menos carbono y más nitrógeno en la naturaleza.</p> <p>Y aquí es donde entra en juego el elemento químico más raro de toda la corteza terrestre: el <a href="https://mujeresconciencia.com/2020/04/09/berta-karlik-1904-1990-y-el-elemento-quimico-de-los-mil-nombres/">astato</a>. Se forma en el camino de desintegración del uranio para convertirse en plomo.</p> <figure class="align-right zoomable"> <a href="https://images.theconversation.com/files/673031/original/file-20250609-56-9f73kv.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=1000&amp;fit=clip"><img alt="Ficha donde aparece el símbolo químico del astato (At), el número atómico y la masa atómica." src="https://images.theconversation.com/files/673031/original/file-20250609-56-9f73kv.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=237&amp;fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/673031/original/file-20250609-56-9f73kv.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=600&amp;fit=crop&amp;dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/673031/original/file-20250609-56-9f73kv.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=30&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=600&amp;fit=crop&amp;dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/673031/original/file-20250609-56-9f73kv.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=15&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=600&amp;fit=crop&amp;dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/673031/original/file-20250609-56-9f73kv.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=754&amp;fit=crop&amp;dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/673031/original/file-20250609-56-9f73kv.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=30&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=754&amp;fit=crop&amp;dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/673031/original/file-20250609-56-9f73kv.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=15&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=754&amp;fit=crop&amp;dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a> <figcaption> <span class="caption">Símbolo químico y propiedades del astato.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-vector/astato-symbol-astatine-spanish-language-element-518218276">Alejo Miranda/Shutterstock</a></span> </figcaption> </figure> <p>Pero el astato es tan inestable que, en menos de 8 horas, desaparece. Esto no quiere decir que no exista en el medio natural: mientras siga habiendo uranio transformándose en plomo, este esquivo elemento continuará apareciendo.</p> <h2>No siempre lo raro es realmente raro</h2> <p>A veces calificamos de raro a lo que, en realidad, no lo es. Es el caso de las denominadas “<a href="https://culturacientifica.com/2025/03/13/ni-son-tierras-ni-son-raras/">tierras raras</a>”. Se trata de 17 elementos químicos (lantano, cerio, praseodimio, neodimio, prometio, samario, europio, gadolinio, terbio, disprosio, holmio, erbio, tulio, iterbio, lutecio, escandio e itrio) que, en realidad, son más comunes que el oro o la plata en la corteza terrestre.</p> <p>Los llamamos “raros” por dos motivos muy concretos. Por un lado, porque aparecen en concentraciones muy pequeñas en el interior de los minerales. Y, en segundo lugar, porque el proceso para extraerlos de esos minerales es muy complejo y costoso.</p> <p>Así que, en este caso, lo de “raro” no tiene nada que ver con su abundancia relativa; se refiere a la capacidad que tenemos los seres humanos para poder aprovecharlos.</p> <h2>De un vistazo</h2> <p>Los más de 4 500 millones de años de historia geológica de la Tierra son, pues, los culpables de que algunos elementos químicos sean más raros que otros en la naturaleza.</p> <p>Vamos a repasar lo que hemos visto:</p> <ol> <li><p>En la formación del sistema solar se produjo el primer sorteo de elementos químicos entre planetas. A la Tierra le tocaron unos diferentes a los que llegaron a nuestros vecinos lejanos como Urano o Neptuno.</p></li> <li><p>Al enfriarse el planeta se formaron tres capas: corteza, manto y núcleo. Entonces, los elementos más densos se fueron hacia el centro de la Tierra. Los menos pesados, por su parte, se quedaron en la parte más superficial.</p></li> <li><p>Hay eventos geológicos que redistribuyen los elementos químicos entre las capas de la Tierra. Como los volcanes, que sacan a la superficie elementos del manto que son raros en la corteza.</p></li> <li><p>Algunos isótopos se desintegran con el paso del tiempo. De esta forma, un elemento químico se transforma en otro, cambiando el porcentaje de ambos en el medio natural.</p></li> <li><p>Las tierras raras no son tan raras. Se trata de elementos bastante comunes en la naturaleza, aunque nos cuesta mucho poder aprovecharnos de ellos.</p></li> </ol> <p>La geología es la ciencia que da respuesta a este tipo de preguntas. Nos permite conocer cómo se distribuyen los elementos químicos en nuestro planeta. Y también nos enseña cómo explotarlos para asegurar nuestro futuro como sociedad.</p> <hr> <p><em>La <a href="https://katedra.eus/es/">Cátedra de Cultura Científica de la Universidad del País Vasco</a> colabora en la sección The Conversation Júnior.</em></p> <hr><img src="https://counter.theconversation.com/content/257254/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" /> <p class="fine-print"><em><span>Blanca María Martínez García no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p> La historia geológica de la Tierra, que empezó hace unos 4&nbsp;500 millones de años, explica por qué cuesta tanto encontrar algunos elementos químicos en la superficie de nuestro planeta. Blanca María Martínez García, Doctora en Geología, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea Licensed as Creative Commons – attribution, no derivatives. tag:theconversation.com,2011:article/253152 2025-05-22T17:24:47Z 2025-05-22T17:24:47Z ¿Cómo se puede capturar el CO del aire para combatir el calentamiento global? <figure><img src="https://images.theconversation.com/files/669676/original/file-20250522-62-t6pn5r.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;rect=0%2C0%2C5334%2C3556&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=1050&amp;h=700&amp;fit=crop" /><figcaption><span class="caption"></span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/hand-holding-magnifying-glass-co2-reduction-2313129649">chayanuphol/Shutterstock</a></span></figcaption></figure> <p><em>Este artículo forma parte de la sección <strong>The Conversation Júnior</strong>, en la que especialistas de las principales universidades y centros de investigación contestan a las dudas de jóvenes curiosos de entre 12 y 16 años. Podéis enviar vuestras preguntas a <strong>tcesjunior@theconversation.com</strong></em></p> <hr> <p><em><strong>Pregunta formulada por Lía, de 16 años, del colegio Medyform, en Benalmádena (Málaga)</strong></em></p> <hr> <p>La evolución y el progreso del ser humano no pueden entenderse sin una habilidad clave: la de utilizar energía que proviene de fuera de su propio cuerpo. A lo largo de la historia, ha habido dos grandes hitos relacionados con esta capacidad: <a href="https://www.pnas.org/doi/10.1073/pnas.1018116108">el control del fuego</a>, hace aproximadamente 400 000 años, y la invención de la máquina de vapor, hace solo unos 250 años. </p> <p>Este último avance impulsó un desarrollo económico y una mejora en la calidad de vida sin precedentes, pero fue también el principio del <a href="https://theconversation.com/topics/cambio-climatico-55574">cambio climático</a>, el mayor reto al que se enfrenta actualmente la humanidad.</p> <h2>¿Por qué se produce el cambio climático?</h2> <p>Hasta donde sabemos, la Tierra es un planeta único en el universo. Está rodeada por una estrecha capa de gases, llamada atmósfera, que hace posible la vida. </p> <p>Cuando la radiación del Sol llega a nuestro planeta, solo una pequeña fracción alcanza su superficie. De esa energía, una parte es utilizada por los organismos que realizan fotosíntesis, y otra es absorbida por la Tierra y luego liberada en forma de calor. Este calor puede escapar al espacio o quedar atrapado por ciertos gases que se encuentran en la parte baja de la atmósfera. </p> <p>Hablamos de los gases de efecto invernadero, y su función es fundamental, ya que al atrapar el calor ayudan a mantener la temperatura adecuada para que exista vida en la Tierra. Este proceso natural se llama <a href="https://youtu.be/AXKjtpARUD0?feature=shared">efecto invernadero</a>.</p> <p>Entre los principales gases de efecto invernadero de origen natural están el vapor de agua (H₂O), el dióxido de carbono (CO₂), el metano (CH₄) y el óxido nitroso (N₂O). Además, existen gases industriales (principalmente gases fluorados) creados por el ser humano y que también actúan como tales. Cuanto mayor es la concentración de todos esos gases en la atmósfera, <a href="https://sire-ngcbg-pmd.fichub.com/mpx/NGP_NatGeo_GS/742/564/170417-specials-tos-earth-day_ES%7E%7E%7E%7E%7Ees%7Emux%7E%7E1_102783045470_mp4_video_960x0_1200000_primary_audio_eng_3.mp4">más calor se retiene</a>. </p> <figure class="align-center zoomable"> <a href="https://images.theconversation.com/files/669671/original/file-20250522-62-t2wu3z.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=1000&amp;fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/669671/original/file-20250522-62-t2wu3z.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=754&amp;fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/669671/original/file-20250522-62-t2wu3z.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=560&amp;fit=crop&amp;dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/669671/original/file-20250522-62-t2wu3z.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=30&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=560&amp;fit=crop&amp;dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/669671/original/file-20250522-62-t2wu3z.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=15&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=560&amp;fit=crop&amp;dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/669671/original/file-20250522-62-t2wu3z.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=703&amp;fit=crop&amp;dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/669671/original/file-20250522-62-t2wu3z.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=30&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=703&amp;fit=crop&amp;dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/669671/original/file-20250522-62-t2wu3z.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=15&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=703&amp;fit=crop&amp;dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a> <figcaption> <span class="caption"></span> </figcaption> </figure> <p>A lo largo de la historia de la Tierra, variaciones naturales en los gases de efecto invernadero han causado <a href="https://www.science.org/doi/10.1126/science.adk3705">periodos de calentamiento y enfriamiento</a>. Sin embargo, esos cambios solían ocurrir a lo largo de miles de años, influidos por fenómenos naturales como erupciones volcánicas o cambios en la vegetación. </p> <p>Desde la invención de la máquina de vapor y el uso masivo de combustibles fósiles, las actividades humanas han comenzado a liberar grandes cantidades de gases de efecto invernadero en la atmósfera, especialmente CO₂. Y esto ha generado <a href="https://youtu.be/UatUDnFmNTY?feature=shared">un aumento constante en su concentración</a>.</p> <h2>Graves consecuencias</h2> <p>A medida que la temperatura global aumenta, también lo hace la cantidad de energía en la atmósfera. Esto provoca que los <a href="https://theconversation.com/topics/clima-extremo-109670">fenómenos meteorológicos extremos</a> –como sequías, lluvias intensas, olas de calor o huracanes– sean más frecuentes e intensos. Además, el calentamiento global altera las corrientes oceánicas, eleva el nivel del mar y modifica la distribución de muchas especies en el planeta. </p> <p>En el pasado, otros cambios climáticos han tenido un gran impacto sobre la vida en la Tierra, llegando incluso a provocar extinciones masivas. Además, grandes sequías han estado relacionadas con momentos críticos en la historia humana. Por ejemplo, <a href="https://www.science.org/doi/10.1126/science.abq7487">la casi extinción de nuestra especie</a> hace unos 900 000 años o la caída de grandes civilizaciones como el Imperio romano y algunas culturas precolombinas.</p> <p>El cambio climático actual presenta dos diferencias importantes respecto a los anteriores. En primer lugar, su aceleración está provocada directamente por la actividad del ser humano. Y en segundo lugar, durante el último periodo de cambio climático, allá por la edad de hielo (hace poco más de 12 000 de años), la Tierra estaba habitada por menos de 10 millones de personas. </p> <p>Ahora somos más de 8 000 millones. Esto significa que su impacto sobre la humanidad será mucho mayor que en cualquier época anterior.</p> <h2>A la caza y captura de CO₂</h2> <p>Una de las primeras acciones fundamentales para mitigar el cambio climático es reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, y desde los años 90 se han tomado numerosas medidas para ello. Pero no basta: también es necesario disminuir la concentración de esos gases ya presentes en la atmósfera. Dado que eliminar algunos de ellos es muy difícil desde el punto de vista técnico, los esfuerzos actuales se centran en <a href="https://theconversation.com/topics/captura-de-co2-83682">capturar CO₂</a>. </p> <p>Existen varias estrategias para lograrlo. Por ejemplo, la captura en el lugar de emisión, como en plantas térmicas, fábricas de cemento o instalaciones industriales, entre otras. También es posible “cazarlos” en el aire mediante distintas tecnologías que <a href="https://www.youtube.com/watch?v=67pk7HHkvVo">extraen directamente CO₂</a> de la atmósfera. Sin embargo, ambos métodos son aún caros y deben solventar <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0959652622035041?casa_token=hwrmMdTAf7EAAAAA:vB40C5sfmDd3KSbCxKt1Vp_eRRUjCilSZHMdB08isEicMPPAM0LHWr2FdflzJsJP6fzLfPFOhnY">problemas tecnológicos importantes</a>.</p> <p>Una vez capturado, <a href="https://www.youtube.com/watch?v=7j3OTLmaE-g">el CO₂ puede almacenarse de forma permanente</a> en formaciones geológicas profundas, como antiguos yacimientos de gas o petróleo, o también inyectarse en aguas oceánicas también profundas. </p> <p>Otra posibilidad es utilizar ese gas para fabricar productos donde permanezca atrapado a largo plazo. En este sentido, <a href="https://www.science.org/doi/10.1126/science.adq8594">un estudio reciente</a> propone una técnica innovadora: aprisionarlo en materiales de construcción, especialmente en cemento y hormigón. Esta ingeniosa técnica podría llegar a capturar hasta la mitad de las emisiones anuales de CO₂ a nivel global.</p> <h2>Con ayuda de la naturaleza</h2> <p>Además de las tecnologías de captura, existen las llamadas “soluciones basadas en la naturaleza”. Éstas se inspiran en la <a href="https://theconversation.com/topics/fotosintesis-76796">fotosíntesis</a>, que permite a los organismos captar CO₂ atmosférico y transformarlo en materia orgánica. Es importante tener en mente que los combustibles fósiles no son más que CO₂ atmosférico capturado hace millones de años de la atmósfera a través de ese proceso. </p> <p>Concretamente, las soluciones basadas en la naturaleza aprovechan la capacidad de los ecosistemas naturales para absorber y conservar carbono durante largos periodos de tiempo. Existen <a href="https://uca-bluecarbonlab.uca.es/que-es-el-carbono-azul-y-por-que-andalucia-es-pionera-a-nivel-mundial/">dos tipos principales</a>: el carbono verde, capturado por ecosistemas terrestres como bosques tropicales, templados o boreales; y el carbono azul, capturado por ecosistemas marinos como manglares, marismas y praderas de plantas marinas.</p> <figure class="align-center zoomable"> <a href="https://images.theconversation.com/files/660561/original/file-20250408-56-80k755.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;rect=0%2C374%2C4031%2C2263&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=1000&amp;fit=clip"><img alt="Pradera de plantas marinas bajo el agua" src="https://images.theconversation.com/files/660561/original/file-20250408-56-80k755.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;rect=0%2C374%2C4031%2C2263&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=754&amp;fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/660561/original/file-20250408-56-80k755.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=450&amp;fit=crop&amp;dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/660561/original/file-20250408-56-80k755.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=30&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=450&amp;fit=crop&amp;dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/660561/original/file-20250408-56-80k755.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=15&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=450&amp;fit=crop&amp;dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/660561/original/file-20250408-56-80k755.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=566&amp;fit=crop&amp;dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/660561/original/file-20250408-56-80k755.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=30&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=566&amp;fit=crop&amp;dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/660561/original/file-20250408-56-80k755.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=15&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=566&amp;fit=crop&amp;dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a> <figcaption> <span class="caption">Pradera de plantas marinas, un ecosistema capaz de captar y almacenar CO₂ durante largos periodos de tiempo.</span> <span class="attribution"><span class="source">Fernando G. Brun</span></span> </figcaption> </figure> <p><a href="https://pure.bangor.ac.uk/ws/portalfiles/portal/40499731/Nature_Reviews_Macreadie_et_al_Manuscript_revised_08June2021.pdf">Conservar esos ecosistemas</a>, expandir sus áreas y mejorar su capacidad de almacenar carbono (en su biomasa y en el suelo) es clave para aumentar la eliminación de CO₂ de la atmósfera a largo plazo. Además, estas soluciones evitan la emisión de otros gases de efecto invernadero (principalmente metano y óxido nitroso). </p> <p>Y por si fuera poco, brindan <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S2212041617305880?casa_token=2hMJmOr14UQAAAAA:h2pxZoi9GLitdyNkQSyhV9jNF1_HYnxLrMtix01uR1vKhjXpyJldf8F5zET_6u_5Wg9DD9a94rA">múltiples beneficios directos e indirectos</a> para el ser humano –conocidos como servicios ecosistémicos–, que incluyen desde la regulación del clima hasta la provisión de agua y alimentos.</p> <hr> <figure class="align-center "> <img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/657167/original/file-20250324-56-gt9a63.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=754&amp;fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/657167/original/file-20250324-56-gt9a63.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=109&amp;fit=crop&amp;dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/657167/original/file-20250324-56-gt9a63.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=30&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=109&amp;fit=crop&amp;dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/657167/original/file-20250324-56-gt9a63.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=15&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=109&amp;fit=crop&amp;dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/657167/original/file-20250324-56-gt9a63.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=137&amp;fit=crop&amp;dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/657167/original/file-20250324-56-gt9a63.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=30&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=137&amp;fit=crop&amp;dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/657167/original/file-20250324-56-gt9a63.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=15&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=137&amp;fit=crop&amp;dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"> <figcaption> <span class="caption"></span> </figcaption> </figure> <p><em>El museo interactivo <a href="https://www.parqueciencias.com">Parque de las Ciencias de Andalucía</a> y su Unidad de Cultura Científica e Innovación colaboran en la sección The Conversation Júnior.</em></p> <hr><img src="https://counter.theconversation.com/content/253152/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" /> <p class="fine-print"><em><span>Fernando G. Brun Murillo recibe fondos de Proyecto de investigación DAME (PDC2021-120792-100), financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación, la Agencia Estatal de Investigación y por la Unión Europea “NextGenerationEU” y proyecto FINOCAME (PCM_00104. C17 . I03.) Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia. Financiado por la Unión Europea NextGenerationEU. </span></em></p> Te contamos las técnicas que existen para “cazar” y almacenar este gas de efecto invernadero, cuya concentración en la atmósfera es la principal causa del cambio climático. Fernando G. Brun Murillo, Catedrático de Ecología, Universidad de Cádiz Licensed as Creative Commons – attribution, no derivatives. tag:theconversation.com,2011:article/252700 2025-05-15T21:51:29Z 2025-05-15T21:51:29Z ¿Cómo se tratará el cáncer en el futuro? <figure><img src="https://images.theconversation.com/files/666731/original/file-20250508-62-tgm9y9.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;rect=802%2C0%2C6075%2C4050&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=1050&amp;h=700&amp;fit=crop" /><figcaption><span class="caption"></span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/modern-cancer-research-medical-center-anonymous-2456037101">Gorodenkoff/Shutterstock</a></span></figcaption></figure> <p><em>Este artículo forma parte de la sección <strong>The Conversation Júnior</strong>, en la que especialistas de las principales universidades y centros de investigación contestan a las dudas de jóvenes curiosos de entre 12 y 16 años. Podéis enviar vuestras preguntas a <strong>tcesjunior@theconversation.com</strong></em></p> <hr> <p><em><strong>Pregunta formulada por el curso de 3º de la ESO de Aranzadi Ikastola. Bergara (Gipuzkoa)</strong></em></p> <hr> <p>El cáncer es una de las principales causas de muerte en el mundo: se estima que alrededor de <a href="https://www.paho.org/es/campanas/dia-mundial-contra-cancer-2024-por-unos-cuidados-mas-justos#:%7E:text=A%20nivel%20mundial%2C%20se%20estima,millones%20de%20muertes%20por%20c%C3%A1ncer.">10 millones de personas fallecen por esta enfermedad todos los años</a>. Pero en vez de llamarla “enfermedad”, quizás deberíamos de denominarla <a href="https://www.youtube.com/watch?v=Y0BPGlqwI-E">conjunto de enfermedades</a>. Veamos por qué.</p> <p>Nuestro cuerpo está compuesto aproximadamente por 35 billones de células de 200 tipos diferentes. Se agrupan formando <a href="https://medlineplus.gov/spanish/ency/esp_imagepages/8682.htm">tejidos</a>, que a su vez forman los <a href="https://www.youtube.com/watch?v=przV9YavZmI&amp;ab_channel=SmileandLearn-Espa%C3%B1ol">órganos, sistemas y aparatos</a>. </p> <p>Cada tipo celular tiene que cumplir una función determinada, y para ello posee unas características propias. Pero pueden “enloquecer” y crecer de forma incontrolada, dando lugar a tumores. Como estos son diferentes en función de la célula que las haya originado, el cáncer de pulmón y el de hígado ni se comportan ni se tratan de la misma manera, aunque en el fondo ambos sean fruto de esa proliferación desmesurada. </p> <h2>¿Por qué se descontrolan las células?</h2> <p>Como decíamos, un <a href="https://www.muyinteresante.com/salud/16039.html">tumor</a> es una masa de células que crece en uno de nuestros órganos de manera anómala. Si las células que lo componen son capaces de invadir otros tejidos y destruirlos, lo denominaremos cáncer o tumor maligno. Al contrario, si las células tumorales no tienen esa capacidad invasiva y destructora, le calificaremos de benigno. Pero ¿a qué se debe ese descontrol? </p> <p>Las células pueden sufrir <a href="https://www.youtube.com/watch?v=yCtHV_Hrt98">mutaciones</a> en sus <a href="https://www.youtube.com/watch?v=CJF5poKTX1Q&amp;ab_channel=ClaramenteExplicado">genes</a>. Cuando los genes dañados están relacionados con los sistemas de control de la división celular se produce el crecimiento incontrolado. </p> <p>Los motivos por los que surgen las mutaciones son varios. Las pueden desencadenar agentes externos como el humo del tabaco, sustancias químicas o los rayos del sol, pero también errores propios de la célula. Es decir, las células de nuestro cuerpo se dividen para regenerar los tejidos, y en esa división se copia información genética, un proceso en el que pueden producirse fallos (mutaciones). </p> <h2>Las temibles metástasis</h2> <p>Uno de los procesos más temidos durante el desarrollo de un cáncer es la <a href="https://www.youtube.com/watch?v=Of5SviSphT8&amp;ab_channel=NationalCancerInstitute">metástasis</a>. Aparece cuando alguna de las células que componen el tumor es capaz de desprenderse de la masa de compañeras y viajar por los vasos sanguíneos para implantarse y crecer en otro órgano. </p> <p>Pero es un viaje muy complicado. Cuando una célula tumoral parte del tumor y entra en los vasos sanguíneos, se encuentra expuesta a las células del <a href="https://www.youtube.com/watch?v=8t84ETH_tk8&amp;ab_channel=EnPocasPalabras%E2%80%93Kurzgesagt">sistema inmunitario</a>. Si resiste o evade su ataque, tendrá que salir de los vasos sanguíneos para asentarse en otro órgano. Y colonizar este órgano no resulta sencillo porque las características del nuevo tejido son diferentes. </p> <p>Por todos estos motivos, solo unas pocas células tumorales pueden sobrevivir durante el proceso metastásico. Sin embargo, aquellas que lo consiguen están muy bien adaptadas y son difíciles de combatir con las terapias actuales. </p> <p>Llamaremos tumor primario al que está localizado en el órgano donde se ha originado, y tumor metastásico cuando ya ha sido capaz de desprenderse y viajar por los vasos sanguíneos hasta implantarse en otro órgano. </p> <h2>Terapias actuales: problemas y retos</h2> <p>Hoy en día, la mayoría de los tumores primarios se pueden curar si somos capaces de diagnosticarlos a tiempo antes de que se diseminen y formen las metástasis. Aunque unos pocos tipos de estos tumores, como el de páncreas o algunos cerebrales, son incurables. </p> <p>Actualmente, los tratamientos más habituales son la <a href="https://www.cancer.gov/espanol/cancer/tratamiento/tipos/cirugia">cirugía</a>, la <a href="https://www.cancer.gov/espanol/cancer/tratamiento/tipos/quimioterapia">quimioterapia</a> (fármacos químicos que matan las células que se dividen rápidamente) y la <a href="https://www.cancer.gov/espanol/cancer/tratamiento/tipos/radioterapia">radioterapia</a> (basada en emitir radiaciones que destruyen las células tumorales). El problema es que provocan muchos efectos secundarios y deterioran en gran medida la salud de los pacientes. Por ello, hace falta desarrollar soluciones menos agresivas. </p> <p>La otra asignatura pendiente radica en desarrollar fármacos contra la metástasis. Porque a diferencia de los tumores primarios, prácticamente son incurables. </p> <p>La investigación que se centra en el desarrollo de nuevos fármacos contra el cáncer tiene muchos frentes abiertos, aunque voy a destacar dos: la inmunoterapia y la nanotecnología. </p> <h2>Así funciona la inmunoterapia</h2> <p>Nuestro sistema inmunitario hace frente a los ataques externos, que pueden venir en forma de virus o bacterias. Pero también puede destruir nuestras propias células que han sufrido algún daño y son anómalas, como las tumorales. Sin embargo, algunas de estas células han desarrollado la capacidad de evadir, o incluso bloquear, el sistema inmunitario. </p> <p>En 2018, los investigadores James P. Allison y Tasuku Honjo recibieron el <a href="https://genotipia.com/genetica_medica_news/nobel-2018-inmunoterapia-cancer/">premio Nobel de Medicina</a> por descubrir los mecanismos por los cuales los tumores bloquean el sistema inmunitario. Hoy en día, ya se utilizan fármacos que actúan sobre dichos mecanismos y se espera que en el futuro se desarrollen más terapias centradas en ellos. </p> <p>Otra técnica relacionada con el sistema inmunitario es la terapia basada en células <a href="https://www.youtube.com/watch?v=prc8JWfkbt4&amp;ab_channel=JuanTorn%C3%ADn">CAR-T</a>. Consiste en extraer un tipo de células del sistema inmunitario del paciente llamados linfocitos T y manipularlos en el laboratorio para que aprendan a atacar a las células tumorales. Entonces, se vuelven a inyectar al paciente. </p> <figure class="align-center zoomable"> <a href="https://images.theconversation.com/files/666724/original/file-20250508-62-k0xjza.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=1000&amp;fit=clip"><img alt="Recreación de una célula CAR-T atacando a una célula cancerosa" src="https://images.theconversation.com/files/666724/original/file-20250508-62-k0xjza.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=754&amp;fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/666724/original/file-20250508-62-k0xjza.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=396&amp;fit=crop&amp;dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/666724/original/file-20250508-62-k0xjza.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=30&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=396&amp;fit=crop&amp;dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/666724/original/file-20250508-62-k0xjza.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=15&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=396&amp;fit=crop&amp;dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/666724/original/file-20250508-62-k0xjza.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=498&amp;fit=crop&amp;dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/666724/original/file-20250508-62-k0xjza.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=30&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=498&amp;fit=crop&amp;dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/666724/original/file-20250508-62-k0xjza.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=15&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=498&amp;fit=crop&amp;dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a> <figcaption> <span class="caption">Recreación de una célula CAR-T atacando a una célula cancerosa.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-illustration/car-t-cell-therapy-multiple-myeloma-2501234103">Nemes Laszlo/Shutterstock</a></span> </figcaption> </figure> <p>De momento, esta terapia está funcionando en algunos tipos de cánceres, como es el caso de <a href="https://www.mayoclinic.org/es/diseases-conditions/leukemia/symptoms-causes/syc-20374373">leucemias</a> y <a href="https://www.mayoclinic.org/es/diseases-conditions/lymphoma/symptoms-causes/syc-20352638">linfomas</a>, pero se espera que en el futuro se aplique a otras modalidades de tumores. </p> <h2>Nanopartículas directas al blanco</h2> <p>La <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Nanotecnolog%C3%ADa">nanotecnología</a> se basa en el uso de materiales minúsculos, de menos de 100 nanómetros (un nanómetro es 100 000 veces más pequeño que un milímetro). Para que te hagas una idea de su tamaño, la punta de un lápiz tiene un grosor de un milímetro. Estas minúsculas estructuras pueden transportar fármacos y dirigirse directamente a las células tumorales. Así, los medicamentos actúan de una forma más directa, evitando efectos secundarios y mejorando la eficacia. </p> <figure class="align-center zoomable"> <a href="https://images.theconversation.com/files/666726/original/file-20250508-56-fqlfqi.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=1000&amp;fit=clip"><img alt="Recreación de una nanopartícula con carga terapéutica en su interior." src="https://images.theconversation.com/files/666726/original/file-20250508-56-fqlfqi.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=754&amp;fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/666726/original/file-20250508-56-fqlfqi.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=338&amp;fit=crop&amp;dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/666726/original/file-20250508-56-fqlfqi.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=30&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=338&amp;fit=crop&amp;dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/666726/original/file-20250508-56-fqlfqi.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=15&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=338&amp;fit=crop&amp;dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/666726/original/file-20250508-56-fqlfqi.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=424&amp;fit=crop&amp;dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/666726/original/file-20250508-56-fqlfqi.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=30&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=424&amp;fit=crop&amp;dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/666726/original/file-20250508-56-fqlfqi.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=15&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=424&amp;fit=crop&amp;dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a> <figcaption> <span class="caption">Las nanopartículas pueden transportar fármacos directamente a las células tumorales.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-illustration/3d-rendering-nanoparticle-liposome-nucleus-isolated-1938154714">nudelman/Shutterstock</a></span> </figcaption> </figure> <p>La nanotecnología es un campo muy amplio con muchas variantes, y una de las opciones que más se está trabajando es la <a href="https://www.upo.es/cms1/export/sites/upo/moleqla/documentos/Numero24/Destacado_2.pdf">hipertermia</a>. Se trata de utilizar nanopartículas capaces de calentarse que, al adquirir grandes temperaturas, dañan las células tumorales sin afectar los tejidos sanos.</p> <p>En este artículo he destacado dos tipos de terapias en las cuales se han depositado muchas esperanzas. Pero no me gustaría acabar sin mencionar, al menos, otros campos también prometedores, como es el caso de la <a href="https://www.cancer.gov/espanol/noticias/temas-y-relatos-blog/2022/inteligencia-artificial-imagenes-cancer">inteligencia artificial</a>, <a href="https://www.aei.gob.es/eu/laguntza-emanda/laguntza-nabarmenak/proyecto-idi-2019-modelos-matematicos-oncologia-mmoncol">los modelos matemáticos</a> y <a href="https://es.oncolink.org/tratamiento-del-cancer/gen-e-inmunoterapia/que-es-la-terapia-genetica">la terapia génica</a>. Ojalá podamos contar aquí sus éxitos en un futuro no muy lejano.</p> <hr> <p><em>La <a href="https://katedra.eus/es/">Cátedra de Cultura Científica de la Universidad del País Vasco</a> colabora en la sección The Conversation Júnior.</em></p> <hr><img src="https://counter.theconversation.com/content/252700/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" /> <p class="fine-print"><em><span>Iker Badiola socio fundador y accionista de Nanokide Therapeutics SL </span></em></p> La inmunoterapia (que aprovecha la capacidad de nuestro sistema inmune para destruir las células malignas) y la nanotecnología (basada en usar partículas diminutas) son dos de las técnicas más prometedoras. Iker Badiola, Director de la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU.Profesor en el Departamento de Biología Celular e Histología de la UPV/EHU., Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea Licensed as Creative Commons – attribution, no derivatives. tag:theconversation.com,2011:article/253510 2025-04-30T17:19:15Z 2025-04-30T17:19:15Z ¿Cómo se forman los pensamientos? <figure><img src="https://images.theconversation.com/files/660675/original/file-20250409-56-3yw5be.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;rect=449%2C0%2C5092%2C3395&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=1050&amp;h=700&amp;fit=crop" /><figcaption><span class="caption"></span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/many-thoughts-young-businesswoman-thoughtful-face-1475605883">TierneyMJ/Shutterstock</a></span></figcaption></figure> <p><em>Este artículo forma parte de la sección <strong>The Conversation Júnior</strong>, en la que especialistas de las principales universidades y centros de investigación contestan a las dudas de jóvenes curiosos de entre 12 y 16 años. Podéis enviar vuestras preguntas a <strong>tcesjunior@theconversation.com</strong></em></p> <hr> <p><em><strong>Pregunta formulada por el curso de 3º de la ESO de Aranzadi Ikastola. Bergara (Gipuzkoa)</strong></em></p> <hr> <p>Cuando te haces esa pregunta, algo increíble ocurre en tu mente: está observándose a sí misma. Está pensando sobre cómo piensa. </p> <p>Esto tan alucinante se llama <a href="https://psicologiaymente.com/psicologia/metacognicion-definicion">metacognición</a>; es como si tu mente encendiera una linterna para mirar en su interior. Gracias a esta capacidad podemos conocernos mejor, entender cómo aprendemos y cómo solucionamos problemas e incluso mejorar nuestra forma de aprender y de pensar.</p> <p>Pero vayamos a la pregunta inicial: ¿cómo se forman los pensamientos? Para entender esto primero tenemos que saber qué es la mente. ¿Es lo mismo que el cerebro? </p> <h2>Diferencias entre mente y cerebro</h2> <p><a href="https://www.youtube.com/watch?v=jgTH2Sb5pys">El cerebro es un órgano físico formado por miles de millones de neuronas</a> que se comunican entre sí enviando señales eléctricas a través de redes muy complejas. Desde la antigüedad, los humanos entendemos que cerebro y mente están relacionados. Por ejemplo, sabemos que si el primero sufre daños, podemos perder capacidades mentales importantes como la memoria, el habla o incluso la <a href="https://www.elsevier.es/es-revista-revista-cientifica-sociedad-espanola-enfermeria-319-articulo-prosopagnosia-discapacidad-reconocer-una-cara-S2013524613000457">capacidad de reconocer caras</a> <a href="https://www.youtube.com/watch?v=ULChCDFKbYs">familiares</a>.</p> <p>Por su parte, la mente no tiene una forma física, pero está detrás de todo lo que hacemos: pensar, experimentar un olor, sentir alegría o tristeza, recordar algo divertido, tomar decisiones o prestar atención. Aunque no se puede observar directamente, los científicos la estudian escudriñando nuestro comportamiento y <a href="https://mujeresconciencia.com/2023/07/26/elizabeth-loftus-los-falsos-recuerdos-y-la-fragilidad-de-la-memoria/">realizando experimentos</a> para entender cómo las experiencias cambian nuestra conducta o cómo aprendemos cosas nuevas.</p> <p>Actualmente, numerosos científicos consideran que cerebro y mente no son lo mismo, y que la última surge de la actividad del primero. Es parecido a lo que ocurre con tu teléfono móvil y todo lo que puedes hacer con él: llamar, jugar, hacer videollamadas o compartir fotos. Aunque tu dispositivo es algo físico, las funciones que permite realizar no lo son. Se podría decir que el teléfono es el <em>hardware</em> y las funciones, el <em>software</em>.</p> <p>Los psicólogos cognitivos, que estudian la mente, entienden que funciona como un <em>software</em>. No cuenta con un único programa, sino con <a href="https://psicologiaymente.com/psicologia/teoria-procesamiento-informacion">un sistema completo de procesamiento de información</a> formado por distintos subsistemas que trabajan en conjunto: la percepción, la atención, la memoria, las emociones, el aprendizaje, el lenguaje y la toma de decisiones, entre otros. Consideran que los pensamientos surgen como resultado de la actividad coordinada de estos procesos.</p> <h2>¿De dónde vienen los pensamientos?</h2> <p>Los pensamientos surgen cuando nuestra mente maneja y organiza la información que recibe. Todo lo que experimentamos (lo que vemos, oímos, tocamos, olemos o sentimos) se procesa y puede almacenarse en la memoria en forma de <a href="https://ojs.ual.es/ojs/index.php/psye/article/view/513">representaciones</a> mentales. Estas representaciones son como huellas internas: imágenes, recuerdos, emociones, conceptos, ideas sobre cómo se relacionan las cosas (por ejemplo, las nubes anuncian lluvia) o sobre cómo hacer algo (por ejemplo, montar en bici). </p> <p>Cuando pensamos, activamos esas representaciones, las combinamos, comparamos, analizamos, evaluamos o imaginamos en nuevas situaciones. </p> <h2>Como piezas de Lego</h2> <p>La idea de que los pensamientos son construcciones mentales que combinan piezas procedentes de nuestras experiencias, percepciones y emociones encaja en muchas teorías contemporáneas de la <a href="https://lamenteesmaravillosa.com/teorias-cognitivas-entender-mente/">psicología cognitiva</a> y de la <a href="https://psicologiaymente.com/neurociencias/neurociencia-cognitiva">neurociencia cognitiva</a> (que estudia cómo el cerebro genera procesos mentales). </p> <p>Por ejemplo, si recuerdas cómo era tu habitación cuando eras pequeño y la comparas con la actual, utilizas bloques de experiencias pasadas y actuales para construir ese pensamiento. Quizás el recuerdo apareció porque viste algo que te recordó tu infancia (una pieza) o porque echas de menos tu antigua habitación (otra pieza), o simplemente porque otro pensamiento activó ese recuerdo (otra pieza).</p> <p>Muchas veces, los <a href="https://psicologiaymente.com/clinica/pensamientos-automaticos-negativos?utm_source=chatgpt.com">pensamientos aparecen sin que lo busquemos</a>. Esto ocurre porque nuestra mente ha <a href="https://drive.google.com/file/d/1Ox6NVQdLfyZ8F-3S4EJn1b1L5CCj3zCj/view?usp=sharing">aprendido a relacionar ciertas personas, objetos, lugares o emociones</a>. </p> <p>Si ves una moto, puede venirte automáticamente un pensamiento sobre un accidente que tuviste, aunque no quieras recordarlo. En otras ocasiones, sin embargo, elegimos pensar de manera consciente para resolver un problema, evaluar las probabilidades de que algo suceda, organizar un plan o tomar una decisión importante.</p> <h2>El poder de las palabras</h2> <p>Además, el pensamiento está estrechamente ligado al lenguaje. No solo usamos palabras para expresar lo que pensamos, sino que muchas veces son otras personas, a través del lenguaje, quienes provocan pensamientos en nuestra mente. </p> <figure class="align-right zoomable"> <a href="https://images.theconversation.com/files/660680/original/file-20250409-62-a4b9iz.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=1000&amp;fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/660680/original/file-20250409-62-a4b9iz.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=237&amp;fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/660680/original/file-20250409-62-a4b9iz.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=600&amp;fit=crop&amp;dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/660680/original/file-20250409-62-a4b9iz.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=30&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=600&amp;fit=crop&amp;dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/660680/original/file-20250409-62-a4b9iz.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=15&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=600&amp;fit=crop&amp;dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/660680/original/file-20250409-62-a4b9iz.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=754&amp;fit=crop&amp;dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/660680/original/file-20250409-62-a4b9iz.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=30&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=754&amp;fit=crop&amp;dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/660680/original/file-20250409-62-a4b9iz.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=15&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=754&amp;fit=crop&amp;dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a> <figcaption> <span class="caption">El pensamiento está estrechamente ligado al lenguaje.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/creative-collage-head-phrase-newspaper-letters-2306375837">Elenyska/Shutterstock</a></span> </figcaption> </figure> <p>Cuando alguien nos habla, activa imágenes, recuerdos o ideas de forma automática. Por ejemplo, si alguien te dice: “He visto a Pedro en el autobús”, esas palabras generan inmediatamente en tu mente una escena, una idea o una imagen, sin necesidad de un esfuerzo consciente. Lo mismo sucede cuando leemos libros. Leer nos permite crear en la mente cosas que no están delante de nosotros, como si estuviéramos viviendo otras vidas o explorando mundos invisibles.</p> <p>Pero también ocurre lo contrario: hablar implica pensar. Elegir las palabras adecuadas, construir frases con sentido o incluso contar una historia requiere que organicemos mentalmente nuestras ideas. Por eso, lenguaje y pensamiento no solo están relacionados, sino que funcionan muchas veces como dos caras de la misma moneda.</p> <p>De hecho, el científico <a href="https://psicologiaymente.com/biografias/jerry-fodor">Jerry Fodor</a> sostiene que ambos tendrían similares reglas y combinaciones. </p> <h2>¿Para qué sirven los pensamientos?</h2> <p>La capacidad de pensar se ha desarrollado para ayudarnos a adaptarnos mejor al mundo que nos rodea y convivir con los demás. Los pensamientos son herramientas muy poderosas: gracias a ellos podemos planificar, valorar opciones, <a href="https://www.ted.com/talks/barry_schwartz_the_paradox_of_choice">prever las consecuencias</a> y utilizar nuestras experiencias anteriores para tomar mejores decisiones. Esto nos permite actuar con más acierto. </p> <p>Por si eso fuera poco, nos ayudan a ponernos en el lugar de otras personas y a tomar decisiones que tengan en cuenta no solo lo que queremos, sino también lo que es mejor para los demás. </p> <p>Por ejemplo, imagina que tienes que decidir qué hacer el próximo fin de semana: salir con amigos, quedar con tu pareja, estudiar o simplemente descansar. Al pensar, tu mente valora estas opciones, recuerda cómo te sentiste en situaciones anteriores similares y cómo podrían sentirse las personas implicadas. Además, evalúas lo que te apetece y lo que necesitas en este momento, así como las posibles consecuencias de cada decisión. Eso es exactamente lo que hacemos cuando pensamos: manejar información para elegir un camino.</p> <p>Y finalmente, los pensamientos nos permiten imaginar el futuro, crear cosas nuevas y transformar el mundo que nos rodea.</p> <p>Ahora que has leído el artículo, intenta pensar en esta pregunta: ¿crees que podríamos pensar en algo que no esté relacionado, de ninguna forma, con algo que hayamos experimentado antes de alguna manera?</p> <hr> <p><em>La <a href="https://katedra.eus/es/">Cátedra de Cultura Científica de la Universidad del País Vasco</a> colabora en la sección The Conversation Júnior.</em></p> <hr><img src="https://counter.theconversation.com/content/253510/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" /> <p class="fine-print"><em><span>María del Carmen Sanjuan Artegain recibe fondos del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades (PID2023-149399NB-C22) y del Gobierno Vasco / Grupos de investigación ( Grupo: Aprendizaje y Cognición IT1501-22)</span></em></p> Gracias a la increíble capacidad de pensar podemos planificar, adelantarnos a las consecuencias y tomar las mejores decisiones, para nosotros y para los demás. María del Carmen Sanjuan Artegain, Profesora de Atención y Percepción, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea Licensed as Creative Commons – attribution, no derivatives. tag:theconversation.com,2011:article/252050 2025-04-24T17:21:19Z 2025-04-24T17:21:19Z ¿Para qué sirven los pelitos en las antenas de los insectos? <figure><img src="https://images.theconversation.com/files/663043/original/file-20250422-56-s64090.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;rect=0%2C0%2C2688%2C1790&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=1050&amp;h=700&amp;fit=crop" /><figcaption><span class="caption">Primer plano de una hormiga. En sus antenas se aprecian las sensilas, pequeños órganos receptores conectados al sistema nervioso.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/close-ant-face-antennae-macro-photograph-2496902649">Nmaneer/Shutterstock</a></span></figcaption></figure> <p><em>Este artículo forma parte de la sección <strong>The Conversation Júnior</strong>, en la que especialistas de las principales universidades y centros de investigación contestan a las dudas de jóvenes curiosos de entre 12 y 16 años. Podéis enviar vuestras preguntas a <strong>tcesjunior@theconversation.com</strong></em></p> <hr> <p><em><strong>Pregunta formulada por Helena, de 13 años. Fundación Educativa Beaterio de la Santísima Trinidad (Sevilla)</strong></em></p> <hr> <p>Al igual que los seres humanos, los insectos ven, oyen, palpan, huelen y perciben el sabor de las cosas. Son criaturas enormemente sensitivas. Para ello, deben recibir señales (luz, ondas en el aire, movimiento, sustancias químicas…) a través de los órganos sensoriales.</p> <p>Los órganos sensoriales de los animales suelen estar en lugares fácilmente alcanzables por las señales: en zonas altas o en la parte anterior del organismo. A ser posible, también cerca del cerebro, donde se va a interpretar el mensaje de cada señal. Por eso, en el caso de los humanos, los órganos vinculados a la vista, el oído, el gusto y el olfato se concentran en la cabeza. </p> <p>Si observáis un insecto, comprobaréis que sus cuerpos son diferentes del nuestro, pero aun así encontraréis una cabeza. En ella veréis grandes ojos y una boca, donde se alojan los receptores del sabor. Pero ¿os habéis topado alguna vez un insecto con orejas o con nariz? En cambio, sí habréis visto sus antenas. Veamos para qué sirven.</p> <h2>Receptores a la caza de señales</h2> <p>La función principal de las antenas es, precisamente, dar soporte a numerosos y pequeños órganos receptores de información. Estos órganos se denominan <a href="https://archive.org/details/HickmanC.P.PrincipiosIntegralesDeZoologiaSpanishEdition85mb/page/n438/mode/1up?q=antena">sensilas y están conectados con el sistema nervioso</a>. </p> <p>¿Y por qué son alargadas las antenas y se pueden mover? Gracias a estas características, los insectos no sólo perciben señales que les llegan, sino que, además, las pueden buscar. </p> <p>Os habréis percatado de que las hormigas, conforme caminan, palpan el suelo con sus antenas. ¿Qué consiguen con ello? Fijaos de nuevo: dos de ellas se acaban de encontrar, y lo primero que hacen es tocarse mutuamente con las antenas. <a href="https://cvc.cervantes.es/ciencia/cajal/cajal_articulos/hormigas.htm">Están buscando señales, intercambiando información</a>.</p> <p>Las antenas transportan varios tipos de sensilas. Algunas son “<a href="https://allyouneedisbiology.wordpress.com/tag/sensilas-antenas-insectos/">quimiorreceptoras</a>”, ya que su especialidad es recibir sustancias químicas. Dos de nuestros sentidos se basan también en esto: el gusto y el olfato. Mediante el primero, intuimos si el alimento que ingerimos es sano o tóxico, o está contaminado. Y el olfato nos ayuda a encontrar comida que huele bien y a detectar peligros, como un animal dañino o la presencia de gases tóxicos. </p> <p>En las antenas de los insectos hay multitud de sensilas quimiorreceptoras. Esto significa que, a través de ellas, perciben el olor y el sabor de las cosas (aunque en el sabor participan también receptores situados en la boca e, incluso, en las patas).</p> <p>Otra función importantísima es el sentido del tacto. Las antenas tienen sensilas “<a href="https://allyouneedisbiology.wordpress.com/tag/sensilas-antenas-insectos/">mecanorreceptoras</a>”, es decir, capaces de recibir información a través del contacto “mecánico” con su entorno. Esto sirve para detectar que algo las está tocando, que el aire o el agua se mueven (por tanto, si hace viento o si hay corriente) o cuál es la forma o la textura de un objeto cercano. </p> <p>Incluso, pueden detectar vibraciones como el zumbido que producen los mosquitos al volar, complementando así al sentido del oído.</p> <h2>Con forma de pelo diminuto</h2> <p>Aunque las sensilas de las antenas pueden tener formas variadas, por lo general parecen pelos diminutos, incluso microscópicos. Cuando son quimiorreceptoras, las sustancias químicas del entorno quedan atrapadas gracias a su forma alargada. En la superficie de las sensilas, las sustancias penetran en poros o en pequeños canales donde, finalmente, se encuentran con las células nerviosas. </p> <p>En cambio, las sensilas mecanorreceptoras hunden su base en la superficie de la antena al ser rozadas o movidas por algo. De esta forma, activan ciertas células nerviosas igual que lo haría un interruptor.</p> <h2>Peines, plumas y abanicos muy sensitivos</h2> <p><a href="https://allyouneedisbiology.wordpress.com/tag/sensilas-antenas-insectos/">La forma de las antenas puede ser muy variada</a>. Algunos insectos (mosquitos, escarabajos, polillas…) exhiben una especie de pelos largos y numerosos, saliendo hacia los lados desde un eje central. Esta vez son fáciles de ver.</p> <p>Dichos “pelos” pueden ser tan largos, e incluso tan gruesos, que a veces las antenas parecen peines, plumas o abanicos. En realidad, son ramificaciones que aumentan la superficie del órgano. Así, la antena es capaz de transportar más sensilas y, por tanto, más receptores de información.</p> <figure class="align-center zoomable"> <a href="https://images.theconversation.com/files/663046/original/file-20250422-56-tl4z4g.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=1000&amp;fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/663046/original/file-20250422-56-tl4z4g.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=754&amp;fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/663046/original/file-20250422-56-tl4z4g.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=400&amp;fit=crop&amp;dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/663046/original/file-20250422-56-tl4z4g.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=30&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=400&amp;fit=crop&amp;dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/663046/original/file-20250422-56-tl4z4g.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=15&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=400&amp;fit=crop&amp;dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/663046/original/file-20250422-56-tl4z4g.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=503&amp;fit=crop&amp;dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/663046/original/file-20250422-56-tl4z4g.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=30&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=503&amp;fit=crop&amp;dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/663046/original/file-20250422-56-tl4z4g.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=15&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=503&amp;fit=crop&amp;dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a> <figcaption> <span class="caption">El escarabajo <em>Pterotus obscuripennis</em> exhibe unas largas antenas con forma de abanico.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/usual-firefly-pterotus-obscuripennis-large-antennae-6199816">South12th Photography/Shutterstock</a></span> </figcaption> </figure> <p>A los animales tan pequeños como los mosquitos o las polillas les puede resultar difícil encontrar otros individuos de su misma especie. Gracias a sus antenas plumosas, y a la enorme cantidad de sensilas que contienen, estos insectos perciben las llamadas “<a href="https://revistas.acaentmex.org/index.php/boletin/article/view/32">feromonas</a>”, unas sustancias que emiten las hembras. De ese modo, los insectos se atraen entre sí y se encuentran a pesar de estar situados a kilómetros de distancia.</p> <hr> <figure class="align-center "> <img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/657167/original/file-20250324-56-gt9a63.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=754&amp;fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/657167/original/file-20250324-56-gt9a63.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=109&amp;fit=crop&amp;dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/657167/original/file-20250324-56-gt9a63.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=30&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=109&amp;fit=crop&amp;dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/657167/original/file-20250324-56-gt9a63.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=15&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=109&amp;fit=crop&amp;dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/657167/original/file-20250324-56-gt9a63.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=137&amp;fit=crop&amp;dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/657167/original/file-20250324-56-gt9a63.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=30&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=137&amp;fit=crop&amp;dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/657167/original/file-20250324-56-gt9a63.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=15&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=137&amp;fit=crop&amp;dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"> <figcaption> <span class="caption">Marca UCC I Parque de las Ciencias con marca aniversario simplificada.</span> </figcaption> </figure> <p><em>El museo interactivo <a href="https://www.parqueciencias.com">Parque de las Ciencias de Andalucía</a> y su Unidad de Cultura Científica e Innovación colaboran en la sección The Conversation Júnior.</em></p> <hr><img src="https://counter.theconversation.com/content/252050/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" /> <p class="fine-print"><em><span>Jesús Olivero Anarte no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p> Gracias a unos pequeños órganos receptores llamados sensilas, los insectos obtienen información de su entorno: olores, sabores, movimientos… Jesús Olivero Anarte, Catedrático de Zoología, Universidad de Málaga Licensed as Creative Commons – attribution, no derivatives. tag:theconversation.com,2011:article/248570 2025-04-02T21:39:10Z 2025-04-02T21:39:10Z ¿Y si los países con deudas enormes se niegan a pagarlas? <figure><img src="https://images.theconversation.com/files/657171/original/file-20250324-68-vnztec.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;rect=121%2C121%2C7013%2C4671&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=1050&amp;h=700&amp;fit=crop" /><figcaption><span class="caption"></span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/dollars-banknotes-different-countries-locked-chained-2171046905">TSViPhoto/Shutterstock</a></span></figcaption></figure> <p><em>Este artículo forma parte de la sección <strong>The Conversation Júnior</strong>, en la que especialistas de las principales universidades y centros de investigación contestan a las dudas de jóvenes curiosos de entre 12 y 16 años. Podéis enviar vuestras preguntas a <strong>tcesjunior@theconversation.com</strong></em></p> <hr> <p><em><strong>Pregunta formulada por Macarena, de 14 años. Colegio Maravillas, Benalmádena (Málaga)</strong></em></p> <hr> <p>A lo largo de la historia, numerosos países se han negado a pagar sus deudas externas, y algunos de ellos incluso en más de una ocasión. Es una situación que ocurre normalmente en momentos críticos: guerras, desastres naturales, profundas crisis económicas, etcétera. </p> <p>Pero también, en algunos casos, el impago se debe a motivos políticos o institucionales: lo hacen gobiernos que tienen un discurso contra el capitalismo o el mercado. En estos países suele reinar una gran inseguridad jurídica; es decir, una incertidumbre sobre el marco legal, el cumplimiento de las normas y los contratos.</p> <p>Entre las naciones que más veces han dejado de pagar su deuda externa –e incurrido en lo que los economistas denominamos una situación de “<a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Impago"><em>default</em></a>”– podemos mencionar a Venezuela, Ecuador, Brasil, Argentina, México, Perú, Chile, Paraguay, El Salvador, Colombia, Uruguay, Bolivia, Nigeria, Turquía, Grecia y Rusia. </p> <p>Sin embargo, esta situación no es propia únicamente de países subdesarrollados o en vías de desarrollo, ya que otros estados desarrollados como España, Francia, Alemania, Portugal y Estados Unidos también lo han hecho en diversas ocasiones.</p> <h2>Los problemas crecen</h2> <p>Pero ¿qué sucede cuando los países dejan de pagar sus deudas? </p> <ul> <li><p>El primer y mayor problema es la pérdida de reputación frente a sus acreedores y los mercados financieros nacionales e internacionales. Entonces aumenta la <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Prima_de_riesgo">prima de riesgo</a> de estos países –es decir, la rentabilidad que los prestamistas exigen a cambio de sus préstamos– y disminuye la confianza por parte de las instituciones, países y particulares que participan en el mercado de crédito. Esto complica la posibilidad de obtener financiación en el futuro.</p></li> <li><p>El segundo gran problema es la posibilidad de que el país acreedor –el que prestó dinero– proceda a embargar los <a href="https://economipedia.com/definiciones/activo.html">activos</a> –bienes y derechos que tienen valor y que se espera que generen beneficios en el futuro– del país deudor establecidos en su territorio.</p></li> <li><p>Y una tercera consecuencia que se sopesa antes de declarar un <em>default</em> son las barreras que pueden poner los países deudores al comercio internacional.</p></li> </ul> <h2>Todos pagan las consecuencias</h2> <p>Recientemente, un estudio de <a href="https://www.opensocietyfoundations.org/explainers/what-happens-when-a-country-goes-broke">Open Society Fundations</a> destacó el hecho de que el incumplimiento de deudas no solo tiene consecuencias a nivel macroeconómico, sino también para la “gente de a pie”. Una situación de <em>default</em> puede generar inflación, ya que los gobiernos que incurren en el impago suelen imprimir moneda para poder hacer frente a sus gastos. </p> <p>Tal como expliqué en <a href="https://theconversation.com/por-que-no-imprimen-mas-dinero-si-hace-falta-231422">un artículo anterior</a>, cuando un Estado imprime dinero así porque sí, se genera una subida de los precios en la economía –lo que los economistas denominamos inflación–. La inflación afecta a las personas, ya que los precios de los bienes y servicios –los alimentos, el transporte, la vivienda, etcétera– aumentan. </p> <p>Por otro lado, en una situación de <em>default</em>, tanto el Estado como las empresas tienen menos acceso a los préstamos, lo que conduce a los temidos recortes: disminuye el gasto público en salud, educación, infraestructuras y justicia, entre otros, así como la inversión privada de las empresas. Estos recortes de gasto público y gasto de inversión suelen traer aparejados despidos de los trabajadores, lo que implica una mayor tasa de desempleo. </p> <p>En conjunto, se produce una disminución de la <a href="https://economipedia.com/definiciones/demanda-agregada.html">demanda agregada</a> –esto es, el gasto total que los consumidores, las empresas y el Estado están dispuestos a hacer en un país determinado– y con ello, una situación de <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Recesi%C3%B3n">recesión</a> económica.</p> <p>Por todas las razones mencionadas, antes de llegar a una decisión tan drástica como es la de negarse a pagar sus deudas, los países suelen pedir una reestructuración de las mismas, es decir, un cambio en los términos de los contratos relacionados con los préstamos que implique, por ejemplo, alargar los plazos o condonar parte de la deuda. En definitiva, intentará, por todos los medios, negociar otras formas de pago.</p> <hr> <figure class="align-center "> <img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/657169/original/file-20250324-56-qg0jh6.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=754&amp;fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/657169/original/file-20250324-56-qg0jh6.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=109&amp;fit=crop&amp;dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/657169/original/file-20250324-56-qg0jh6.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=30&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=109&amp;fit=crop&amp;dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/657169/original/file-20250324-56-qg0jh6.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=15&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=109&amp;fit=crop&amp;dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/657169/original/file-20250324-56-qg0jh6.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=137&amp;fit=crop&amp;dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/657169/original/file-20250324-56-qg0jh6.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=30&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=137&amp;fit=crop&amp;dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/657169/original/file-20250324-56-qg0jh6.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=15&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=137&amp;fit=crop&amp;dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"> <figcaption> <span class="caption"></span> </figcaption> </figure> <p><em>El museo interactivo <a href="https://www.parqueciencias.com">Parque de las Ciencias de Andalucía</a> y su Unidad de Cultura Científica e Innovación colaboran en la sección The Conversation Júnior.</em></p> <hr><img src="https://counter.theconversation.com/content/248570/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" /> <p class="fine-print"><em><span>Virginia Rosales no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p> Esta es una decisión que puede acarrear graves consecuencias, incluyendo subidas de los precios, aumento del desempleo y recesión. Virginia Rosales, Profesora Contratada Doctora/ Departamento de Economía Aplicada, Universidad de Granada Licensed as Creative Commons – attribution, no derivatives. tag:theconversation.com,2011:article/248783 2025-02-20T18:09:11Z 2025-02-20T18:09:11Z ¿Qué hay dentro de un agujero negro? <figure><img src="https://images.theconversation.com/files/649709/original/file-20250218-38-z7ukmu.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;rect=288%2C225%2C4374%2C2911&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=1050&amp;h=700&amp;fit=crop" /><figcaption><span class="caption"></span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/black-hole-astronaut-abstract-space-wallpaper-683384521">Vadim Sadovski/Shutterstock</a></span></figcaption></figure> <p><em>Este artículo forma parte de la sección <strong>The Conversation Júnior</strong>, en la que especialistas de las principales universidades y centros de investigación contestan a las dudas de jóvenes curiosos de entre 12 y 16 años. Podéis enviar vuestras preguntas a <strong>tcesjunior@theconversation.com</strong></em></p> <hr> <p><em><strong>Pregunta formulada por el curso de 3º de la ESO de Aranzadi Ikastola. Bergara (Gipuzkoa)</strong></em></p> <hr> <p>Si quieres saber qué hay dentro de un agujero negro tengo una recomendación para ti. Y hazme caso, de verdad: no te acerques a él bajo ninguna circunstancia.</p> <p>La materia de la estrella que tras colapsar originó ese <a href="https://ciencia.nasa.gov/universo/que-son-los-agujeros-negros/">agujero negro</a> –una región del espacio con una concentración de materia tan brutal que produce una gravedad inmensa y no permite que escape nada– era muy parecida a la de tu propio cuerpo. </p> <p>La materia atrapada dentro de ese desconcertante lugar sería una colección de protones, neutrones y electrones iguales a todos los demás del universo. Al agujero le da igual un estudiante de bachillerato que una estrella pacífica: los engulliría a ambos sin miramientos, igual que a cualquier otro cuerpo con masa. </p> <h2>Territorio desconocido</h2> <p>Toda esa materia quedaría atrapada más allá del <a href="https://www.sea-astronomia.es/glosario/horizonte-de-sucesos">horizonte de sucesos</a>. Así se llama a la frontera que separa el universo del que podemos recibir noticias y una zona misteriosa e incomunicada: el interior del agujero negro. </p> <p>Quizá pienses que la abundancia de carbono en tu cuerpo y de helio en la estrella os haga muy diferentes. Pero lamento decirte que no. Para el agujero negro la diferencia es prácticamente nula. Y entonces, ¿cuál sería tu destino si te acercases a él? Me temo que sería igual de dramático. No solo tendría lugar una destrucción total: la catástrofe iría más allá, afectando al propio plano del conocimiento. </p> <figure class="align-center zoomable"> <a href="https://images.theconversation.com/files/649704/original/file-20250218-32-hetnph.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=1000&amp;fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/649704/original/file-20250218-32-hetnph.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=754&amp;fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/649704/original/file-20250218-32-hetnph.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=338&amp;fit=crop&amp;dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/649704/original/file-20250218-32-hetnph.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=30&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=338&amp;fit=crop&amp;dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/649704/original/file-20250218-32-hetnph.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=15&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=338&amp;fit=crop&amp;dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/649704/original/file-20250218-32-hetnph.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=424&amp;fit=crop&amp;dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/649704/original/file-20250218-32-hetnph.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=30&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=424&amp;fit=crop&amp;dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/649704/original/file-20250218-32-hetnph.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=15&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=424&amp;fit=crop&amp;dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a> <figcaption> <span class="caption">Recreación de un cuásar, un agujero negro supermasivo situado en el centro de una galaxia. Está rodeado de un disco de gas caliente y emite poderosos chorros de partículas.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://webbtelescope.org/contents/articles/how-do-we-know-there-are-black-holes">NASA, ESA, CSA, Joseph Olmsted (STScI).</a></span> </figcaption> </figure> <p>Y es que no sabemos en qué se convertirán esos átomos devorados. Posiblemente sea algo muy distinto a una sopa de <a href="https://concepto.de/quarks/">quarks</a>, es decir, las partículas subatómicas que componían los protones y neutrones engullidos. </p> <p>La física actual no conoce las leyes que gobiernan las regiones más extrañas del universo, como el interior de los agujeros negros. Por eso no sabemos definir cómo son las partículas ni la manera en que interactúan en esa zona inaccesible. Allí, la curvatura del espacio-tiempo es tan intensa que no podemos ni siquiera concebirlo. Y, por supuesto, la gravedad será la fuerza dominante sobre todas las demás. </p> <h2>Lo que sí sabemos</h2> <p>Pero que conozcamos poca física de esa región no significa que no sepamos lo más básico. Estamos seguros de que la gravedad allí tiene que explicarse por <a href="https://theconversation.com/diccionario-muy-basico-de-fisica-cuantica-240166">leyes cuánticas</a>, las que imperan en el mundo de lo diminuto. Eso permitiría estudiar las <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Interacciones_fundamentales">cuatro fuerzas de la naturaleza</a> (nuclear fuerte, electromagnética, nuclear débil y gravedad) de forma unificada. </p> <p>Por otro lado, quizá sepas que las partículas de luz no tienen masa. ¿Crees que esa ligereza las exime de ser engullidas? ¡Nada de eso! ¿Y si te acercas con el haz de luz de una potente linterna anunciando tu llegada? El agujero negro la tragará, solo un suspiro antes de estirarte como a un fideo y devorarte a ti también. </p> <p>Para colmo, este monstruo insaciable se mofará de todos, anunciando su presencia gracias al brillo de la materia ultrarrecalentada que orbita en torno a él. </p> <h2>Ese brillo misterioso</h2> <p>Más aún, no importa que el agujero negro no esté recibiendo grandes cantidades de alimento en forma de materia. Aunque estuviese rodeado de un vacío en el que no pudiésemos ni respirar, nuestro protagonista sería capaz de brillar. Pero ¿cómo es posible tal cosa? </p> <p>Nos lo explica el <a href="https://www.youtube.com/watch?v=QSm1wB52474">principio de incertidumbre</a> que estableció el físico alemán <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Werner_Heisenberg">Werner Heisenberg</a> en 1927. Según nos enseña, tendremos intervalos pequeñísimos de tiempo en los que no sabremos a ciencia cierta cuánta energía hay en cada mínima porción de espacio en torno al misterioso astro. </p> <p>Explicándolo más en detalle, habrá pares de partículas y antipartículas que podemos interpretar realmente como energía, como bien mostró Einstein. En realidad, esos fantasmas surgen constantemente en cualquier parte del espacio. Lo bonito y a la vez terrorífico es que cuando ocurre cerca del agujero negro, uno de los miembros de la pareja es tragado. Y así una de las partículas queda desparejada convirtiéndose en radiación. </p> <p>Las ecuaciones de la <a href="https://www.nationalgeographic.es/ciencia/la-teoria-de-la-relatividad-de-einstein-explicada-en-cuatro-simples-pasos">relatividad</a> ponen la física de la gravedad en lenguaje matemático. Y funcionan muy bien para sistemas tranquilos, como la Tierra orbitando en torno al Sol. Sin embargo, un agujero negro es mucho más complejo. Cuando aplicamos esas ecuaciones al horizonte de sucesos, las soluciones nos dan infinitos, y eso no mola nada. Podemos echar mano una analogía muy bonita para ilustrarlo.</p> <h2>El caos de la cascada</h2> <p>Si pensamos en el agua de un lago y queremos estudiarlo, podemos “chincharlo” con un palito. Entonces surgirán pequeñas olas, y si había una hojita reposando en la superficie, empezará a surfearlas. Eso nos permite hacer algunos cálculos y entender al lago. </p> <p>En el caso de que el agua fluya y tengamos un río, podemos repetir el experimento. La física sigue explicando las onditas que surgirán en la superficie al perturbarla. La diferencia es que en esta ocasión habrá que considerar también el efecto de todo el movimiento del agua. </p> <p>Pero ¿qué ocurre si el río se encuentra con una cascada? El agua pasará a moverse en caída libre y resultará imposible producir ondas con un patrón concreto y que nos sea de utilidad. Nuestras moléculas de H₂0 habrán entrado en una zona catastrófica con turbulencia y caos. </p> <p>Pero como ya he anticipado, necesitamos avanzar en nuestro conocimiento y construir una teoría que aúne la física cuántica y la gravedad. Esto sería como alcanzar el Santo Grial, porque es la única de las cuatro fuerzas de la naturaleza que aún se resiste. Y, curiosamente, una de las herramientas que creemos que va a ser fundamental para lograrlo son ondas como las del lago. </p> <p>Nos referimos, ni más ni menos, que a las fascinantes <a href="https://www.agenciasinc.es/Noticias/Las-ondas-gravitacionales-explicadas-para-principiantes">ondas gravitacionales</a>, pequeñas alteraciones del espacio-tiempo generadas por sucesos superviolentos del cosmos como choques de estrellas de neutrones o los propios agujeros negros. Y tengo una buena noticia: se pueden detectar desde la misma Tierra. Así que podemos hacer física desde la prudente distancia de 1 600 años luz que nos separan del <a href="https://ciencia.nasa.gov/universo/el-agujero-negro-en-el-centro-de-la-via-lactea-desperto-hace-2-siglos-revela-telescopio-ixpe/#:%7E:text=Sagitario%20A*%20se%20encuentra%20a,veces%20la%20de%20nuestro%20Sol.">agujero negro más cercano</a>. </p> <p>Porque, os recuerdo otra vez, no es buena idea acercarse a uno.</p> <hr> <p><em>La <a href="https://katedra.eus/es/">Cátedra de Cultura Científica de la Universidad del País Vasco</a> colabora en la sección The Conversation Júnior.</em></p> <hr><img src="https://counter.theconversation.com/content/248783/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" /> <p class="fine-print"><em><span>Ruth Lazkoz recibe fondos del MInisterio de Ciencia, Innovación y Universidades y del Gobierno Vasco. </span></em></p> Lo que ocurre dentro de esos insaciables devoradores de materia aún es territorio desconocido para los científicos, pero averiguarlo les ayudaría a desvelar los últimos misterios de la física. Ruth Lazkoz, Catedrática de Física Teórica, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea Licensed as Creative Commons – attribution, no derivatives. tag:theconversation.com,2011:article/247583 2025-02-11T04:41:12Z 2025-02-11T04:41:12Z ¿Son todos los virus dañinos? <figure><img src="https://images.theconversation.com/files/645185/original/file-20250128-17-t2pajj.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;rect=116%2C71%2C5874%2C3916&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=1050&amp;h=700&amp;fit=crop" /><figcaption><span class="caption">Los virus bacteriófagos, o fagos, atacan a las bacterias.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-illustration/concept-bacteriophages-infecting-bacteria-microbiology-science-2400085685">Marko Aliaksandr/Shutterstock</a></span></figcaption></figure> <p><em>Este artículo forma parte de la sección <strong>The Conversation Júnior</strong>, en la que especialistas de las principales universidades y centros de investigación contestan a las dudas de jóvenes curiosos de entre 12 y 16 años. Podéis enviar vuestras preguntas a <strong>tcesjunior@theconversation.com</strong></em></p> <hr> <p><em><strong>Pregunta formulada por el curso de 3º de la ESO de Aranzadi Ikastola. Bergara (Gipuzkoa)</strong></em></p> <hr> <p>Los virus tienen mala reputación: los más conocidos son los que nos causan enfermedades como la gripe, diarrea o covid-19. Sin embargo, la gran mayoría de ellos resultan inofensivos, y muchos de ellos incluso pueden beneficiarnos.</p> <h2>Virus, esa palabra maldita</h2> <p>El <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Virus#:%7E:text=La%20palabra%20proviene%20del%20lat%C3%ADn,venenoso">término <em>virus</em></a> proviene del latín y hace referencia a una sustancia nociva o venenosa. A lo largo de la historia humana, aparecen diversas referencias a enfermedades producidas por ellos, como la parálisis de una pierna debida a la infección de polio <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S1245178923485253#:%7E:text=El%20caso%20m%C3%A1s%20antiguo%20conocido,2%5D%2C%20%5B3%5D.">en algunas representaciones egipcias</a> o imágenes de personas infectadas por sarampión o viruela en la conquista de América.</p> <figure class="align-right zoomable"> <a href="https://images.theconversation.com/files/644932/original/file-20250127-15-in9ag2.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=1000&amp;fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/644932/original/file-20250127-15-in9ag2.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=237&amp;fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/644932/original/file-20250127-15-in9ag2.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=830&amp;fit=crop&amp;dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/644932/original/file-20250127-15-in9ag2.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=30&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=830&amp;fit=crop&amp;dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/644932/original/file-20250127-15-in9ag2.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=15&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=830&amp;fit=crop&amp;dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/644932/original/file-20250127-15-in9ag2.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=1044&amp;fit=crop&amp;dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/644932/original/file-20250127-15-in9ag2.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=30&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=1044&amp;fit=crop&amp;dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/644932/original/file-20250127-15-in9ag2.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=15&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=1044&amp;fit=crop&amp;dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a> <figcaption> <span class="caption">Grabado egipcio con un afectado de poliomelitis (siglo XIV a. e. c.).</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Ancient_Egyptian_polio_Roma2.jpg">Wikimedia Commons</a>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by/4.0/">CC BY</a></span> </figcaption> </figure> <p>Sin embargo, no empiezan a considerarse una entidad biológica hasta finales del siglo XIX. En 1892, el biólogo <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Dmitri_Ivanovski">Dmitri Ivanovski</a> filtró los extractos de hojas molidas de una planta del tabaco infectada por virus y observó que seguían infectadas. Esto indicaba que las partículas dañinas eran más pequeñas que el poro del filtro y lo atravesaban. </p> <p>Poco después, en 1899, el microbiólogo <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Martinus_Willem_Beijerinck">Martinus Beijerinck</a> observó que esas diminutas partículas necesitaban siempre una célula viva para multiplicarse. Todos estos descubrimientos dieron lugar al estudio de los virus y al comienzo de la virología.</p> <h2>¡Están por todas partes!</h2> <p>Cuando hablamos de microorganismos en general, y de virus en particular, surge la pregunta: ¿pero cuántos existen en el mundo? Aunque se desconoce con exactitud, se cree que puede haber más de <a href="https://doi.org/10.1038/nrmicro2644">10³¹ en la Tierra</a> (es decir, un 1 seguido de 31 ceros), mientras que los habitantes humanos no alcanzamos la cifra de 10¹⁰ . Es decir, muchísimos más que personas.</p> <p>Además, si todos los virus del planeta se pegaran uno tras otro en una columna podrían llegar a las constelaciones más remotas del universo (hasta 100 millones de años luz). En resumen, ¡también hay muchísimos más virus que posibles estrellas en el cosmos!</p> <p>Si bien estos entes se encuentran en cualquier lugar del planeta, una de sus peculiaridades es que no son células vivas. Por tanto, ellos solos no pueden replicarse y producir nuevos virus. Siempre necesitan acceder al interior de una célula, donde se replican para poder producir miles de nuevos virus. </p> <figure class="align-right zoomable"> <a href="https://images.theconversation.com/files/644934/original/file-20250127-15-m8dgii.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=1000&amp;fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/644934/original/file-20250127-15-m8dgii.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=237&amp;fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/644934/original/file-20250127-15-m8dgii.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=703&amp;fit=crop&amp;dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/644934/original/file-20250127-15-m8dgii.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=30&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=703&amp;fit=crop&amp;dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/644934/original/file-20250127-15-m8dgii.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=15&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=703&amp;fit=crop&amp;dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/644934/original/file-20250127-15-m8dgii.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=883&amp;fit=crop&amp;dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/644934/original/file-20250127-15-m8dgii.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=30&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=883&amp;fit=crop&amp;dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/644934/original/file-20250127-15-m8dgii.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=15&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=883&amp;fit=crop&amp;dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a> <figcaption> <span class="caption">Bacteriófagos infectando una bacteria.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Phage.jpg">Professor Graham Beards/Wikimedia Commons</a>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by/4.0/">CC BY</a></span> </figcaption> </figure> <p>Dependiendo del tipo de célula en que entren hay distintos tipos: de las plantas o <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Fitovirus">fitovirus</a> (por ejemplo, el virus Y de la patata), de los hongos o micovirus (virus de La France del champiñón) o de las bacterias, también llamados <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Bacteri%C3%B3fago">bacteriófagos o fagos</a> (como el virus T4 que infecta la bacteria <em>Escherichia coli</em>).</p> <p>Además, existen virus que pueden infectar a cualquier célula de los animales, incluido el ser humano. Algunos ejemplos son el <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Parvovirosis_canina">parvovirus</a> en cachorros de perros, el virus de la rabia, de la gripe, etc.</p> <h2>Muchos no son “malos”</h2> <p>Es imposible conocer todas las especies de microorganismos dañinos –patógenos– para el ser humano. Se estima que <a href="https://doi.org/10.1038/nrmicro2644">representan menos del 1 %</a> de todos los que hay en el mundo, incluyendo virus, bacterias, hongos o parásitos. </p> <p>Por lo tanto, y por suerte, solo una muy pequeña parte de los virus que nos rodean constituyen realmente una amenaza. Al contrario: muchos representan un beneficio no solo para el ser humano, sino también para el medio ambiente en general. </p> <p>Sin ir más lejos, nuestro cuerpo, además de por células, está formado por microorganismos, y entre ellos hay un arsenal de virus que recibe el nombre de <a href="https://theconversation.com/conozca-los-billones-de-virus-que-constituyen-su-viroma-104813">viroma humano</a>. </p> <p>Hoy en día apenas se conocen unos pocos, distribuidos en distintas partes de nuestro cuerpo, como es el caso de los llamados retrovirus. Aunque pertenecen a la misma familia que el virus de la inmunodeficiencia humana o VIH, no resultan dañinos, sino que contribuyen a generar proteínas esenciales o formar genes que han ayudado en el desarrollo de la <a href="https://theconversation.com/el-origen-viral-de-la-placenta-245112">placenta humana</a>.</p> <p>Asimismo, muchos bacteriófagos también cumplen un papel beneficioso. Por un lado, están <a href="https://theconversation.com/virus-marinos-los-diminutos-asesinos-de-microbios-que-orquestan-la-vida-en-el-oceano-151648">aquellos que se encuentran en el océano</a> y participan en el ciclo del carbono liberando oxígeno o son capaces de matar bacterias para generar nutrientes. Otros se usan en la llamada <a href="https://theconversation.com/bacteriofagos-los-virus-que-pueden-salvar-vidas-111195">fagoterapia</a>, es decir, en el tratamiento de personas que están enfermas de bacterias resistentes a antibióticos.</p> <p>Además, los bacteriófagos se utilizan <a href="https://youtu.be/jqIGdHDlnqU">en la industria alimentaria</a> para eliminar las <a href="https://www.mayoclinic.org/es/diseases-conditions/salmonella/symptoms-causes/syc-20355329">salmonelas</a> (un tipo de bacterias nocivas) en las aves o en la conservación de alimentos como frutas o verduras.</p> <p>Otros aliados son algunos micovirus. Por ejemplo, <a href="https://www.sciencedirect.com/topics/agricultural-and-biological-sciences/cryphonectria-hypovirus-1"><em>Cryphonectria hypovirus</em> 1</a> consigue disminuir la virulencia causada por el hongo que desencadena la enfermedad denominada chancro del castaño. El virus que está dentro de ese hongo microscópico se puede transmitir a otros hongos del castaño, modificándolos y convirtiéndolos en menos dañinos.</p> <p>En resumen, hoy solo conocemos una minúscula parte del total de virus con los que cohabitamos, pero la gran mayoría de ellos no son nuestros enemigos.</p> <hr> <p><em>La <a href="https://katedra.eus/es/">Cátedra de Cultura Científica de la Universidad del País Vasco</a> colabora en la sección The Conversation Júnior.</em></p> <hr><img src="https://counter.theconversation.com/content/247583/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" /> <p class="fine-print"><em><span>Miren Basaras Ibarzabal no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p> Hay muchísimos más virus que estrellas en el universo, pero la mayoría de ellos son inofensivos y algunos incluso pueden beneficiarnos. Miren Basaras Ibarzabal, Profesora Titular de Microbiología, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea Licensed as Creative Commons – attribution, no derivatives. tag:theconversation.com,2011:article/246939 2025-01-30T04:53:07Z 2025-01-30T04:53:07Z ¿Por qué los mocos, las lágrimas y el sudor son salados y la saliva no? <figure><img src="https://images.theconversation.com/files/644408/original/file-20250123-15-5s6t00.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;rect=120%2C19%2C3077%2C2049&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=1050&amp;h=700&amp;fit=crop" /><figcaption><span class="caption"></span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/close-baby-girl-looking-camera-big-138511586">Antonio Guillem/Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>En el programa 17 de la temporada 12 de <a href="https://youtu.be/m3fgwZgXYv8?list=PLxviY1aRt7Bez-k8HfnJlx-0icW6eGBIP&amp;t=454"><em>Nadie Sabe Nada</em></a>, el humorista Berto Romero (uno de los dos presentadores, junto con Andreu Buenafuente) leyó una pregunta parecida a la que da título a este artículo. Sus años de experiencia en el humor (y la ignorancia como sello de identidad cómica de este espacio radiofónico) le llevaron a no responderla y centrarse en la peculiar introducción que acompañaba a aquella pregunta. Tras un breve lapso de tiempo improvisando con Andreu, optaron de forma tácita por “dejar de cocinarla”.</p> <p>Pero ese tiempo fue suficiente para alimentar el efecto mariposa. O, como quizás dirían ellos, el efecto <a href="https://www.youtube.com/watch?v=tSlK3oLvnxY"><em>samanté</em></a>. Así que trataremos de responder la pregunta aquí. Aunque Berto no lo haya sabido, la ciencia sabe bien. </p> <p>Resumiéndolo mucho, los mocos tienen un rol en la defensa inmunológica, las lágrimas sirven como protección ocular y señal social y el sudor se ocupa de regular la temperatura corporal. En contraste, la función principal de la saliva es proteger la salud bucal, para lo que la neutralidad de su pH es clave. Pero mastiquemos esto un poco más.</p> <h2>Una de mocos</h2> <p>Si alguna vez ha probado el sabor de un moco, o los ha tragado para evitar sonarse la nariz durante un resfriado, se habrá percatado de su salinidad. El <a href="https://pmc.ncbi.nlm.nih.gov/articles/PMC3199822/?utm_source=chatgpt.com">moco nasal</a> contiene un 90 % de agua, además de glicoproteínas e iones (átomos o grupos de átomos con carga eléctrica), sobre todo de cloruro (Cl⁻) y sodio (Na⁺), los ingredientes de la sal. Estos iones proceden de la sangre y del líquido intersticial (el espacio que hay entre las células) y son filtrados por los <a href="https://www.atsjournals.org/doi/10.1165/rcmb.2006-0064OC?url_ver=Z39.88-2003&amp;rfr_id=ori:rid:crossref.org&amp;rfr_dat=cr_pub%20%200pubmed">epitelios</a>, los tejidos que revisten las cavidades y conductos del organismo.</p> <p>La principal función del moco es generar una <a href="https://pmc.ncbi.nlm.nih.gov/articles/PMC150901/">barrera física</a> que atrapa partículas, microorganismos y elementos contaminantes. Gracias a su ambiente salino, algunos de los patógenos atrapados se <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0169409X2300323X">deshidratan</a> debido al desequilibrio en la <a href="https://www.studysmarter.es/resumenes/ingenieria/termodinamica-de-ingenieria/presion-osmotica/">presión osmótica</a> (el agua pasa del patógeno al moco) y quedan inactivos. La salinidad también ayuda al movimiento del moco (por eso el agua de mar produce descongestión nasal) y a mantener una adecuada viscosidad.</p> <figure class="align-right zoomable"> <a href="https://images.theconversation.com/files/644400/original/file-20250123-17-7xvrrb.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=1000&amp;fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/644400/original/file-20250123-17-7xvrrb.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=237&amp;fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/644400/original/file-20250123-17-7xvrrb.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=337&amp;fit=crop&amp;dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/644400/original/file-20250123-17-7xvrrb.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=30&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=337&amp;fit=crop&amp;dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/644400/original/file-20250123-17-7xvrrb.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=15&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=337&amp;fit=crop&amp;dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/644400/original/file-20250123-17-7xvrrb.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=423&amp;fit=crop&amp;dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/644400/original/file-20250123-17-7xvrrb.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=30&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=423&amp;fit=crop&amp;dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/644400/original/file-20250123-17-7xvrrb.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=15&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=423&amp;fit=crop&amp;dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a> <figcaption> <span class="caption">Depuración de moco como mecanismo de defensa y regulación de la cantidad adecuada de sal y agua para generar un escudo químico.</span> <span class="attribution"><span class="source">Knowles &amp; Boucher, 2002</span></span> </figcaption> </figure> <p>A este pegajoso baile se une una “<a href="https://www.science.org/doi/full/10.1126/science.1223012">brocha periciliar</a>”, es decir, cilios (estructuras móviles de las células) que evitan que el moco entre en los pulmones desplazándolo hacia la garganta para que sea <a href="https://pmc.ncbi.nlm.nih.gov/articles/PMC2658694/?utm_source=chatgpt.com#fig2">eliminado</a> al tragarlo o esputarlo.</p> <p>Resulta que el moco es un superhéroe desconocido que <a href="https://pmc.ncbi.nlm.nih.gov/articles/PMC150901/">nos protege</a> de múltiples peligros. Su presencia y composición ha sido vital para nuestra evolución y la del resto de mamíferos. </p> <h2>Ración de lágrimas</h2> <p>Continuemos con las lágrimas. Se ha <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S1542012412702963">establecido la existencia</a> de tres tipos: las basales, las reflejas y las psicoemocionales: </p> <ul> <li>La lágrima basal es una película de <a href="https://www.annualreviews.org/content/journals/10.1146/annurev-fluid-120710-101042">tres capas</a> en la superficie de la córnea: una viscosa capa interna de moco (sí, moco) que favorece la sujeción, una “gruesa” capa intermedia acuosa y una capa externa de lípidos que retrasa la sequedad del ojo.</li> </ul> <figure class="align-right zoomable"> <a href="https://images.theconversation.com/files/644399/original/file-20250123-15-n9yvp6.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=1000&amp;fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/644399/original/file-20250123-15-n9yvp6.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=237&amp;fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/644399/original/file-20250123-15-n9yvp6.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=438&amp;fit=crop&amp;dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/644399/original/file-20250123-15-n9yvp6.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=30&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=438&amp;fit=crop&amp;dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/644399/original/file-20250123-15-n9yvp6.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=15&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=438&amp;fit=crop&amp;dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/644399/original/file-20250123-15-n9yvp6.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=551&amp;fit=crop&amp;dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/644399/original/file-20250123-15-n9yvp6.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=30&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=551&amp;fit=crop&amp;dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/644399/original/file-20250123-15-n9yvp6.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=15&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=551&amp;fit=crop&amp;dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a> <figcaption> <span class="caption">Espesor en micrómetros para cada capa de la película lagrimal de la córnea.</span> <span class="attribution"><span class="source">Braun, 2012</span></span> </figcaption> </figure> <ul> <li><p>La lágrima refleja es una respuesta ante estímulos físicos o químicos externos (por ejemplo, ante los gases producidos al cortar una cebolla) para limpiar el ojo. Si el estímulo es intenso, la lágrima basal se desborda.</p></li> <li><p>La lágrima psicoemocional no es útil para el ojo, sino que tiene una <a href="https://link.springer.com/article/10.1007/s11031-016-9543-0">función social</a> muy importante: se utiliza para expresar la necesidad de ayuda y apoyo. </p></li> </ul> <p>Cuando derramamos lágrimas y éstas llegan a la boca, podemos notar su sabor salado debido a su <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/0039625781901454?casa_token=YFBV6CNQQd0AAAAA:ahx8qHQ68FMlCPH08Z_ciko_w3aY-APoacek_zz0xsaCA_tEsdcawD7NVLTLZF6QPcuoHRZT-Yc">composición bioquímica</a>: una alta concentración de electrolitos de cloruro y sodio disueltos en agua, acompañados de proteínas, enzimas e incluso restos de fármacos. Básicamente, estamos probando una versión <em>gourmet</em> de los mocos nasales.</p> <h2>El sudor como refresco</h2> <p>Para refrescarnos necesitamos sudor. Sus componentes principales son el agua (99 %) y una buena cantidad de cloruro de sodio. Entre sus <a href="https://www.qscience.com/content/journals/10.5339/jlghs.2015.5">funciones</a> está el mantenimiento de la homeostasis corporal.</p> <p>El sudor se <a href="https://pmc.ncbi.nlm.nih.gov/articles/PMC6773238/">forma</a> en el túbulo secretor de la glándula sudorípara. A medida que ese líquido pasa por los conductos excretores se reabsorben los electrolitos de cloruro y sodio (entre otros), mientras que el agua se retiene dentro.</p> <figure class="align-right zoomable"> <a href="https://images.theconversation.com/files/644402/original/file-20250123-15-r16uom.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=1000&amp;fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/644402/original/file-20250123-15-r16uom.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=237&amp;fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/644402/original/file-20250123-15-r16uom.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=291&amp;fit=crop&amp;dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/644402/original/file-20250123-15-r16uom.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=30&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=291&amp;fit=crop&amp;dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/644402/original/file-20250123-15-r16uom.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=15&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=291&amp;fit=crop&amp;dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/644402/original/file-20250123-15-r16uom.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=366&amp;fit=crop&amp;dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/644402/original/file-20250123-15-r16uom.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=30&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=366&amp;fit=crop&amp;dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/644402/original/file-20250123-15-r16uom.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=15&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=366&amp;fit=crop&amp;dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a> <figcaption> <span class="caption">Mecanismo de secreción de sudor de una glándula ecrina.</span> <span class="attribution"><span class="source">Baker, 2019</span></span> </figcaption> </figure> <p>Si la sudoración es baja, la reabsorción de electrolitos es eficiente y el sudor será hipotónico (tiene menos sal). Sin embargo, en tasas altas de sudoración (por aumento en la temperatura del aire o un ejercicio físico intenso), el tiempo para reabsorber la sal disminuye, lo que lleva a un sudor más rico en electrolitos, es decir, más salado. </p> <h2>La saliva está sosa</h2> <p>Y llegamos al plato fuerte, pero sencillo de digerir. La saliva es un <a href="https://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&amp;pid=S1698-69462006000500015">líquido estéril</a> compuesto por agua (99 %) y moléculas orgánicas e inorgánicas (1 %).</p> <p>La <a href="https://onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1111/prd.12116">secreción de saliva</a> comienza con el movimiento de iones de cloruro y sodio hacia unos tubos huecos (lo que se conoce como lumen acinar) de las glándulas salivales. Debido a una mayor concentración de sal en esos tubos, se produce la entrada de agua desde el líquido intersticial, generando un fluido inicial isotónico o “salado” (su contenido en sal es el mismo que el del <a href="https://www.cun.es/diccionario-medico/terminos/suero-sanguineo#:%7E:text=El%20suero%20sangu%C3%ADneo%20es%20una,sustancias%20por%20todo%20el%20organismo.">suero sanguíneo</a>). </p> <p>Pero al avanzar hacia el exterior, el cloruro y el sodio son recaptados por canales específicos y salen del lumen. Como el agua no tiene forma de escapar de ahí, debe continuar hasta el final. El líquido resultante es una <a href="https://revistas.ustabuca.edu.co/index.php/USTASALUD_ODONTOLOGIA/article/view/1123">saliva hipotónica</a>. </p> <figure class="align-right zoomable"> <a href="https://images.theconversation.com/files/644403/original/file-20250123-15-nuys6e.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=1000&amp;fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/644403/original/file-20250123-15-nuys6e.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=237&amp;fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/644403/original/file-20250123-15-nuys6e.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=394&amp;fit=crop&amp;dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/644403/original/file-20250123-15-nuys6e.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=30&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=394&amp;fit=crop&amp;dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/644403/original/file-20250123-15-nuys6e.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=15&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=394&amp;fit=crop&amp;dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/644403/original/file-20250123-15-nuys6e.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=496&amp;fit=crop&amp;dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/644403/original/file-20250123-15-nuys6e.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=30&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=496&amp;fit=crop&amp;dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/644403/original/file-20250123-15-nuys6e.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=15&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=496&amp;fit=crop&amp;dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a> <figcaption> <span class="caption">Conversión de saliva isotónica en saliva. hipotónica.</span> <span class="attribution"><span class="source">Proctor, 2016</span></span> </figcaption> </figure> <p>Entre otras <a href="https://ve.scielo.org/scielo.php?script=sci_arttext&amp;pid=S0001-63651999000300003">funciones</a>, la saliva ayuda a saborear los alimentos, proteger de las caries y mantener un pH de entre 6.7 y 7.4 (el pH neutro es 7). Mantener este pH es fundamental para equilibrar los ecosistemas bucales, ya que las proteínas que forman la película salival proporcionan nutrientes a las bacterias presentes en la boca para que ataquen a los microbios. </p> <p>Una saliva con alta salinidad impediría la proliferación de la placa bacteriana necesaria para el cuidado de la boca. Además, podría alterar el sabor de los alimentos y afectar negativamente a la experiencia sensorial durante la ingesta. O sea, la saliva contiene “sal” exclusivamente como parte de la palabra.</p> <h2>A la postre</h2> <p>El menú degustado en compañía de la ciencia finaliza con el dulce toque de la sensación de conocimiento. Hemos digerido que nuestro cuerpo contiene complejas recetas y explicarlas agradará a cualquiera (o casi) en las mejores sobremesas. </p> <p>Ahora, Berto, y cualquier persona, podrá decir: yo sé a sal y sé por qué.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/246939/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" /> <p class="fine-print"><em><span>Jorge Romero-Castillo no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p> La mayoría de fluidos corporales tienen un sabor salado, pero la saliva escapa de esta tónica. ¿Por qué? Jorge Romero-Castillo, Profesor de Psicobiología e investigador en Neurociencia Cognitiva, Universidad de Málaga Licensed as Creative Commons – attribution, no derivatives. tag:theconversation.com,2011:article/246050 2025-01-23T04:13:47Z 2025-01-23T04:13:47Z ¿Cuánto tiempo duró la extinción de los dinosaurios? <p><em>Este artículo forma parte de la sección <strong>The Conversation Júnior</strong>, en la que especialistas de las principales universidades y centros de investigación contestan a las dudas de jóvenes curiosos de entre 12 y 16 años. Podéis enviar vuestras preguntas a <strong>tcesjunior@theconversation.com</strong></em></p> <hr> <p><em><strong>Pregunta planteada por Raquel, de 13 años. IES Virgen del Carmen. Adra (Almería)</strong></em></p> <hr> <p>El final de los dinosaurios aconteció súbitamente, cuando sus vidas fueron interrumpidas por la visión de una gran bola de fuego que caía sobre la Tierra, y que desató un apocalipsis del que los reyes del Mesozoico no pudieron escapar. Ni la poderosa mordida del <em>Tyrannosaurus rex</em> ni el enorme tamaño del saurópodo <em>Alamosaurus sanjuanensis</em> (26 metros y 20 toneladas) pudieron salvar a estas especies de la catástrofe que se cernía sobre ellas. </p> <p>La teoría mayoritariamente aceptada para la <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Extinci%C3%B3n_masiva_del_Cret%C3%A1cico-Pale%C3%B3geno#:%7E:text=La%20extinci%C3%B3n%20masiva%20del%20Cret%C3%A1cico,aproximadamente%2066%20millones%20de%20a%C3%B1os.">extinción del límite Cretácico-Paleógeno</a>, también conocido como límite K/T (de Cretácico y Terciario), es el impacto de un meteorito de unos 10 kilómetros de diámetro que golpeó la Tierra hace unos 66 millones de años. </p> <h2>Un accidente cósmico</h2> <p>La roca espacial (un cometa o un asteroide) alcanzó nuestro planeta a una velocidad de varias decenas de kilómetros por segundo, con una capacidad destructiva equivalente a cien millones de bombas de hidrógeno. Chocó en una zona marina poco profunda que actualmente corresponde al golfo de México y la península de Yucatán, en México. Es el llamado <a href="https://www.youtube.com/watch?v=UMcpzmnxF6o">cráter de Chicxulub</a>.</p> <figure class="align-right zoomable"> <a href="https://images.theconversation.com/files/642876/original/file-20250116-15-cqxo1l.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=1000&amp;fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/642876/original/file-20250116-15-cqxo1l.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=237&amp;fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/642876/original/file-20250116-15-cqxo1l.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=408&amp;fit=crop&amp;dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/642876/original/file-20250116-15-cqxo1l.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=30&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=408&amp;fit=crop&amp;dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/642876/original/file-20250116-15-cqxo1l.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=15&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=408&amp;fit=crop&amp;dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/642876/original/file-20250116-15-cqxo1l.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=513&amp;fit=crop&amp;dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/642876/original/file-20250116-15-cqxo1l.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=30&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=513&amp;fit=crop&amp;dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/642876/original/file-20250116-15-cqxo1l.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=15&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=513&amp;fit=crop&amp;dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a> <figcaption> <span class="caption">Recreación del impacto que creó el cráter de Chicxulub.</span> <span class="attribution"><span class="source">NASA</span></span> </figcaption> </figure> <p>A consecuencia de ese “accidente cósmico” se extinguieron más de la mitad de las especies. Entre los grupos de organismos que se esfumaron había dinosaurios, reptiles marinos, <a href="https://www.mncn.csic.es/sites/default/files/2020-05/nm17_07_ammonites.pdf">ammonites</a> (moluscos cefalópodos con una gran concha externa), plantas e incluso microorganismos. </p> <p>No obstante, no fue la peor en la historia de la Tierra: por ejemplo, la extinción del final del Pérmico, hace unos 252 millones de años, eliminó nada menos que al 90 % de las especies.</p> <p>De cualquier forma, los dinosaurios constituyen un caso particular. Aunque su desaparición se asocia al límite K/T, en los últimos 10 millones de años del Cretácico el número de especies ya había disminuido significativamente <a href="https://www.nature.com/articles/s41467-021-23754-0">debido a un enfriamiento global de unos 7º C</a>. </p> <p>Además, no se puede considerar que se extinguieran totalmente, ya que las aves son descendientes de un grupo de <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Theropoda">dinosaurios terópodos</a>. Por lo tanto, la respuesta objetiva a la pregunta del titular es que los dinosaurios no se fueron del todo. Siguen entre nosotros.</p> <h2>Crónica de una catátrofe</h2> <p>El meteorito debió atravesar la atmósfera en un par de segundos y produjo una compresión del aire a su paso que generó una explosión sónica de dimensiones inimaginables. El aire en torno a aquella roca espacial debió calentarse a temperaturas cuatro veces superiores a la del Sol. </p> <p>El impacto produjo una onda de choque que comprimió la roca de la superficie terrestre y del propio meteorito con tanta intensidad que la posterior descompresión dio lugar a una fusión y la volatilización de ceniza y vapor. </p> <p>Según <a href="https://www.youtube.com/watch?v=YRDpPeKc-ZE">Walter Álvarez</a>, profesor de Geología de la Universidad de Berkeley (California), probablemente se produjo una bola de fuego de roca vaporizada que salió expulsada debido a su propia presión y calor. Debió sobrepasar incluso el límite superior de la atmósfera, antes de caer nuevamente sobre la Tierra, cubriéndola de gran cantidad de partículas. </p> <p>Se calcula que el agujero formado en el momento de la colisión tendría unos 40 km de profundidad, pero inmediatamente se desplomó y dio lugar a un cráter más amplio y menos profundo, de unos 175 km de diámetro.</p> <p>El impacto alcanzó una zona donde existían rocas calizas con casi tres kilómetros de espesor. Estas, sometidas a las elevadas temperaturas del choque, liberaron a la atmósfera cantidades desorbitadas de CO₂ con tanta energía que debió arrastrar gran cantidad de fragmentos de roca.</p> <h2>Fuego, polvo y oscuridad</h2> <p>La destrucción de todos los organismos vivos fue absoluta en un radio de unos cuantos cientos de kilómetros. En zonas más distantes, a miles de kilómetros, los animales pudieron ver un enorme destello seguido de una onda de choque de aire comprimido, avanzando a increíble velocidad. </p> <p>A continuación, llegaría una nube de fuego y polvo a altísimas temperaturas que carbonizó prácticamente todo, mientras que la superficie terrestre propagaba un terremoto de dimensiones apocalípticas, con ondas de gran energía y duración. </p> <p>De la atmósfera caía una lluvia de fragmentos de roca y trozos fundidos que propagaron el calor en forma de radiación infrarroja. La combustión de las masas forestales oscureció el cielo con humo, cenizas y hollín, a la vez que se consumía el oxígeno atmosférico.</p> <h2>Olas de un kilómetro de altura</h2> <p>El tsunami ocasionado por el gran impacto probablemente formó olas de hasta un kilómetro de altura que avanzaron por lo que hoy es Estados Unidos varios miles de kilómetros tierra adentro. <a href="https://doi.org/10.1029/2021AV000627">Se han encontrado</a> enormes canales excavados en el fondo del golfo de México y sedimentos arrastrados por olas gigantescas en los que se mezclan fragmentos de roca fundida expulsados por la explosión. </p> <p>A otras zonas más alejadas, situadas en otros continentes, llegaron menos partículas de las expulsadas a la atmósfera por la explosión, y la incidencia de los incendios debió ser menor que en Norteamérica. No obstante, esas regiones fueron alcanzadas por otros eventos letales que explican que la extinción masiva fuera de escala global</p> <p>Al cabo de unas semanas o meses del impacto, los incendios habrían remitido, los vientos huracanados habrían amainado y los tsunamis habrían perdido fuerza, pero la atmósfera y la superficie terrestre se estaban enfriando gracias al polvo, ceniza y hollín que caían lentamente e impedían el paso de la luz del Sol. </p> <p>La intensa oscuridad duró unos meses, destruyendo la productividad de la fotosíntesis que sustenta las cadenas de alimentación a través de herbívoros y depredadores.</p> <h2>Llega la lluvia ácida</h2> <p>Cuando volvió la luz, el clima se volvió excesivamente cálido debido a la gran cantidad de gases de efecto invernadero emitidos a la atmósfera durante el impacto, la calcinación de los carbonatos sobre los que cayó el meteorito y los numerosos incendios. El calor extremo duró cientos de años, hasta que los niveles de CO₂ disminuyeron.</p> <p>Otro de los efectos a nivel atmosférico fue la <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Lluvia_%C3%A1cida">lluvia ácida</a> y el envenenamiento de las aguas por metales pesados. El calentamiento producido durante el impacto aumentó tanto la temperatura de las partes bajas de la atmósfera que las moléculas de nitrógeno atmosférico (N2) se descompusieron y reaccionaron con el oxígeno formando óxido nitroso (NO) que, combinado con el vapor de agua, dio lugar al ácido nítrico (HNO₃). Esta lluvia ácida dañó la vegetación y reaccionó con las rocas, envenenando las aguas continentales.</p> <p>La desaparición repentina de la mitad de los géneros de plantas y animales marcó el final de la <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Era_mesozoica">Era Mesozoica</a>. No se conoce bien por qué determinados grupos de organismos sobrevivieron. Obviamente, los dinosaurios de gran tamaño, que necesitan grandes cantidades de alimento, no se encontraban entre los que tenían más posibilidades. Sin embargo, también se extinguieron algunos géneros de dinosaurio del tamaño de una gallina, y salieron adelante otros reptiles, como los cocodrilos. </p> <p>En cualquier caso, los supervivientes encontraron un mundo diferente lleno de posibilidades que favoreció la diversificación y adaptación a las nuevas condiciones, y de este modo la aparición de nuevas especies, lo que se denomina una radiación evolutiva. Los mamíferos y las aves que sobrevivieron se encuentran entre los grupos que mejor se adaptaron a esta nueva era.</p> <hr> <p><em>El museo interactivo <a href="https://www.parqueciencias.com">Parque de las Ciencias de Andalucía</a> colabora en la sección The Conversation Júnior.</em></p> <hr><img src="https://counter.theconversation.com/content/246050/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" /> <p class="fine-print"><em><span>Matías Reolid Pérez no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p> Todo apunta a que ocurrió muy rápido, cuando un meteorito descomunal impactó en la Tierra hace 66 millones de años, desatando una catástrofe apocalíptica. Pero no todos los dinosaurios se extinguieron… De hecho, algunos siguen entre nosotros. Matías Reolid Pérez, Profesor Titular del Área de Estratigrafía, Departamento de Geología, Universidad de Jaén Licensed as Creative Commons – attribution, no derivatives. tag:theconversation.com,2011:article/245703 2025-01-02T18:05:52Z 2025-01-02T18:05:52Z ¿Qué se siente y se piensa justo en el momento de morir? <figure><img src="https://images.theconversation.com/files/640281/original/file-20241227-15-z2ir6q.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;rect=0%2C202%2C2863%2C1906&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=1050&amp;h=700&amp;fit=crop" /><figcaption><span class="caption"></span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/portrait-senior-man-coma-dying-hospital-2226719661">nimito/Shutterstock</a></span></figcaption></figure> <p><em>Este artículo forma parte de la sección <strong>The Conversation Júnior</strong>, en la que especialistas de las principales universidades y centros de investigación contestan a las dudas de jóvenes curiosos de entre 12 y 16 años. Podéis enviar vuestras preguntas a <strong>tcesjunior@theconversation.com</strong></em></p> <hr> <p><em><strong>Pregunta formulada por la clase de 2º de la ESO del IES Vega de San Mateo (Las Palmas)</strong></em></p> <hr> <p><em>Escucha este artículo en formato pódcast:</em></p> <iframe data-testid="embed-iframe" style="border-radius:12px" src="https://open.spotify.com/embed/episode/6obRxIxW4g8x8lmAYzic7N?utm_source=generator&amp;theme=0" width="100%" height="152" frameborder="0" allowfullscreen="" allow="autoplay; clipboard-write; encrypted-media; fullscreen; picture-in-picture" loading="lazy"></iframe> <hr> <p>El momento de la muerte ha sido siempre un misterio. Aunque no podemos conocer con exactitud qué ocurre en ese instante, la ciencia ha comenzado a desvelar algunos detalles sobre lo que sucede en nuestro cerebro durante los últimos momentos de vida.</p> <h2>Actividad cerebral</h2> <p>Al contrario de lo que se pensaba, el cerebro no se apaga de inmediato cuando el corazón deja de latir. Allá por 2013, <a href="https://pmc.ncbi.nlm.nih.gov/articles/PMC3761619/">un estudio realizado</a> con ratas de laboratorio mostró que sus cerebros experimentaban un aumento de actividad tras sufrir un paro cardíaco.</p> <p>Más recientemente, un <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/35273490/">grupo de científicos ha registrado</a> la actividad cerebral de una persona en el momento de morir. Observaron que en los 30 segundos posteriores al último latido del corazón se producía un aumento de cierto tipo de ondas cerebrales llamadas oscilaciones gamma. </p> <p>Las ondas gamma están asociadas a funciones cognitivas sofisticadas como soñar, meditar, concentrarse, recuperar recuerdos y procesar información. Los resultados que obtuvieron sugieren que nuestro cerebro podría permanecer activo y coordinado en la transición a la muerte.</p> <h2>Experiencias cercanas a la muerte</h2> <p>Muchas personas que han estado al borde de la muerte y han sido reanimadas aseguran haber experimentado vivencias similares, lo que se conoce como “experiencias cercanas a la muerte” (ECM). Un <a href="https://www.resuscitationjournal.com/article/S0300-9572(23)00216-2/abstract">estudio reciente</a> encontró que hasta un 20 % de quienes sobreviven a un paro cardíaco experimentan algún tipo de ECM.</p> <p>Entre las <a href="https://www.cell.com/trends/cognitive-sciences/fulltext/S1364-6613(19)30312-2">ECM más comunes</a> se encuentran la sensación de separarse del cuerpo físico, ver una luz brillante al final de un túnel, sentimientos de paz y tranquilidad, encuentros con seres queridos fallecidos y la revisión de momentos importantes de la vida. </p> <p>Los científicos creen que estas vivencias podrían ser producto de la actividad cerebral en los momentos finales: la falta de oxígeno y los cambios químicos en el cerebro podrían explicar muchas de ellas.</p> <p>Los hallazgos sobre la actividad de las ondas gamma en el cerebro justo antes de la muerte podrían ser clave para entender las ECM. Las oscilaciones gamma, vinculadas a la conciencia y la recuperación de recuerdos, podrían estar involucradas en la generación de las sensaciones que tuvieron los supervivientes a un paro cardíaco, como el repaso de momentos importantes de la vida o la percepción de paz y tranquilidad. </p> <p>Esto sugiere que las ECM no son solo fenómenos subjetivos, sino que podrían explicarse por lo que ocurre biológicamente en nuestro cerebro en esos precisos momentos.</p> <h2>La corteza somatosensorial</h2> <p>Para averiguarlo, <a href="https://www.pnas.org/doi/full/10.1073/pnas.2216268120">un estudio</a> llevado a cabo en la Universidad de Míchigan (EE. UU.) registró la actividad cerebral de cuatro pacientes en el momento de su muerte. Detectaron que en dos de ellos, justo después de retirarles el soporte vital, aumentó el número de latidos del corazón por minuto y se incrementó la actividad de las ondas gamma en una zona específica del cerebro: la corteza somatosensorial.</p> <p>Esta área, llamada “zona caliente de los correlatos neuronales de la conciencia”, se encuentra en el inicio de la parte posterior del cerebro y se ha relacionado con los sueños, las alucinaciones visuales y los estados alterados de conciencia. Los hallazgos sugieren que el cerebro podría estar reproduciendo un último “recuerdo de la vida” justo antes de fallecer. O sea, algo similar a lo que cuentan quienes viven experiencias cercanas a la muerte.</p> <h2>¿Sentimos dolor al morir?</h2> <p>Según los expertos, es poco probable que sintamos dolor en el momento de morir. Esto se debe a varios factores fisiológicos y neurológicos que ocurren en las etapas finales de la vida. </p> <p>Las investigaciones lo ratifican. Específicamente, <a href="https://journals.physiology.org/doi/full/10.1152/physrev.00045.2019">un estudio</a> que, aunque no aborda directamente el proceso de la muerte, ofrece información sobre cómo el sistema nervioso procesa el dolor y cómo ciertos cambios fisiológicos pueden alterar esta experiencia.</p> <p>En primer lugar, nuestro cerebro libera sustancias químicas que nos ayudan a sentirnos en paz. Entre ellas se encuentran la noradrenalina y la serotonina, moléculas son hormonas y neurotransmisores. Cuando son liberadas por el cerebro pueden evocar emociones positivas y alucinaciones, reducir la percepción del dolor y promover la sensación de calma y tranquilidad.</p> <p>Además, cuando se acerca la muerte, las personas suelen ser muy poco sensibles. Esto se debe a que el cuerpo comienza a apagarse gradualmente y, con ello, la capacidad de sentir dolor disminuye. <a href="https://www.cambridge.org/core/journals/proceedings-of-the-nutrition-society/article/critical-illness-and-changes-in-sensory-perception/B23E514E690452A358BC9BBDA6B28EFB">Los sentidos se van perdiendo</a>, y parece ser que en un orden específico: primero el hambre y la sed, y a continuación, el habla y la visión. El tacto y <a href="https://www.nature.com/articles/s41598-020-67234-9">la audición</a> son los últimos en desaparecer, lo que podría explicar por qué muchas personas pueden escuchar y sentir a sus seres queridos en sus momentos finales, incluso cuando parecen estar inconscientes.</p> <h2>Morir con dignidad</h2> <p>Más allá del interés científico, estos descubrimientos tienen importantes implicaciones éticas y médicas. Comprender mejor qué ocurre en el cerebro en los últimos momentos de la vida podría ayudar a mejorar los cuidados paliativos, asegurando que el proceso sea más tranquilo y digno. </p> <p>Además, los hallazgos que hemos presentado plantean preguntas fundamentales sobre cómo definir el momento exacto de la muerte, un tema crucial en decisiones relacionadas con el soporte vital y la donación de órganos.</p> <p>Todos estos estudios, aunque preliminares, ofrecen una interesante perspectiva sobre lo que podemos sentir al final de la vida y nos recuerda la asombrosa capacidad del cerebro humano. Aún queda mucho por descubrir. </p> <p>Quizás la lección más importante que podemos aprender es la de valorar cada momento, ya que nunca sabemos cuándo nos llegará la hora de irnos. Y tal vez, justo ahí, nos regalemos un viaje a través de nuestros recuerdos.</p> <hr> <p><em>El museo interactivo <a href="https://www.parqueciencias.com">Parque de las Ciencias de Andalucía</a> colabora en la sección The Conversation Júnior.</em></p> <hr><img src="https://counter.theconversation.com/content/245703/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" /> <p class="fine-print"><em><span>Francisco José Esteban Ruiz recibe fondos para investigación de la Universidad de Jaén (PAIUJA-EI_CTS02_2023), de la Junta de Andalucía (BIO-302), y está parcialmente financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación, la Agencia Estatal de Investigación (AEI) y el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER) bajo el proyecto PID2021-122991NB-C21.</span></em></p> La ciencia está empezando a desvelar qué ocurre en el cerebro durante los momentos finales de la vida. Francisco José Esteban Ruiz, Profesor titular de Biología Celular, Universidad de Jaén Licensed as Creative Commons – attribution, no derivatives. tag:theconversation.com,2011:article/240053 2024-12-17T21:27:28Z 2024-12-17T21:27:28Z ¿Por qué nos suenan las tripas aunque no tengamos hambre? <figure><img src="https://images.theconversation.com/files/637872/original/file-20241211-15-62qx8p.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;rect=269%2C85%2C2501%2C1666&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=1050&amp;h=700&amp;fit=crop" /><figcaption><span class="caption"></span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/g/lycreative_id">lycreative.id/Shutterstock</a></span></figcaption></figure> <p><em>Este artículo forma parte de la sección <strong>The Conversation Júnior</strong>, en la que especialistas de las principales universidades y centros de investigación contestan a las dudas de jóvenes curiosos de entre 12 y 16 años. Podéis enviar vuestras preguntas a <strong>tcesjunior@theconversation.com</strong></em></p> <hr> <p><em><strong>Pregunta de Carolina, de 12 años. IES Guadalpín, Marbella (Málaga)</strong></em></p> <hr> <p>¿Te ha ocurrido alguna vez que mientras estabas en clase, en silencio, de repente tu estómago ha hecho un ruido extraño? ¡Qué vergüenza! Pero no te preocupes: es algo totalmente normal, le pasa a todo el mundo. Vamos a descubrir juntos por qué suenan nuestras tripas, incluso cuando no tenemos hambre.</p> <h2>El concierto interno: así suena el borborigmo</h2> <p>Eso que escuchas tiene un nombre científico un poco complicado: <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Borborigmo">borborigmo</a>. Es la palabra que se usa para describir los sonidos producidos por el movimiento de los gases y líquidos en nuestro sistema digestivo. Porque dentro de tu abdomen hay un pequeño concierto en marcha.</p> <p>El sistema digestivo es como una gran fábrica que nunca cierra. Desde el momento en que comemos algo, nuestro cuerpo se pone manos a la obra para descomponer los alimentos y absorber los nutrientes necesarios para crecer, tener energía y mantenernos saludables.</p> <p>Pero aquí está el detalle interesante: el sistema digestivo sigue trabajando aunque no nos llevemos nada a la boca. Este movimiento continuo se llama <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Peristalsis">peristalsis</a>. Son contracciones musculares rítmicas que empujan los alimentos, los líquidos y los gases a través de los intestinos. Imagina una ola en el mar que va avanzando y llevando todo a su paso: así funcionan nuestros intestinos, siempre en movimiento.</p> <h2>Gases y líquidos: los protagonistas del gorgoteo</h2> <p>Cuando los músculos del intestino se contraen durante la peristalsis, desplazan no solo los alimentos que hemos ingerido, sino también los gases y los líquidos. Al moverse, estos elementos interactúan entre sí, produciendo burbujas y sonidos similares a gorgoteos. Es como cuando agitas una botella que contiene agua y aire: escucharás sonidos burbujeantes y chapoteos.</p> <p>Los gases pueden provenir de diferentes fuentes. Algunos se forman durante la digestión de ciertos alimentos, especialmente aquellos ricos en <a href="https://theconversation.com/es/topics/fibra-99647">fibra</a> como las legumbres, el brócoli o las coles. Y otros son simplemente aire que tragamos al comer, beber o incluso al hablar.</p> <h2>¿Por qué suena más cuando tenemos hambre?</h2> <p>Aunque el sistema digestivo siempre está en movimiento, es posible que notes que los sonidos son más fuertes cuando tienes el estómago vacío. ¿A qué se debe? Al no haber alimentos que amortigüen el movimiento, los gases y líquidos tienen más espacio para moverse y producir sonidos más audibles. Además, cuando el estómago está vacío, el cerebro envía señales al sistema digestivo con el fin de que se prepare para la próxima comida. Estas señales pueden aumentar la actividad intestinal, intensificando el ruido.</p> <p>Pero incluso si no sientes hambre, tu cuerpo sigue con sus procesos normales. Puede ser que hayas comido hace unas horas y tu intestino esté terminando de digerir esos alimentos. O tal vez has bebido agua o alguna bebida, y los líquidos se están desplazando por tu sistema digestivo. Además, el estrés, la ansiedad o la actividad física pueden influir en el movimiento intestinal y, por lo tanto, en los sonidos que escuchas.</p> <h2>Los culpables del ruido</h2> <p>Hay ciertos factores que elevar el volumen del ruido abdominal:</p> <ul> <li><p><strong>Estrés y nervios</strong>: Nuestras emociones tienen un impacto en el funcionamiento del sistema digestivo. Cuando estamos nerviosos, ansiosos o emocionados, el cerebro libera hormonas y neurotransmisores que pueden acelerar o ralentizar la actividad intestinal. Por eso, en situaciones como exámenes o presentaciones, es común que nuestras tripas se hagan oír más de lo habitual.</p></li> <li><p><strong>Actividad física</strong>: El movimiento y el ejercicio pueden estimular el sistema digestivo. Al caminar, correr o realizar cualquier actividad física, los órganos internos también se mueven, lo que puede aumentar los sonidos abdominales.</p></li> <li><p><strong>Hábitos alimenticios</strong>: Comer rápidamente, hablar mientras comemos o masticar chicle puede hacer que traguemos más aire de lo normal. Este aire extra se acumula en el intestino, incrementando la cantidad de gases y, por tanto, los borborigmos.</p></li> <li><p><strong>Alimentos específicos</strong>: Algunos alimentos son conocidos por producir más gases durante su digestión. Entre ellos se encuentran las legumbres, las cebollas, los refrescos carbonatados y ciertos lácteos en personas intolerantes a la lactosa.</p></li> </ul> <h2>¿Debería preocuparme?</h2> <p>En la mayoría de los casos, los sonidos abdominales son totalmente normales y no indican ningún problema de salud. Sin embargo, si vienen acompañados de síntomas como dolor abdominal intenso, náuseas, diarrea persistente o estreñimiento, podría ser señal de que algo no está del todo bien. En esos casos, conviene consultar a un médico para descartar cualquier problema.</p> <p>Si quieres algún consejo para minimizar los ruidos, <a href="https://theconversation.com/comer-rapido-ganar-tiempo-a-costa-de-la-salud-207850">come despacio</a>. Masticar bien los alimentos y tranquilamente ayuda a reducir la cantidad de aire que tragamos. También conviene evitar las bebidas gaseosas, ya que pueden aumentar los gases en el intestino. Y ya hemos visto que algunos alimentos producen más gases que otros: mantener una dieta equilibrada conociendo cómo reacciona tu cuerpo te ayudará a silenciar las tripas.</p> <p>Es importante recordar que nuestro cuerpo es una máquina increíble y compleja, siempre trabajando para mantenernos sanos y activos. Los sonidos que produce son señales de que todo está funcionando como debería. En lugar de sentirnos avergonzados, podemos verlo como una parte natural de nuestra existencia.</p> <p>Además, comprender estos procesos nos permite apreciar la importancia de mantener un estilo de vida saludable. Una buena alimentación, hacer ejercicio regularmente y manejar el estrés no solo ayudan a reducir los ruidos abdominales, sino que también mejoran nuestra salud en general.</p> <p>Así que la próxima vez que tus tripas den un recital en un momento inoportuno, ¡no te preocupes! Es simplemente tu cuerpo haciendo su trabajo. Todos tenemos ese pequeño concierto interno de vez en cuando.</p> <hr> <p><em>El museo interactivo <a href="https://www.parqueciencias.com">Parque de las Ciencias de Andalucía</a> colabora en la sección The Conversation Júnior.</em></p> <hr><img src="https://counter.theconversation.com/content/240053/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" /> <p class="fine-print"><em><span>Álvaro Carmona no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p> Se llaman borborigmos a los sonidos que produce el sistema digestivo, y es una señal de que nuestro cuerpo está haciendo su trabajo. Álvaro Carmona, Coordinador académico & docente, Universidad Loyola Andalucía Licensed as Creative Commons – attribution, no derivatives. tag:theconversation.com,2011:article/242809 2024-11-05T18:22:30Z 2024-11-05T18:22:30Z La DANA, explicada a niños y adolescentes <figure><img src="https://images.theconversation.com/files/630103/original/file-20241105-15-uxybc7.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;rect=17%2C113%2C3874%2C2580&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=1050&amp;h=700&amp;fit=crop" /><figcaption><span class="caption">Caudal del Barranco del Poyo el día después de la inundación.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Cabdal_del_Barranc_del_Poio_el_dia_despr%C3%A9s_de_la_inundaci%C3%B3.jpg">Eloy Sanchis/Wikimedia Commons</a>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by/4.0/">CC BY</a></span></figcaption></figure><p>Lo ocurrido el 29 de octubre de 2024 en Valencia, desgraciadamente real, puede recordarnos a este párrafo de la novela de aventuras clásica <a href="https://www.todostuslibros.com/libros/la-isla-misteriosa_978-84-206-9194-7"><em>La isla misteriosa</em></a>, de <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Julio_Verne">Julio Verne</a>: </p> <blockquote> <p>“Un fuerte viento del nordeste hizo que (…) la temperatura descendiera notablemente durante ocho días, ocasionando ciudades devastadas, lugares arrasados por trombas de agua que caían como aludes, bosques asolados, barcos arrojados a las costas…”</p> </blockquote> <p>Es la descripción de los destrozos producidos por una DANA, palabra resultante de la expresión Depresión Aislada a Niveles Altos. ¿Y qué es? Veámoslo más detenidamente. </p> <h2>¿Qué es una DANA?</h2> <p>• <strong>Depresión</strong>: El aire caliente asciende desde la superficie de la Tierra a unos 12 km porque tiene mucho movimiento. Este aire está hecho de muchas partículas, como moléculas de oxígeno (O₂), nitrógeno (N₂) en mayor cantidad y de vapor de agua (H₂O), entre otras. Por tanto, cuando estas partículas se mueven y ascienden se genera más espacio entre ellas. Eso hace que se enfríe el ambiente, disminuyendo su roce, al igual que ocurre cuando separamos nuestras manos cuando se están frotando. </p> <p>Este enfriamiento hace que el agua que asciende pase de gas a líquido (se licúa), formando nubes. Podemos comprobarlo con un simple experimento: con la boca abierta, echemos el aliento sobre tu mano. Comprobaremos que nuestro aliento está caliente. Ahora, repitámoslo otra vez, pero tratemos de juntar poco a poco nuestros labios, reduciendo con ello la abertura, como si estuviéramos soplando. ¿Cómo es nuestro aliento ahora: frío o caliente? Podrás comprobar que… ¡está frío! </p> <p>Efectivamente, al soplar expandimos el aire (lo separamos) y la temperatura desciende. Cuando las partículas están muy cerca, como al inflar un globo, éstas ejercen mucho empuje o altas presiones (mucho roce). Al hacer que el aire salga del globo, las partículas se separan muy rápido, disminuyendo el roce entre ellas y los choques, generando zonas de bajas presiones (poco empuje), es decir, una depresión. </p> <p>En la atmósfera, al subir el aire, ocurre algo especial: el espacio que se genera hace que el aire se pueda mover mucho, como en una discoteca con la pista de baile prácticamente vacía. Ello provoca vientos fuertes. Por eso, a las zonas de bajas presiones se les llama también borrascas y se indica con una B en los mapas del tiempo.</p> <p>• <strong>Aislada</strong>: la bolsa de aire frío se ha salido de la corriente general de aire, quedándose “atrapada” durante un tiempo prolongado en alguna región, causando inestabilidad y fenómenos atmosféricos severos.</p> <p>• <strong>Niveles Altos</strong>: se forma en niveles altos de la atmósfera, a unos 11-12 km de altura desde la superficie.</p> <p>Esta bolsa de aire frío e intenso que asciende se ha originado al desprenderse de la corriente de chorro polar, una corriente que se encuentra por encima de España. Esto hace que se quede “aislada” sobre una región específica. Si nos fijamos en la imagen vemos cómo una parte del aire de ese chorro se desprende, generando esa bolsa o círculo de aire, o más concretamente, una Depresión Aislada en Niveles Altos de la atmósfera (12 km): una DANA.</p> <p>Esta masa de aire frío actúa como una chimenea ascendente bestial, arrastrando mucho vapor de agua. Si estamos en una estación del año en la que el mar Mediterráneo está a una temperatura bastante templada, como ocurre en la estación de otoño, esa evaporación es masiva. Este vapor forma muchas nubes por enfriamiento extremo, provocando lluvias intensas y masivas en zonas cercanas al mediterráneo (Andalucía, Valencia o Cataluña); hasta este momento (pues la DANA sigue activa) ha sido la provincia de Valencia la más afectada.</p> <h2>¿Por qué ha causado tanto daños, destrozos y pérdidas humanas?</h2> <p>El concepto de cantidad de movimiento nos da la respuesta. La física dice que algo que tiene mucha masa (muchas partículas o átomos) es difícil de detener o de movilizar. Este concepto se denomina inercia. Todos sabemos que un camión (mucha masa) es más difícil de mover que un patinete y por eso se dice que el camión tiene mucha inercia. </p> <p>Además, la velocidad de un objeto también influye: una bala parada no hace daño, pero, si se mueve, mejor no estar ahí. Por tanto, cuanto más masa y más velocidad tenga un objeto, mayor impacto, siendo muy difícil de detener. A esto se le denomina cantidad de movimiento: la cantidad de masa y velocidad que tiene un objeto.</p> <p>La DANA hace que caigan lluvias torrenciales. Esta lluvia tiene mucha cantidad de agua (mucha masa) generando riadas, esto es, una rápida acumulación de agua que resulta difícil de eliminar por los sistemas habituales de alcantarillado, acumulándose en calles y ríos. Esto hace que se forme una capa superficial de agua con mucha movilidad (velocidad), al no encontrar obstáculos (el pavimento y la vegetación se encuentran en el fondo), al igual que ocurre con las olas en un mar. Como resultado tiene tal cantidad de movimiento que es capaz de arrastrar postes, escombros… ¡e incluso coches! Esto hace aumentar mucho su masa. Además, en las calles inclinadas, se incrementa muchísimo más su velocidad, consiguiendo con ello derribar vallas, construcciones, paredes, etc. </p> <p>Por otro lado, estas riadas también pueden ocurrir en sitios en donde no esté lloviendo. Se debe a que la riada puede transportarse y llegar a ríos de las poblaciones cercanas por la gran cantidad de movimiento que tiene, derribando todo a su paso, generando el mismo problema. Esto es lo que está pasando y por eso es tan importante ofrecer toda la ayuda posible. </p> <p>Saber por qué ocurren estos fenómenos nos permitirá actuar y prevenir posibles desastres, encontrando en la ciencia las claves para actuar frente a las inclemencias de la naturaleza.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/242809/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" /> <p class="fine-print"><em><span>Julio Ballesta Claver no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p> ¿Por qué ha llovido tanto y tan repentinamente en Valencia, y por qué esta cantidad de agua ha provocado riadas tan devastadoras? La tragedia explicada a los más jóvenes. Julio Ballesta Claver, Profesor Titular de didáctica de las ciencias experimentales, Universidad de Granada Licensed as Creative Commons – attribution, no derivatives. tag:theconversation.com,2011:article/240054 2024-10-23T21:17:31Z 2024-10-23T21:17:31Z ¿Por qué lloramos cuando estamos tristes y también cuando estamos alegres? <figure><img src="https://images.theconversation.com/files/625902/original/file-20241015-19-40kcdv.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;rect=5%2C1620%2C3671%2C2447&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=1050&amp;h=700&amp;fit=crop" /><figcaption><span class="caption">shutterstock</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/girl-crying-hiding-her-tears-behind-2392258805">Evgeniy Voytik/Shutterstock</a></span></figcaption></figure> <p><em>Este artículo forma parte de la sección <strong>The Conversation Júnior</strong>, en la que especialistas de las principales universidades y centros de investigación contestan a las dudas de jóvenes curiosos de entre 12 y 16 años. Podéis enviar vuestras preguntas a <strong>tcesjunior@theconversation.com</strong></em></p> <hr> <p><em><strong>Pregunta de Guize, de 12 años. IES La Oliva, Fuerteventura (Canarias)</strong></em></p> <hr> <p>¿Alguna vez has notado que, tanto en los momentos más tristes como en los más felices, las lágrimas humedecen tus ojos? Es curioso cómo nuestro cuerpo responde de la misma manera ante emociones tan diferentes. Vamos a descubrir juntos por qué ocurre esto y, de paso, entender un poco más sobre la naturaleza y función de las lágrimas.</p> <h2>Solo para tus ojos</h2> <p>Las lágrimas son mucho más que agua salada. Producidas por las glándulas lagrimales, que se ubican justo encima de cada ojo, cumplen una <a href="https://www.cun.es/escuela-salud/que-son-lagrimas#:%7E:text=Las%20l%C3%A1grimas%20cumplen%20tres%20funciones,funcionamiento%20y%20salud%20del%20ojo.">función</a> tan importante como la lubricación que mantiene la superficie ocular húmeda, algo vital para que experimentemos una visión clara y cómoda.</p> <figure class="align-right zoomable"> <a href="https://images.theconversation.com/files/625987/original/file-20241015-15-d9dfqq.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=1000&amp;fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/625987/original/file-20241015-15-d9dfqq.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=237&amp;fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/625987/original/file-20241015-15-d9dfqq.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=603&amp;fit=crop&amp;dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/625987/original/file-20241015-15-d9dfqq.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=30&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=603&amp;fit=crop&amp;dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/625987/original/file-20241015-15-d9dfqq.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=15&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=603&amp;fit=crop&amp;dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/625987/original/file-20241015-15-d9dfqq.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=757&amp;fit=crop&amp;dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/625987/original/file-20241015-15-d9dfqq.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=30&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=757&amp;fit=crop&amp;dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/625987/original/file-20241015-15-d9dfqq.png?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=15&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=757&amp;fit=crop&amp;dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a> <figcaption> <span class="caption"></span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-vector/structure-human-eye-lacrimal-glands-1945388383">Shutterstock</a></span> </figcaption> </figure> <p>Y por si eso fuera poco, también eliminan partículas de polvo, suciedad y microorganismos que pueden dañarnos los ojos y proporcionan oxígeno y nutrientes a la <a href="https://www.cancer.gov/espanol/publicaciones/diccionarios/diccionario-cancer/def/cornea">córnea</a>, la capa transparente frontal de nuestro órgano de visión.</p> <p>Aparentemente, todas parecen iguales, pero existen tres tipos principales:</p> <ul> <li><p><strong>Lágrimas basales</strong>: Son las que producen constantemente nuestras glándulas para mantener los ojos lubricados y protegidos.</p></li> <li><p><strong>Lágrimas reflejas</strong>: Se producen en respuesta a irritantes externos, como el humo, el viento o cuando cortamos cebolla. Su objetivo es eliminar esas sustancias molestas del ojo.</p></li> <li><p><strong>Lágrimas emocionales</strong>: Son las que aparecen cuando experimentamos intensamente tristeza, alegría, miedo o incluso frustración. Aunque algunos animales también producen lágrimas para lubricar sus ojos, no está claro que las derramen cuando se emocionan. </p></li> </ul> <h2>¿Por qué lloramos al emocionarnos?</h2> <p>Llorar es una respuesta humana universal. Desde que somos bebés, <a href="https://theconversation.com/quiere-entender-a-un-bebe-escuche-atentamente-la-melodia-de-su-llanto-o-su-balbuceo-184396">usamos el llanto como una forma de comunicación</a>. Pero ¿qué sucede en nuestro cuerpo que nos hace derramar lágrimas cuando sentimos emociones fuertes?</p> <figure class="align-right zoomable"> <a href="https://images.theconversation.com/files/625911/original/file-20241015-15-7hun2r.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=1000&amp;fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/625911/original/file-20241015-15-7hun2r.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=237&amp;fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/625911/original/file-20241015-15-7hun2r.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=400&amp;fit=crop&amp;dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/625911/original/file-20241015-15-7hun2r.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=30&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=400&amp;fit=crop&amp;dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/625911/original/file-20241015-15-7hun2r.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=15&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=400&amp;fit=crop&amp;dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/625911/original/file-20241015-15-7hun2r.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=503&amp;fit=crop&amp;dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/625911/original/file-20241015-15-7hun2r.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=30&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=503&amp;fit=crop&amp;dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/625911/original/file-20241015-15-7hun2r.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=15&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=503&amp;fit=crop&amp;dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a> <figcaption> <span class="caption">Un bebé ‘comunicándose’</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/little-cute-girl-red-eyes-tear-672646891">Shutterstock</a></span> </figcaption> </figure> <p>Al experimentar un sentimiento intenso, nuestro cerebro entra en acción. La <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Cuerpo_amigdalino">amígdala</a>, una pequeña estructura del cerebro encargada de procesar las emociones, envía señales al <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Hipot%C3%A1lamo">hipotálamo</a>, que a su vez activa el sistema nervioso autónomo. Este sistema controla las respuestas involuntarias de nuestro cuerpo, como el ritmo cardíaco, la respiración y, por supuesto, la producción de lágrimas.</p> <p>El resultado es que las glándulas lagrimales reciben la señal de generar lágrimas y comenzamos a llorar.</p> <p>La tristeza es una emoción poderosa. Cuando nos sentimos tristes, nuestro cuerpo libera hormonas y neurotransmisores asociados al estrés, como el <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Cortisol">cortisol</a>. Llorar puede ser una forma de liberar parte de ese estrés acumulado. </p> <p><a href="https://www.news-medical.net/health/What-are-Tears-Made-of-The-Biochemistry-of-Emotion.aspx">Algunos estudios</a> sugieren que las lágrimas emocionales contienen niveles más altos de ciertas proteínas y hormonas relacionadas precisamente con el estrés. Con el llanto estamos eliminando físicamente estas sustancias de nuestro cuerpo, lo que puede ayudarnos a sentirnos mejor después.</p> <p>Y entonces, ¿por qué lloramos de felicidad? Parece contradictorio, ¿verdad? Cuando experimentamos una dicha abrumadora, como reencontrarnos con un ser querido o recibir una buenísima noticia, nuestro cuerpo también experimenta un torrente de emociones y cambios químicos. La intensidad del sentimiento, aunque positivo, puede ser tan fuerte que <a href="https://pmc.ncbi.nlm.nih.gov/articles/PMC6201288/">desencadene la misma respuesta física que la tristeza</a>.</p> <p>Llorar de alegría nos ayudaría entonces a gestionar y procesar sentimientos poderosos, evitando que nos sobrecarguen.</p> <h2>Comunicación sin palabras</h2> <p>Además de las funciones físicas, las lágrimas tienen un papel importante en la comunicación humana. Son una señal visible de que estamos experimentando una emoción intensa. Esto permite que las personas a nuestro alrededor entiendan cómo nos sentimos, incluso sin palabras. </p> <p>También nos ayudan a fortalecer los vínculos con la gente que nos rodea: al mostrar vulnerabilidad a través del llanto, podemos acercarnos más a los demás. Nuestros congéneres suelen responder con empatía y apoyo, lo que fortalece las relaciones sociales. </p> <p>Es esencial recordar que llorar es una respuesta natural y saludable. No hay nada de malo en mostrar nuestras emociones.</p> <figure class="align-center zoomable"> <a href="https://images.theconversation.com/files/625914/original/file-20241015-17-s5efyb.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=1000&amp;fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/625914/original/file-20241015-17-s5efyb.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=754&amp;fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/625914/original/file-20241015-17-s5efyb.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=400&amp;fit=crop&amp;dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/625914/original/file-20241015-17-s5efyb.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=30&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=400&amp;fit=crop&amp;dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/625914/original/file-20241015-17-s5efyb.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=15&amp;auto=format&amp;w=600&amp;h=400&amp;fit=crop&amp;dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/625914/original/file-20241015-17-s5efyb.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=45&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=503&amp;fit=crop&amp;dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/625914/original/file-20241015-17-s5efyb.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=30&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=503&amp;fit=crop&amp;dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/625914/original/file-20241015-17-s5efyb.jpg?ixlib=rb-4.1.0&amp;q=15&amp;auto=format&amp;w=754&amp;h=503&amp;fit=crop&amp;dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a> <figcaption> <span class="caption">Con el llanto expresamos a los demás que lo estamos pasando mal.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/caring-millennial-girl-child-hug-comfort-1687185004">fizkes/Shutterstock</a></span> </figcaption> </figure> <p>En resumidas cuentas, lloramos cuando estamos tristes y cuando estamos alegres porque nuestras lágrimas son una respuesta física a emociones intensas, sean negativas o positivas. Las lágrimas nos ayudan a procesar esas emociones, aliviar el estrés y comunicar cómo nos sentimos a los demás.</p> <p>Cuando sientas que las lágrimas asoman en tus ojos, ya sea por una película triste o porque has recibido una gran noticia, recuerda que es una parte natural y saludable de ser humano. Es una forma en que nuestro cuerpo y mente trabajan juntos para mantenernos equilibrados y conectados con quienes nos rodean.</p> <hr> <p><em>El museo interactivo <a href="https://www.parqueciencias.com">Parque de las Ciencias de Andalucía</a> colabora en la sección The Conversation Júnior.</em></p> <hr><img src="https://counter.theconversation.com/content/240054/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" /> <p class="fine-print"><em><span>Álvaro Carmona no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p> Cuando vemos una película triste o nos dan una buenísima noticia, las lágrimas nos ayudan a procesar las emociones y comunicarles a los demás cómo nos sentimos. Álvaro Carmona, Coordinador académico & docente, Universidad Loyola Andalucía Licensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.